jueves, 27 de junio de 2013

La intolerancia se pone de pie por “culpa” de Wally

Aún no ha llegado y ya ha desatado la locura. La nominación de James “Wally” Brewster como embajador de Estados Unidos ha provocado que los sectores más conservadores y retrógrados del país se pronuncien contra la decisión tomada por el presidente Barack Obama.

Los cristianos, evangélicos y católicos coinciden en rechazar a Brewster y calificar su designación como “un insulto a las buenas costumbres dominicanas” (Cristóbal Cardoza, reverendo evangélico) y “una falta de respeto, de consideración, que se nos envíe como embajador a una persona de esa categoría” (monseñor Pablo Cedano, obispo auxiliar de Santo Domingo). Cedano, incluso, dijo que “yo tengo la esperanza de que no llegue porque yo sé que si llega va a sufrir y tendrá que irse”.

Con sus declaraciones ellos dejan claro que para las iglesias ser gay continúa siendo un pecado y, como tal, estamos ante un dilema “moral” (ser gay es contranatura y, por tanto, un pecado). Ese que les lleva a olvidar, al discriminarlo, aquel mandamiento que ordena amar a tu próximo como a ti mismo.

Pero el prejuicio les lleva a hacer otras conclusiones: Cardoza asegura que las relaciones gays “no están aprobadas moralmente” aquí, mientras el padre Cedano dice que “todo el mundo sabe que nadie va a aceptar a esa persona porque eso está muy lejos de nuestra cultura”.

Amén de que la Constitución consagra el derecho a la igualdad, a la libertad de cultos, a la intimidad y el honor, así como a la integridad psíquica y moral, por lo que es imposible apelar a las leyes para rechazar la homosexualidad (que no está legalmente prohibida, por demás), ellos se equivocan al creer que todos lo vamos a rechazar. A muchos nos vale lo que los demás hagan con su cuerpo. La moral no se mide en la cama, sino en la vida.

Es por ello, porque cada cual hace de sí y consigo lo que entienda pertinente, que estaremos felices de recibir a Wally y descubrir lo que tiene para darnos. Será grandioso ver cómo muchos machistas a ultranza tendrán que romper sus prejuicios y codearse de tú a tú con un embajador que, por demás, representa a una de la más importante potencias del mundo.

Esos 4 de julio en la residencia del embajador de Estados Unidos serán ahora más memorables. ¿Se matará todo el mundo por acudir a la fiesta, como es tradicional? ¿Qué sentirán muchos, al llegar, sabiendo que están obligados a dejar su intolerancia en la puerta? El ejercicio será, definitivamente, muy bueno para nuestra sociedad.

Y es que es hora de aprender a vernos como personas y valorarnos como tal. No es cierto que, aunque haya sectores que lo quieran ignorar, la homosexualidad esté alejada de nuestra sociedad. Aquí los hay y ha habido grandes en todas las áreas. Pero, ¿qué importa qué parejas escojan? El pecado no está en la persona en el sexo de quien comparte las sábanas con uno sino en lo que uno hace con su sexualidad. Violar a alguien, inducir a un menor, maltratar física o emocionalmente... eso es pecado. Quien elija para llenar mi cama es y será, siempre, una opción personal.

Al son de las perversidades...

Desde el fin de semana estuve pensando si era oportuno o no escribir estas líneas. La última semana ha dado tanto de sí (aunque todo ha ido a menos y no a más, lamentablemente) que el tema casi que se fue diluyendo al calor de los que le fueron sucediendo. Hoy, sin embargo, reparé en que estas líneas huérfanas, dejadas al olvido desde el lunes pasado, merecían ser rescatadas: lo que no queda escrito corre el riesgo de olvidarse.

Olvidar, en muchos casos, es saludable. En este no. ¿Cómo puede ser bueno dejar de lado el agradecimiento que externó la Iglesia Católica hacia el Grupo Supercanal o, lo que es igual, a su presidente, Frank Jorge Elías?

Aunque el agradecimiento es por el apoyo que le ha brindado el canal 33 con la transmisión de la misa durante 11 años (fue el primer canal en transmitirla en vivo), choca que el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez no se limitara a agradecer a Supercanal sino que además dijera que el respaldo que Supercanal y Jorge Elías le han dado a la Iglesia es un ejemplo de que si los medios de comunicación son usados para educar y orientar la sociedad sería mejor.

