lunes, 26 de octubre de 2015

Radha, te vas pero te quedas...

Hay días en los que es muy difícil escribir. Hoy es uno de ellos. La palabra está vestida de negro. Ha muerto. Es puro dolor. Su sonrisa franca se ha apagado. También ese cantar cibaeño que nunca le abandonó a pesar del paquete de años que vivió en Santo Domingo: ¡él siempre tuvo a Santiago tatuada en el alma y se enorgullecía tanto de ello!

Radhamés Gómez Pepín era único. Odiaba los zapatos tanto como la mentira y hacía galas de un humor que cambiaba de color según las circunstancias. Siempre contaba chistes, a veces muy pero muy malos, y reía casi por cualquier cosa. Cada vez que llegaba a la redacción de Hoy, al menos una vez al día, nos alegraba la sobremesa: ¡cuántas historias nos llegó a contar y cuánto lo disfrutamos!

Con una voz dura y unos boches que peinaban a cualquiera, nunca faltó quienes le temieran. El sabía intimidar, aunque dudo mucho que realmente se lo propusiera, y tenía una cara que le ayudaba bastante a ello. Debajo de su vozarrón y su forma directa de decir las cosas había, sin embargo, un corazón inmenso. Siempre estuvo presto a ayudar a todo aquel que lo necesitara y cobijó las causas más peregrinas: en El Nacional siempre se defendía al más jodido, a ese que no tenía cómo defenderse.

Pensar en Radhamés como en alguien que se ha ido duele demasiado. Aunque sabemos que debe estar muerto de la risa y echando cuentos con Cuchito, ese viejito vagabundón que le esperaba allá donde quiera que vayan las almas nobles, es duro tener la certeza de que jamás lo veremos cruzar por las puertas de nuestra redacción.

Aunque era el director del "vecino", siempre fue parte del periódico Hoy. Amigo entrañable de Cuchito, iban y venían de una redacción a la otra haciendo chistes, "fuñendo el parto" y haciendo que las eternas horas en el periódico fueran mucho más amenas para nosotros.

Radhamés siempre fue un apoyo, alguien en quien se podía confiar y a quien se le podía consultar lo que fuera. No hablaba mucho del ayer, eso sí, y sacaba el cuerpo de muchas conversaciones. Prefería hablar de periodismo, su pasión, porque al final es lo que más era: periodista.

También era padre. ¡Cuántas anécdotas nos hacía constantemente de sus hijos! Vivía orgulloso de ellos y son, a todas luces, lo que él más amaba. Por fortuna ellos lo saben muy bien: su familia era su bastón y lo demostraba.

Como jefe era duro, durísimo. Aunque estuve poco tiempo en El Nacional, ya que me mudé para Hoy casi un año y medio después de llegar, me tocó verlo echando chispas muchísimas veces: era exigente y no soportaba las noticias tontas. ¡No había nada que le emocionara más que una buena historia, sobre todo cuando estaba intachablemente escrita!

Por sus manos pasaron muchos periodistas. Son bastantes las generaciones que tocó, de alguna y otra manera, dejando en ellos algo de su legado: enseñar era parte de él y lo hacía de una forma natural, sin esfuerzo alguno; sus consejos y sus boches se quedaban, indefectiblemente, con uno.

A Radhamés lo recordaremos por muchas cosas. Por sus palabras disonantes, por el caminar quedo de sus últimos años, por su humor y sus chistes... pero, sobre todo, por el cariño que supo dar a quienes tenía cerca. Hoy te has ido, Radha, pero te quedas. ¡Nunca te olvidaremos!

viernes, 9 de octubre de 2015

¡El día de la niña no es una fiesta!

Niñas vestidas de princesas, mostrando una enorme y angelical sonrisa, en franca demostración de alegría. "Celebran el día de la niña", cual si fuese una fiesta y, al hacerlo, echan por tierra todo lo que se busca al haber declarado el 11 de octubre como el Día Internacional de la Niña: ¡llamar la atención acerca de la vulnerabilidad y la difícil situación que viven las niñas en casi todo el planeta!

