Quizás exorcismo, quizás ejercicio de reflexión. De cualquier manera, no son más que palabras que se unen en un lúdico baile (sin pretensiones ni egolatrías).
jueves, 29 de marzo de 2012
No, no estamos conformes
Por momentos me confundo. Al escucharlo, me parece vivir en un mundo paralelo. Sus afirmaciones, llenas de optimismo, no me alcanzan. ¿Será que soy demasiado pesimista? Tal vez es que no lo comprendo.
He llegado a pensar que vivo tras una burbuja de cristal que, gris en exceso, no me permite ver las extremas bondades de las que suele hablar el presidente Leonel Fernández. Por ejemplo, difiero de él en torno a la afirmación de que la ciudadanía le reconoce y favorece el desempeño de su gestión en el tema de la educación.
Si bien es cierto que ha construido obras en el sector, el tema de la inversión en el sector educativo nos obliga a echar por tierra esa afirmación. También el que la mayor parte de las iniciativas que ha promovido para elevar la calidad de la educación no han sido más que un mero enunciado: ninguna se ha desarrollado, paradojas del discurso, por falta de recursos económicos.
Pero comencemos por lo primero. Hablemos con números y hechos porque, por aquello de que pueden pensar que se trata de un mero bla, bla, bla, es bueno decir las cosas con propiedad. ¿Por qué no estamos conformes con la inversión? Porque en 1997, durante su propio gobierno, el Congreso aprobó la Ley General de Educación 66'97 que, promulgada por el presidente Fernández, establece que el Estado debe invertir en el Ministerio de Educación (no el sector educativo, ojo) el 16% del presupuesto general de la Nación o el 4% del Producto Interno Bruto (PIB), el que fuera más alto de los dos, algo que nunca se ha cumplido.
Revisando la inversión en los últimos años, tenemos que desde el 2004 hasta el 2011 nunca se alcanzado el 2% PIB, lo que indica que ni siquiera se ha llegado a la mitad de lo que establece la ley.
Los porcentajes que ha recibido la cartera en los últimos años, de acuerdo a un documento proporcionado por el Ministerio, son estos: en el 2004, un 1.40% del PIB; 2005, un 1.68%; 2006, 1.67%; 2007, 1.87%; 2008, 1.86%; y en el 2009, 1.92%. Las cifras del 2010 y 2011 no están en es documento pero fueron de 1.83% y 1.82% del PIB, respectivamente.
Estas sumas distan mucho de lo que establece el Plan Decenal de Educación 2008-2018, que se realizó tras llegar a un consenso durante la realización del congreso del Foro Presidencial por la Excelencia Educativa, un cónclave de dos días que se realizó en el Hotel Lina en enero del 2007 con la idea de crear un gran proyecto para mejorar el sistema educativo.
Sobre el congreso, por demás, hay algo que apuntar: a pesar de que se realizó el 18 y 19 de enero del 2007, había sido lanzado el 31 de enero del año 2005 durante un acto a toda emoción realizado en el Club Mauricio Báez. No fue hasta el 10 de noviembre del 2005, sin embargo, que el Presidente juramentó a las comisiones de trabajo de ese Foro. Prácticamente un año después, el 9 de noviembre del 2006, la entonces secretaria de Educación, Alejandrina Germán, anunció la realización del congreso.
El que las comisiones duraran todo un año trabajando no fue casual: en cada nivel del sistema educativo -inicial, básico y medio (SEE), así como de formación y empleo (SEESCYT e INFOTEP)- se hizo un completo análisis por áreas y se determinó las soluciones que requerían. De ahí salió un plan decenal para cada sector educativo. Esos planes incluían el nivel de inversión.
Con todo el trabajo que costó el Foro (en tiempo y dinero), lo mínimo que debió hacer el gobierno era cumplirlo a pies juntillas. Pero no. Nunca ha invertido lo que el plan establece, que para todos los años disponía más de un 3% del PIB. Este año ya tenía que ser un 4.09%.
Hecho el Foro, promocionado con mucho interés, pasó todo. No fue hasta enero del año 2009, con la Cumbre Por la Unidad Nacional para enfrentar la crisis mundial, que el tema de la educación volvió a tomar vigencia gubernamental: en ella se habló de varias estrategias para mejorar el sistema. Nada de ello vio la luz.
Posteriormente, a finales del 2009 y en medio de la agitación creada con motivo del reclamo del 4% del PIB para Educación, el gobierno escuchó con beneplácito la propuesta del Consejo Nacional de la Empresa Privada, que propugnaba por un “Pacto Social por la Calidad de la Educación”. Eso, como todo, quedó en palabras.
También quedó en el enunciado aquel hermoso proyecto que, bajo la dirección de Melanio Paredes, se llamó Patria Letrada y buscaba erradicar el analfabetismo en el 2012. El 12 llegó y seguimos con un 10% de analfabetismo.
Tal vez algunos pregunten por qué hablar de todas estas cosas. Simple: si bien es cierto que el Presidente está presto a hablar de educación y a convocar pactos y seminarios, jamás hace nada con los resultados de ello.
Ni siquiera cumple sus propias promesas. Tras todos los escándalos por 4%, a finales del año 2011 Leonel Fernández se comprometió a dar RD$4,700 millones en el presupuesto complementario del 2011. Nunca se entregaron. Tampoco se ejecutaron 2,000 millones que estaban en el presupuesto original. Así, ¿podemos estar conformes?
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