Tras leerlo, uno se pregunta, ¿y la sociedad no sería mejor si todos predicáramos con el ejemplo? También lo sería si instituciones como la Iglesia fueran más claras en los mensajes que envía la propia sociedad que quiere mejorar.

Suena raro, y muy mal, que el cardenal salga a agradecer en público a un hombre a quien están juzgando por violencia doméstica. Eso contradice bastantes de los preceptos que defiende la Iglesia, tal como la familia misma.

Muchos dirán que a Frank Jorge Elías no le han condenado. Es cierto. El argumenta que golpeó a su mujer en el ojo con una correa de manera accidental... digamos que es cierto (aunque las fotos hacen poco creíble esta versión); pero, ¿y las grabaciones insultándola? ¿Cómo se puede explicar eso? ¿También fue por accidente?

Es probable que en este matrimonio la violencia psicológica haya sido mayor que la física. Pero todo indica que ambas han existido. Por tanto, ¿era necesario que el cardenal agradeciera públicamente a un maltratador? El estaba presente en la 11 cena de la Gala Empresarial de la Confraternidad Parroquial. Seguro que será un mecenas espiritual que, probablemente, busque limpiar su conciencia por medio de la fe y el apoyo a la Iglesia. Todos en alguna ocasión, incluso, lo hemos hecho.

No sé si es que el Cardenal decide callar en torno a este tema porque parte de que la sumisión de la mujer es parte del matrimonio. Ya lo dijo Efesios 5:22-24: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo".

Sólo así, y partiendo del silencio que encontamos en (imoteo 3:11-13: "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.Porque Adán fue formado primero, después Eva", tiene cierto sentido que se agradezca un apoyo cargado de veneno.

Para nosotros, que miramos a lo lejos, callar ante el abuso de alguien más débil es una perversidad. Para el cardenal, no. Perverso es, para él, algo muy distinto: ser homosexual. Ya lo dijo hace un mes, cuando afirmó (por aquello de la aprobación del matromonio gay) que "el mundo de hoy es de farsantes, comediantes, ignorantes y perversos que andan buscando que las cosas se hagan como le da la gana a dos o tres".

Y sí, él tenía razón. Hay demasiados perversos y farsantes. Aquellos, por ejemplo, que transmiten misas y, al mismo tiempo, hieren a sus familias. También los que se apoyan en el dinero para doblegar la justicia y, ¿por qué no?, comprar el perdón.

viernes, 7 de junio de 2013

Mientras jugamos a la moral, ellas mueren


En una esquina están los conservadores, los que se oponen a todo. Al otro los liberales, los que entienden que hay que cambiar las reglas del juego sí porque sí. En el medio, los que nos vemos las cosas blancas o negras, sino que apreciamos los matices en su justa dimensión. Cada cual tiene su visión. Nadie la cambiará.

A pesar de todos nosotros, y no importa lo que opinemos, hay algo inexorable: la realidad. Contra o a pesar de ella, en ocasiones, no se puede hacer nada. Tal vez intentar ponerse por delante, para cambiar el curso de las cosas, y que las consecuencias no sean tan graves.

En cuanto al tema del aborto nunca nos pondremos de acuerdo. Siempre habrá quienes defiendan la vida en cualquier circunstancia y a riesgo de la vida misma, mientras que otros defenderán el derecho que tienen las mujeres a decidir. No tomaré partido, porque hoy es irrelevante y, además, da igual lo que piense. La realidad, al final, se impone: las mujeres seguirán abortando, nos guste o no, por lo que toca pensar en una arista que pocas veces se toca: la de la salud.

Puede que a usted le parezca todo lo inmoral del mundo. Pero, ¿qué es peor, un futuro bebé que no nazca o una mujer que muera? Antes de responder, piense en el caso de Rosa Nelis Aquino Peña, una mujer de 20 años que murió a causa de un aborto hecho en una "clínica" (la foto evidencia que de centro de salud tiene poco) que le cobró RD$3 mil pesos para regalarle la muerte.