La idea de este día no es hablar de lo fabulosas que son las niñas, sino mostrar su situación: la mayoría está marcada por la pobreza, una realidad que suele llevarlas al embarazo y las aleja de la educación. Los datos son, en realidad, alarmantes: hay 65 millones de niñas que no asisten a la escuela en el mundo, es decir, casi una de cada cinco adolescentes, según el informe "Por ser Niña 2015", realizado por Plan Internacional.

Como si eso fuera poco en América Latina y el Caribe poco más de 104 millones de niñas experimentan rezagos en sus oportunidades de desarrollo futuro sólo por ser jóvenes y por ser mujeres. Por esa razón, el 70% de todas las personas que viven en extrema pobreza en el mundo son mujeres. Pero, ¿cómo lograr que sea de otra manera cuando el trabajo doméstico sigue siendo la principal fuente de ingresos de las mujeres y las niñas y a menudo es el principal trabajo remunerado a tiempo completo?

Más fuerte aún es escuchar que las niñas de entre 13 y 18 años de edad constituyen el grupo más numeroso en la industria del sexo: se calcula que cerca de 500.000 niñas de menos de 18 años son víctimas de tráfico sexual cada año.

La situación de las niñas es tal que se calcula que una de cada tres niñas en el mundo en desarrollo se casará antes de su cumpleaños número 18. "Si no se hace nada para detener las tendencias actuales, para el 2020 más de 140 millones de niñas estarán casadas. Esto es, 14 millones cada año o casi 39.000 niñas casadas cada día", sostiene el informe.

Producto de ello, las complicaciones en el embarazo y el parto son una de las principales causas de mortalidad entre las niñas de 15 a 19 años en los países en desarrollo, mientras que las muertes de infantes son 50 por ciento más altas entre los bebés nacidos de madres menores de 20 años que entre aquellos nacidos de madres entre los 20 y 30 años.

2015. El informe Por ser Niña 2015 resalta que en una encuesta realizada en 16 países determinó que el 10% de las niñas entre 5-14 años realizan tareas domésticas por un espacio de 28 horas o más cada semana, lo que les impide estudiar.

También señala que la pobreza familiar tiene más impacto en la supervivencia de las niñas que en la de los niños: una caída del 1% en el PIB incrementa la mortalidad infantil en 7.4 muertes por cada 1,000 niñas nacidas vivas versus 1.5 muertes por cada 1,000 niños nacidos vivos.

Importancia. Hacer visible la situación de las niñas es vital. De no cambiarla, la de las mujeres tampoco será mejor. Son demasiadas las cosas que deben cambiar. Por ejemplo, la situación de violencia: de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres experimentan violencia doméstica y, de acuerdo a Plan Internacional, el acoso sexual en la escuela y en las calles es bastante común.

Pero Plan nos recuerda además que la desigualdad y la discriminación continúan: las niñas y mujeres todavía aprenden menos, ganan menos y tienen bastante menos activos y oportunidades. El control sobre sus cuerpos, además, continúa siendo el instrumento del clientelismo político y la mortalidad materna continúa estando inaceptablemente alta. "En ninguna región del mundo las mujeres y hombres, o las niñas y los niños tienen igualdad en sus derechos sociales, legales o económicos", resalta en el informe del 2015.

La falta de derechos es tal que en 15 países del mundo los esposos pueden objetar por vía legal que sus esposas trabajen e impedirles aceptar el puesto y en 79 países hay leyes que restringen los tipos de puestos laborales que las mujeres pueden tener.

Hay otras estadísticas terribles: el salario promedio de las mujeres a nivel mundial es 24% inferior al de los hombres y, de seguir el ritmo actual, se necesitarán al menos 81 años para cerrar completamente la brecha de género en los salarios.

¿Desde cuándo? El Día de la Niña se conmemora desde el año 2012, ya que fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 19 de diciembre del 2011. Su aprobación se logró gracias a una propuesta hecha en el 2009 por Plan Internacional.

