martes, 27 de marzo de 2012

¡Por algo será!


Las discusiones, con frecuencia, devienen en algo más. Desde el insulto velado hasta la predisposición y la duda... todo se cierne en meras palabras que, al final, pueden provocar los más terribles desatinos.

Acalorarse es absurdo. Pero sucede. Y decimos cosas que, tal vez, no debemos. Algunas de ellas pueden ser en tono de sorna. Pero generan reacciones. Incluso, inesperadas. Por aquello de que la ironía no se establece através de las letras, si hablamos en la red, la cosas pueden desmadrarse.

Eso me ha sucedido un par de veces. Los efectos han sido demoledores. Aunque uno lo disimule, por aquello del orugullo y hasta la vanidad (eso de mostrarse vencido en público no es bonito), cuando te dicen cosas que hieren queda una mancha indeleble en el alma. Sobre todo, por supuesto, si quien te lastima es alguien cercano.

Seguramente has de preguntarte por qué digo esto. Es un desahogo, quizás estéril, que sólo busca despejar algunas emociones insanas. Hablar, decir lo que uno siente, hace que la carga sea mucho más liviana. Por eso contaré la historia que da título a estas líneas.

Todo comenzó por la denuncia de una donación de medicinas que, hechas por el partido de oposición, fueron devueltas por el hospital de Elías Piña. Yo estaba indignada porque, no importa quién las entregue, es inconcebible que se le niegue algo a quien lo necesita.

Varias personas empezaron a cuestionar el hecho. Otras a justificarlo y a decir que era necesario escuchar la otra campana. Algunos querían que, en nombre del beneficio de la duda, no se hablara más del tema. Entonces salió a colación que gente de uno y otro partido (los mayoritarios) se han comportado indebidamente en la campaña. Mi posición al respecto es clara: el que todos lo hagan no lo justifica y, en cualquier caso, hay que denunciar lo que no es correcto.

Fue en ese momento que me dijeron lo siguiente: "cuidado con eso, a ellos no les gusta". Yo respondí que "total, como quiera me acusan". Acto seguido surgió la respuesta lapidaria: "¡por algo será!". En ese momento no pude más que, con la disculpa de mi madre que no es responsable de lo que hago, declararme como una hija de la gran puta.

Ahí quedó la cosa. Pronto vino una despedida y acabó la discusión. Pero no olvidé el "¡por algo será!. Pensar en las acusaciones que me hacen, de cuando en cuando, no me preocupa demasiado. Lo triste es que quien valide esas acusaciones sea alguien que me conoce desde siempre y, por tanto, no debería tener razones para hacerlo.

El que muchos se confundan es normal. En tiempos de política es más fácil recurrir a la descalificación que sentarse a pensar en la veracidad o coherencia de lo que alguien, que piensa distinto, está diciendo.

Entre los aparcelados se ha puesto de moda decir que quienes nos "vestimos" de imparcialidad (palabras suyas) ocultamos detrás un color y/o simpatía partidarios. Pero se equivocan. Quizás por desconocimiento o imbecilidad -aquella que no les permite ver más allá de su horizonte- olvidan que hemos sido muchos los que hemos mantenido la misma posición desde que iniciamos nuestras carreras. Hablo, específicamente, de gente del mundo la prensa.

Si bien es cierto que hay quienes cobran por todo lo que dicen o hablan en función de lo que cobrarán si gana el PRD, hay quienes jamás hemos recibido un centavo por lo que hemos dicho y tampoco aspiramos a ello. Cuestionamos, todo lo cuestionable, con la única intención de que este país mejore y sea algo parecido a lo que nos merecemos.

Durante los cuatro años de Hipólito Mejía, por allá por el 2000-2004, dije todo lo que correspondía en ese momento. Reseñé cientos de cosas, critiqué lo que me pareció mal y, afortunadamente, mis crónicas y columnas están ahí para hablar por mí. Entonces, ¿por qué el Gobierno y los adeptos del PLD esperaban que hiciera algo distinto con ellos?

Es probable que al 2004, después de las tantas cosas que dije de Hipólito, los peleístas (grandes amigos y allegados, por demás) entendieran que era una de ellos. Con el tiempo, a golpe de denunciar los yerros de este gobierno, habrán de pensar que les he traicionado. Lamento decirles que yo no he cambiado. Lo hicieron ustedes que, a pesar de que han hecho muchas cosas parecidas y algunas hasta peores, olvidaron que predicaban hacer lo correcto antes de ser gobierno.

Ayer todos ustedes me alababan por lo que escribía. Disfrutaban viéndome destrozar a Hipólito. Pero hoy soy una arpía porque me meto con Leonel, su gran señor, ese ser tan perfecto que nadie puede menoscabar. Ese, asumo, ha sido mi pecado.

Son muchas, muchísimas, las cosas que podría decirles. Pero esto es lo último que les diré: si cuestionar lo que está mal me hace digna de acusaciones, acúsenme tranquilamente. Yo no pienso dejar de hablar. Digan que estoy vendida, parcializada, comprada, cegada, alterada, amargada... lo que les dé la gana. Yo estaré tranquila, mucho, y me reiré cuando alguien vuelva a decirme ¡por algo será! Sabré que es porque no soy como ellos: alguien que, por lograr su objetivo que no es más que alcanzar el poder, es capaz de llevarse a cualquiera por delante. A ustedes, los que tanto me quieren joder, les dedico esta foto que me hizo mi amiga Maya Oviedo. No merecen más: una sonrisa complacida, porque soy feliz, acompañada del gesto que mejor les va.

4 comentarios:

  1. No hay mas que agregar. La foto tiene el punto final. Bien dicho Marien!

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  2. Y ya, de hecho, no diré más. Gracias. Adoro esa foto. Esta vez es muy oportuna.

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  3. waoooo!!! Que decirle mi siempre admirada Marien Aristy apoyo en lo absoluto su posicion, respeto y pondero esa valentia de defender sus ideas de una forma energica y llena de coraje, entiendo que mantener la objetividad ahora ha sido muy cuesta arriba, afirmarlo con tanta entereza como usted lo hace es digno de admiracion, esperando que siempre mantenga su verticalidad ante cualquier circunstacia que lo que la va a catapultar atravez de sus años en una de las cosas que mejor sabe el arte de escribir. Estare aqui como representante de sus adeptos los que has ganado por su seriedad y talento...

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  4. La Política es una combinación de viento y arena la cual ciega a aquellas personas que no tengan puesto sus gafas de equilibrio critico, quienes las tengan reseñaran las cosas buenas y malas de un periodo gubernamental y quiénes no las tengan podrán ver tan siquiera las que les conviene, muchas veces haciéndose cómplices con su silenciosa omisión.

    Yo le felicito por la posición adoptada. Si un día decide inclinarse hacia un lado, ese día empeñara parte de su credibilidad, espero nunca eso pase.

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