No sabemos qué pensó Rosa Nelis cuando fue a la clínica “Salud Para Todos”, ubicada en la calle La Gaviota de Los Alcarrizos II, pero está claro que no deseaba el bebé en camino. Como solución, ya que evidentemente no tenía los recursos para otra cosa, acudió a una de esas tantas cliniquitas de barrio que hacen abortos clandestinos.

Independientemente de las razones que la llevaron a ello -desde lo económico a lo emocional-, es tremendo que Rosa Nelis haya muerto porque el sistema de salud no le ofrecía una solución segura. Y es que, por más que queramos ocultarlo, cuando una mujer no quiere tener un hijo no lo tendrá, aunque deje la vida en el camino.

La moral y la Iglesia no pueden seguirse imponiendo. Aunque para mí sea un pecado abortar "alegremente" (sin que haya atenuantes) no puedo imponer mi forma de pensar ni llevar al matadero a las mujeres que toman otra decisión. Ellas deben poder hacerlo, en condiciones, y sin que nadie las cuestione.

No sé cuántas Rosa Nelis tendrán que morir antes de que el Estado entienda que el aborto es un tema de salud pública, más que de moral o ética. Basta pensar en la cantidad de muchachas que llegan a las maternidades sangrando, con abortos espontáneos que no lo son, para darnos cuenta de que es así.

Pero este caso también nos obliga a pensar en lo urgente que es educar sexualmente a nuestros niños y jóvenes para que no haya tantos embarazos no deseados (sin ellos, no hay que hablar de abortos).

Hoy, después de tantos decires a raíz del amparo contra Profamilia, toca volver a plantear el tema de la anticoncepción y los preservativos. Una mujer empoderada de su cuerpo, con instrucción al respecto, será una mujer que difícilmente tenga que plantearse un aborto. A eso es a lo que debemos aspirar. Lo demás, es meramente un ejercicio teórico. Al final... cada cual tomará la decisión que entienda correcta.

jueves, 6 de junio de 2013

Cuando de parqueos se trata


Al ver al flamante superintendente de Seguros, Euclides Gutiérrez, inaugurar los parqueos de la institución el martes pasado, ciertas interrogantes me asaltaron de inmediato. La primera de ellas, ¿necesita una institución como esa unos parqueos tan modernos, computarizados y antisísmicos?

No es que entienda que los empleados de la Superintendencia de Seguros no merezcan los mejores parqueos que se les pueda brindar pero, ¿gastar RD$48,848,000 en 98 parqueos? Eso da a 498,448.97 por cada estacionamiento, una suma realmente absurda en un país en el que falta de todo.

Pero si la construcción del parqueo sorprende, lo que llamó más la atención es que quien lo inaugurara fuera el mismísimo presidente de la República, Danilo Medina. Amén de la sencillez que demuestra el Presidente, y no sé si peco de exagerada, creo que su presencia debe reservarse para actividades de mayor importancia. Fuera de aquí, ¿usted ve a los presidentes yendo a ese tipo de actos? Me parece que no.

Dejando de la lado el asunto de la asistencia presidencial (que seguro se debió a no querer enojar a Euclides, ese intocable cacique peledeísta que no se puede molestar para no ser objeto de su encono), pasemos a algo más pragmático: si el parqueo de la Superintendencia costó casi 49 millones, ¿por qué el de la Universidad Autónoma de Santo Domingo costó mil millones?

Si bien es cierto que el parqueo de la Uasd tiene capacidad para 1,248 vehículos y el de la Superintendencia sólo 98, es tremendo saber que el de Seguros es super moderno y costó menos de la mitad que el otro, que es un estacionamiento normal. ¿Saben cuánto costó cada parqueo de la Universidad Autónoma? RD$801,282.05.

Con los mil millones que costó el parqueo de la Uasd se pudieron construir 20 parqueos como el de la Superintendencia de Seguros (y sobraría dinero porque en total serían RD$976,960,000).

El parqueo de la Uasd, no lo olvidemos, fue construido por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado y debía costar originalmente RD$584,472,963.83 pero luego se adicionaron RD$235,577,517.56 (un 40.31%), según consta en el borrador de un informe realizado por la Cámara de Cuentas en el año 2009. Al final, sin embargo, el parqueo no costó los RD$820,050,481.39 que estaban estipulados en el presupuesto formal, sino mil millones. Por tanto, el presupuesto se incrementó en RD$79,949,518.61 más.