Orientemos. En lugar de celebrar, el Día de la Niña debe ser un espacio para orientar. Hay que hablarles de derechos, de oportunidades y de cómo lograr que tengan una mejor vida. Hoy no vistamos a las niñas de princesas: que vayan de doctoras, de físicas, de artistas o cualquier otra cosa parecida. Hagamos las pequeñas que piensen en lo que quieren ser y lo que pueden lograr. Cambiemos la vida de alguna niña. De eso se trata el 11 de octubre.

miércoles, 7 de octubre de 2015

El periodismo: renovarse o morir

Con una eterna invitación a hacer las cosas de forma diferente, cada jornada terminó convirtiéndose en una radiografía del periodismo actual. Aquel que, como bien todos sabemos, está condenado a renovarse o morir. De eso, precisamente, se habló durante las jornadas del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo, realizado la semana pasada en la ciudad de Medellín, Colombia.

Organizado por la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano como parte de la entrega del Premio Gabriel García de Periodismo, el festival se realizó desde el 29 de septiembre al 1 de octubre. Allí se conocieron los trabajos que resultaron finalistas, así como también se desarrollaron talleres y conversatorios sobre periodismo.

Cada presentación fue una experiencia única y valió la pena. En estas líneas, sin embargo, me quedaré sólo con las exposiciones de Jeff Jarvis y Gideon Lichfield, dos periodistas de generaciones distintas que conocen mundos diferentes pero tienen muy claro qué es lo primordial a la hora de hacer buen periodismo: poner la mirada en el lector.

Servicio. El primer conversatorio del festival fue el de Jeff Jarvis, periodista de los Estados Unidos, quien habló con Juanita León (Colombia) y Rosental Alves (Brasil) sobre cómo reconstruir el periodismo como servicio y no como una fábrica de productos.

Para comenzar Jarvis recordó que antes los medios controlaban la audiencia pero ya no es así. Tenemos que cambiar el periodismo para hacerlo de más calidad, aseguró al tiempo de señalar que el ejercicio debe estar ahora mucho más comprometido que ayer. "El periodismo necesita valentía", afirmó.

Al hablar de lo que es el periodismo, Jarvis señaló que no es contenido: es un servicio para la gente. Por ello, entiende que no se puede pensar en un producto masivo, sino en aquello que quieren las personas. Hay que escuchar siempre a la audiencia, sentenció.

"Agregamos valor como periodistas cuando preguntamos", dijo Jarvis, quien sostiene que el ejercicio puede convertirse en defensoría: "tenemos que ser servidores de la comunidad, hay que decir lo que no se quiere oír", dijo.

Ahora bien, ¿qué son los periodistas para él? Contadores de historias que siempre deben ser leales a la credibilidad. Esos contadores, además, deben ganarse la confianza del público con buenos datos, poniéndose siempre del lado del lector.

Un último consejo: no escribir las historias que todo el mundo escribe. "Hay que subir el nivel del periodismo", aconsejó. Para ello, a juicio de Jarvis, hay que centrarse en los reportajes de alto nivel.

Quartz. Con una visión distinta, ya es que es bastante más joven, el británico Gideon Lichfield apuesta por las nuevas tecnologías.Por algo es cofundador y editor de Quartz, una publicación financiera que sólo utiliza plataformas digitales.

Para él lo importante es la relevancia. "Hay que ser relevante, no tratar de cubrirlo todo sino lo que le interesa a la audiencia", dice al punto de señalar que no se le puede hacer perder el tiempo a la gente porque eso es, al final, lo más importante en internet.

Basado en esa premisa, Quartz se maneja con muchos gráficos y poco texto. Siempre buscando la creatividad, él cuenta que escriben con infografías. Por esa razón cada reportero es un diseñador que se empeña en usar las infos y los textos (si lleva) de forma que sea más cómodo y fácil de escribir... y, claro, de leer.

"Respeta los hábitos del lector", aconseja Lichfield resaltando que siempre hay que tener pendiente dónde lee, a qué hora, cómo y qué lee la gente. Por supuesto también hay que estar al tanto de qué plataforma usa el lector porque hoy día el mundo informativo se mueve mucho más allá de la web: ahora también están las apis, los newsletters, las redes... las noticias llegan por todos lados y por eso, puntualiza Lichfield, "hay que estar abiertos a todas las plataformas".

Insistiendo en que sólo usan la palabra cuando es importante, sostiene que es de vital importancia que los medios se relacionen con los lectores y por eso ellos lo hacen regularmente a través de Twitter. Al hacerlo, determinan qué es interesante para la gente. "Vamos donde está el lector, por eso usamos todas las plataformas", indica.

Eso no implica, por supuesto, que los reporteros no salgan a la calle: "como periodista tienes mejor información cuando sales a hablar con la gente", afirma al tiempo de recordar que siempre hay que hacer las noticias apegado a los hechos, siendo honestos y justos.

martes, 6 de octubre de 2015

Este es el mejor tiempo, :)

Esta ha sido una semana extraña. Por antojos del azar el pasado ha regresado vestido de mil maneras distintas. He recordado épocas y personas diferentes, anécdotas dispares... sin quererlo, porque jamás me lo propuse, he hecho un repaso de los últimos tiempos. ¡Qué bien me he sentido al hacerlo!

Generalmente cuando miramos hacia atrás lo hacemos llenos de nostalgia. Muchas veces añoramos lo que dejamos, bajo la falsa premisa de que el pasado siempre fue mejor, y nos lamentamos pensando en aquello que ya no está (a pesar de que, en ocasiones, nosotros mismos hayamos tomado la decisión de irnos).

Hoy todo es diferente para mí. Con circunstancias nuevas, llena de un optimismo que nunca antes había conocido, por primera vez estoy segura de que este tiempo es el mejor: lo grandioso está hacia adelante y, por ello, camino en esa dirección. El pasado, que ya ha quedado a lo lejos, no puede tocarme: ¡ninguna sensación es mejor que esa: la que da la liberación!

Tal vez si me lo hubiese propuesto no hubiera podido lograrlo. El olvido llega cuando no lo buscamos. ¡Qué antojadizo es! Tanto esperarlo, llamarlo y buscarlo y vengo a descubrir que llegó cuando no me acordaba de él. ¡Para olvidar hay que soltar y dejar de pensar!

Sí, sí, no me mires así: siempre es posible hacerlo. Sé que piensas que tú no, que no podrás olvidar, que la vida es terrible, que el desamor te agota, que necesitas fuerzas... ¡deja todo eso! ¡Tienes que entretenerte, buscar cosas nuevas, leer, ir al cine, perder el tiempo: cualquier cosa que te aleje de los pensamientos que te agobian!

Hace justo un año comenzó mi "debacle". El piso se comenzó a mover, las cosas se torcieron, volvieron recuerdos difíciles, las dudas, la incertidumbre y todas esas sensaciones que preceden al cataclismo final. El proceso fue lento, pasaron unos meses, llegó el desgaste y la ruptura. Y oh, caramba, tras las dudas iniciales se presentó la certeza más absoluta: nadie puede vivir en un ambiente en el que no sea plenamente feliz.

Pero la felicidad va mucho más allá de estar con alguien -que es divino, por supuesto-: es estar bien con uno mismo, sentirse en paz, no tener conflictos alrededor, buscar aquello que nos hace plenos. Suena difícil, cuando uno está hundido, pero la verdad no es nada complicado: es puro asunto de actitud.

No, no me he vuelto loca aunque parezca. La actitud, aunque a veces pensemos que no, es la mitad del pleito: si vemos las cosas bien irán bien pero si las vemos mal se irán para el carajo. ¿Qué hay cosas que no dependen de nosotros? ¡Es cierto! Pero hay muchas que sí podemos controlar: ¡hagamos que esas funcionen! De hacerlo, estaremos mucho más cerca de la felicidad. ¿Qué te cuesta intentar?

A ti, que tal vez quieras volver

Hoy me escribes. Quieres volver a verme. Hace meses te dije adiós. Te expliqué, con claridad, que te dejé de amar. Reconocerlo dolió. Pero también fue un alivio: después de casi diez años mi corazón se liberó. Fue, por fin, libre.

Hice todo por estar contigo. Sufrí el sufrimiento, superé las adversidades y me repuse frente a ti mismo. Fui niña, mujer, tonta, ilusa, víctima, “verduga”, dama… desempeñé todos los papeles que me correspondieron intentando estar a la altura de las circunstancias.