Vista las cosas, y casi agradeciéndole a Euclides que nos diera luz (paradójicamente) en torno a este asunto, cabe insistir en que hay que revisar con lupa la gestión del senador Félix Bautista cuando estuvo al frente de la Oisoe. Los números, definitivamente, no cuadran.

miércoles, 5 de junio de 2013

La historia de Mubbla


Sus barbas rizadas brillaban frente a la luna. Blancas, muy largas, se ensortijaban para dar vida a alegres tirabuzones que volaban al compás del viento. Risueño, con unos delgadísimos y rojos labios que contrastaban con su blanca piel y la redondez de su gran nariz, Mubbla bailaba distraído. Nada le preocupaba. Dejando el tiempo pasar, apoyado sobre las ramas de un tibio pino, era feliz. Las luces, centelleando de dos en dos, le acompañaban y le daban todo lo que necesitaba: seguridad y calor.

A pesar de lo bien que vivía, un buen día Mubbla entristeció. Un muñeco de nieve, de redondas formas y nariz puntiaguda, llegó hasta su morada para hacer que de repente descubriera que había algo que le faltaba: no poseía cuerpo.

Mirarlo de cerca, al principio, fue cuestión de mera curiosidad: quería ver al nuevo compañero que habían colocado en el árbol. La intriga, más fuerte que la precaución, hizo que Mubbla tentara a la suerte y se agarrara de un golpe de brisa: así podría moverse y estar cerca del nuevo muñeco, Nivlu.

Aunque estaba seguro de que su táctica le daría resultado, Mubbla terminó cayendo al suelo. Una vez allí, asustado, se dio cuenta de que Nivlu no era como él y como los demás. Mirando hacia arriba, y descubriendo los pies de Nivlu, reparó en sí mismo. Luego, le habló.

- Hola, le saludó desde el piso.
- ¿Quién me habla?
- Soy Mubbla, ¿y tú?
- Me llamo Nivlu pero dónde estás. No puedo verte.

Estoy aquí, abajo. Es que me caí del árbol.
- Ah, espera a ver si te veo.
- Mira hacia la derecha, así podrás verme.
- Caramba, te has golpeado muy fuerte; hasta perdiste el cuerpo. ¿Dónde habrá caído?
- ¿Cuerpo, qué es un cuerpo?
- Lo que tienes debajo de la cabeza. Los brazos, el torso, las piernas… eso es el cuerpo. ¿Puedes ver cómo muevo el mío?
- Sí, pero… ¿por qué yo no tengo?

La conversación terminó abruptamente. Uno de los señores de la casa, al ver a Mubbla en el suelo, se detuvo a recogerlo. Para su desgracia, lo colocaron al lado de Nivlu. Entonces dos frías lágrimas surcaron su rostro.

- ¿Por qué lloras?, le preguntó el viento inmediatamente.
- Es que acabo de descubrir que no tengo cuerpo. Soy un ser incompleto.
- No estás incompleto, Mubbla, sólo eres diferente.
- ¿Diferente?
- Sí, tú formas parte del mundo de los adornos navideños. Te hicieron así para que seas más gracioso y hagas felices a los niños que te vean. Ellos te quieren tal como eres; al verte, les das alegría. Por eso no debes estar triste.
- ¿Estás seguro?
- Por supuesto. Tú eres uno de los protagonistas más importantes de la Navidad.
- ¿Navidad? No entiendo qué es eso.
- Es la época más bonita del año. La gente se une, para celebrar el nacimiento de Jesús, y hace votos de superación.
- ¿Y qué hago yo en medio de eso?
- Tú, como Nivlu, engalanan el árbol de Navidad. Cuando lo hacen, dan luz a estos días.
- ¿Para qué sirve ese árbol?
- Estas ramas, en las que descansas, le recuerdan a la gente que su vida es como ellas. Frágiles, necesitan un apoyo, un soporte que les ayude a ser mejores y a sobrevivir. También que, como ustedes, siempre habrá detalles que les den felicidad. Además, al poner los regalos bajo el árbol, les obliga a entender que lo único que les puede llenar es darles algo de sí a los demás.

Las palabras del viento calaron en Mubbla. De repente, se dio cuenta de que el árbol en el que él vive es mucho más que un elemento decorativo: representa una lección que todos debemos aprender. Aquella que, vestida de luz, nos recuerda que debemos vivir para darle felicidad a quienes nos rodean.

P.D: Este "artículo" salió en el periódico Hoy el 23 Diciembre del 2004. Hoy lo encontré por casualidad y nada, me inspiró subirlo. Es un cuentito de Navidad pero al final, ¿no somos el Mubbla de alguien? Nunca olvidemos ser y buscar los detalles que nos hagan felices. Hoy, después de tantas cosas grises, es bueno recordarlo.

martes, 4 de junio de 2013

¿Qué nos está pasando?


Desde esta mañana siento una rara opresión en el pecho. Me duele el alma, aunque no sé exactamente dónde queda, producto de la tremenda pena que siento al ver los últimos acontecimientos que han tenido lugar en nuestro país.

La semana pasada vimos con horror que el sacerdote Alberto Wojciech Gil tenía al menos cinco años abusando de un grupo de menores que iban a la iglesia San Antonio de Padua, en Juncalito, Jánico. Aunque aún no se ha precisado el número de niños y adolescentes abusados, el número ronda los 14.

Pensar en un cura masturbándose mientras acaricia los genitales de un menor es tremendo. Sin embargo, fue peor aún saber que un profesor de Matemáticas, Jhonny Chevalier, felaba a sus estudiantes y les obligaba a penetrarlo analmente bajo la amenaza de que no pasarían de curso si no lo complacían. Este profesor, de 40 años, abusó de al menos tres menores en la Escuela Primaria Hermanos Trejo, de Higüey.

Todavía con el shock de esta noticia, que supimos ayer, tuvimos que conocer otra atrocidad. Esta vez los victimarios fueron estudiantes que, en un sumo acto de crueldad, penetraron con un palo a un enajenada. Ella gritaba del dolor, pedía que pararan, y ellos reían y continuaban con su violación. Un acto terrible, bochornoso y que, sin lugar a dudas, nos obliga a preguntarnos: ¿qué nos está pasando?

Es evidente que nuestra sociedad ha llegado al grado máximo de la degradación. Nunca antes habíamos visto tantos casos en tan poco tiempo. Parecería que, peligrosamente, se volverán una rutina.¿Qué hacer para evitarlo? ¿Cómo lograr que los nuestros no sean víctimas de tanta maldad y falta de principios?

Hablar de la Iglesia debería sonar a paz, a hacer el bien, actuar apegados a la ética y la moral. Por tanto, cuando quien está llamado a liberarte y darle cobijo a tu espíritu te falla de una manera tan cruel, ¿en quién puedes creer?

Lo mismo pasa con un maestro, que es un guía y un garante de la integridad de quienes tiene a su cargo. ¿Cómo alguien puede lastimar a quien está obligado a cuidar? Por más que lo pienso, de verdad, no lo entiendo.

Las respuestas, tal vez, estén en esos niños (con edades que van de los 11 a los 13 años) que no tuvieron reparos en herir, física y emocionalmente, a quien no podía defenderse. Quizás ellos creyeron que, como su razón está de fiesta, ella no siente o que no importa si algo le duele, le avergüenza, si da cuenta de lo que pasa; igual imaginaron que ella no era nada o que su locura les daba derecho a abusarla.

Si el hecho es despiadado, más lo es saber que había un grupo de niños mirando el hecho y riéndose de lo que le hacían a esa pobre mujer. ¿Cómo puede ser divertido que se mancille el cuerpo y la dignidad de una persona? Ver esto nos dice claramente que las generaciones que nos suceden están tan perdidas que aterra. ¿Qué serán esos muchachos en el futuro? ¿Violadores, vejadores, abusadores...? Inserte cualquier palabra. Quien hace o disfruta algo así no puede ser nada bueno en el futuro.

Me consta que en República Dominicana hay mucha gente buena. Pero estos animales hacen que uno se replantee tantas cosas. A veces dan deseos de marcharse a un lugar apartado, donde nada pase y no haya que preocuparse porque alguien querido tenga que sufrir por gente que ya no sabe o no quiere distinguir el bien del mal.