Para ti nunca fue suficiente. Cuando te amé con locura no me amabas. Hubo momentos, incluso, en los que fuiste muy cruel. Yo lo aguanté todo. Fui poquita, fui nada. Te quería por encima de todo. Por eso soportaba tu desdén y reía cuando, después de lastimarme, volvías. ¡Tú siempre volvías!

Un buen día las cosas cambiaron. De repente te necesité más cerca. Te quería junto a mí, de verdad, y no por momentos prestados. Quería algo real, sin muchas pretensiones, pero real. Dijiste que no, que no podías. De ponerte a elegir, tendrías que irte en ese momento.

Por favor, quédate, te dije. Respondiste que no. Imploré nueva vez. Recibí otro no. Entonces lloré con desconsuelo, como muchas otras veces. Esta vez fue distinto. Me miraste a los ojos. Dijiste, frío, que no me podías amar. No querías tener más hijos ni un matrimonio ni nada que te alejara de la empresa que querías formar. Yo no era importante para ti. Tu mundo, lo demás, era lo que contaba.

Sufrí por mucho tiempo. Nunca te importó. Mi dolor no te hería. Sólo querías refugiarte en mi cuerpo. Así el tiempo pasó… hasta que volviste. Pero volviste sin volver. Me mareaste algunos meses pero te fuiste envolviendo en palabras que al final se fueron al aire. ¡Qué raro era estar sin estar!

Luego te enfermaste. Y supe que nunca te había dejado de amar. Fui a verte. Y me quedé. Te cuidé. Te acompañé e hice todo lo posible para que tu dolor fuera menos. ¡Cuánto hubiera dado por sufrir en tu lugar, por liberarte!

Poco a poco nos fuimos haciendo uno. Y creo que fuimos felices. Muy felices. Jamás, a pesar de las limitaciones, estuvimos tan bien como entonces. Creí que sería eterno. Pensé que ya era para siempre. ¡Cuánto he soñado con ese para siempre que nunca ha llegado!

No fuiste feliz. Me tenías sin condiciones. Nunca lo creíste. Dudaste. Tanto dudaste que tus dudas me arroparon, me asfixiaron… acabaron con todo lo que existía. Jamás te engañé ni te mentí. Pero nunca te convenciste. Siempre pensaste que tenía algo que ocultar. ¡Yo que por ti habría dado mi vida!

De pleito en pleito, a pesar de que siempre se basaban en suposiciones absurdas, mi amor se fue muriendo. El dolor, que surgía de nuevo, se hizo muy pesado. Era difícil estar. El equipaje comenzó a pesar. Entonces me di cuenta de que tenía que dejarte atrás. Se trataba de elegir entre tú o yo. Seguir contigo era dejar de vivir, entregarme al sinsentido de no poder ni pensar por miedo a lastimar lo nuestro. Pero, ¿puede algo existir sin respirar? No, no hay manera de ser cuando es bajo coerción.

Nunca quise que fuera así. Siempre soñé con casarme contigo. Creía que sería la felicidad más plena. No supe ver que, así como antes no eras capaz de amarme, nunca lo serías. Cuando el amor no fluye desde el principio jamás lo hará. ¿Por qué cuesta tanto reconocerlo? ¿Por qué tenemos que esperar que todo se rompa por dentro para verlo? ¡Cuántas preguntas sin respuesta!

Sí, sé que es absurdo que te diga adiós cuando has decidido amarme. ¡Esperé nueve años para que lo hicieras! Cualquiera sonreiría y te abriría los brazos. Yo no puedo. Dentro mí algo murió cuando decidiste creer en fantasmas que no existían. Por eso, a pesar de que muchas veces esperé que me amaras, ya no puedo amarte. Mucho menos cuando, en momentos de “desesperación”, me intentas herir. ¡Jamás podrás volver a hacerlo!

Hoy tengo que decirte, vestida de orgullo, que no miraré atrás. No sé si quieres volver o quieres jugar. Ya no me importa. El mundo me espera. He durado mucho tiempo dándole la espalda. Adiós. Te deseo mucha suerte. La necesitarás. Con cariño,

Marien.