En días como hoy uno de deprime. Duele demasiado pensar en el país que encontrarán los que nacen hoy. El desconcierto se une a la certeza. ¡Qué bueno sería poder bajar el telón! Esta obra es demasiado trágica y dantesca.

lunes, 3 de junio de 2013

Una guía para ser feliz


Son tantas las vueltas que le damos a las cosas, y a la vida misma, que a veces uno se pregunta para qué. Mucho trabajar, mucho insistir, mucho mortificarse y, en el afán de ser mejores y más grandes, olvidamos lo más simple: ¡vivir!

Por más tonto que parezca, que lo es, nuestras obsesiones nos alejan continuamente de las cosas más importantes. Las luchas son tales y tan intensas que dejamos de lado las maravillas de la cotidianidad. Y es que, lejos de ser rutina, las cosas del día a día tienen mucho de disfrutable. Pensemos, por ejemplo, en ese ocaso que vemos cada tarde. ¿Hay algo más hermoso que eso? Tal vez la sonrisa de su hijo, el abrazo de alguien amado... son demasiadas las razones para ser feliz y estar bien. Pero no. Siempre nos empeñamos en llevar una nube gris sobre nosotros, inventando tragedias que al final no son más que nimiedades.

Cuando uno ve historias como las de Anmarie James-Thomas, que falleció en el mes de marzo después de luchar durante dos años contra el cáncer cervical, uno no puede más que darse golpes en el pecho y reconocer que son muy pocos nuestros problemas. Sólo la enfermedad, en realidad, es un verdadero dilema. Lo demás, casi siempre, es sobrellevable, tiene solución (aunque sea a largo plazo), por lo que nunca debe amargarnos.

Anmarie, que sí tenía un drama, nunca fue infeliz. Así lo atestiguan sus familiares, sobre todo su esposo Geraint, a raíz de la publicación de un libro que ella escribió y se acaba de presentar: "Necesitas humor con un tumor. Reflexiones de un viaje con cáncer".

En ese libro, tal como lo explica su marido, se incluye una guía que ella escribió cuando supo que moriría a pesar de sus 44 años (y que él encontró después que ella falleció). En esa guía Anmarie nos ofrece 20 consejos para ser felices. Son cosas simples, que sabemos de sobra, pero que muchas veces olvidamos porque estamos demasiado ocupados. Uno de sus consejos, el 19, siempre lo he practicado: tener presente que "esto también pasará". Pero, así como pasan los baches, pasa la vida. Por tanto, en nuestras manos está que pase estando bien o pasándola mal. Yo hice mi elección hace tiempo. Y tú, ¿qué harás?. Mientras lo piensas, te dejo con los 20 consejos de Anmarie:

1.- Lo que hagas, siempre regresará.
2.- Tú defines tu propio guion. No dejes que otros lo escriban por ti.
3.- Cualquier cosa que alguien te haya hecho en el pasado, no tiene poder en el presente, a no ser de que tú le des ese poder.
4.- Cuando las personas te muestren quiénes son, créeles la primera vez.
5.- Preocuparse es una pérdida de tiempo. Usa la misma energía para hacer algo sobre aquello que te preocupa.
6.- Aquello en lo que crees tiene más poder que lo que sueñas, deseas o esperas. Te conviertes en lo que crees.
7.- Si la única oración que siempre dices es “gracias”, entonces es suficiente.
8.- La felicidad que sientes está en directa relación con el amor que entregas.
9.- El fracaso es una señal que te llevará en otra dirección.
10.- Si tomas una decisión que está en contra de lo que todos los demás piensan, el mundo no se vendrá abajo.
11.- Confía en tus instintos. La intuición no miente.
12.- Ámate a ti mismo y luego aprende a extender ese amor a los otros en cada encuentro.
13.- Deja que la pasión maneje tu profesión.
14.- El amor no duele. Se siente realmente bien.
15.- Cada día trae la oportunidad de empezar de nuevo.
16.- La duda significa “no”. No respondas. No te apresures.
17.- Cuando no sepas qué hacer, quédate tranquilo. La respuesta vendrá.
18.- Los problemas no durarán para siempre.
19.- Esto también pasará.
20.- Actuaré con la intención de ser fiel a mí mismo.