lunes, 27 de septiembre de 2010

Unos muertos imaginados


Ayer soñé que había muerto. Sentí el dolor, lacerante, de una herida que atravesó mi costado izquierdo. No miré la sangre. Sería incapaz de tolerar esa imagen. Podría, de inmediato, morir.

Era paradójico. Yo moría pero lo que me preocupaba no era mi muerte: era verme mal, mostrándome vulnerable y sintiéndome cobarde. Por qué, me dije al despertar, lo que me dolía era lo más intrascendente.

Fue entonces cuando reparé en que antes de dormir había visto una nota que me sorprendió: el ministro de Interior y Policía, Franklin Almeyda Rancier, volvió a insistir ayer en que en la República Dominicana la inseguridad es más un asunto de percepción que de realidad. Es decir, que a nosotros nos da la impresión de que el país es más inseguro de lo que es.

Enarbolando un índice de criminalidad de 23 homicidios por cada cien habitantes, Almeyda se contenta con afirmar que esta es una de las cifras más bajas en Centroamérica y el Caribe.

Ese argumento a mí no me sirve de nada. Hace tiempo que utilizan esas frases manidas para convencernos de que estamos creyendo, erróneamente, que la violencia es mayor de la que existe.

Ya lo intentó Guillermo Guzmán Fermín, ex jefe de la Policía Nacional, y no le sirvió de nada. Una sociedad que cuenta sus muertos no puede ser engañada por funcionarios a los que la criminalidad les parece baja.

Cada muerto que cae en la República Dominicana tiene que llamarnos la atención. Nosotros los vemos caer, no son producto de nuestra imaginación ni de nuestros sueños. Hoy tres personas fueron tiroteadas en San Carlos. Pero, según Almeyda, todo está bien.

Qué gobierno nos gastamos. Lo que importa es la imagen, no lo que sucede. Que mueran todos pero que la sangre no salpique. Están peor que en mis sueños.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Las caras de Leonel Fernández


Frente a unos llora. Al otro lado, sin embargo, se ufana. Al verlo, no hay manera de quedarse impasible. La duda nos asalta. ¿Cuál de las caras es la de verdad? ¿En realidad desea lamentarse o es que quiere reír?

Con un rostro distinto para cada escenario, el presidente Leonel Fernández sale del país con la valija llena de justificaciones, promesas, propuestas, sueños y, sobre todo, argumentos para quedar bien frente a la comunidad internacional.

Es por eso que vimos a un discreto Presidente que se lamentaba porque no podrá cumplir con los Objetivos del Milenio. Pero con las crisis de Hipólito Mejía (en el 2003) y del mundo financiero sobre sus espaldas, ¿quién puede culparle de no haber podido avanzar lo suficiente?

Son muchos los países que han visto menguar el gasto social por culpa de las grandes crisis. Buena sombrilla para cobijarse, sin lugar a dudas, de no haber sido porque la República Dominicana estuvo tan blindada que no fue hasta meses después que el mundo se sacudió que el gobernante se dio cuenta de que la crisis financiera internacional sí había afectado al país.

Por eso, a pesar de que el 28 de octubre del 2008 dijo que su gobierno tuvo el mérito de haber tomado las previsiones para mantener la estabilidad económica y la tasa del dólar, en abril del 2009 tuvo que reconocer que la crisis nos había golpeado, por lo que el 26 de abril pedía al país unidad ante la crisis. Para septiembre, sin embargo, el ojo del huracán ya había pasado.

Con una forma tan hábil de manejar una crisis que apenas existió en su discurso, no entiendo cómo Leonel dice ahora que los problemas económicos no le permitirán cumplir los Objetivos del Milenio. Lo increíble es que, apenas un día después de lamentarse por eso, se pare delante de un grupo de estudiantes y diga que la República Dominicana vive una revolución educativa. ¿Cómo hacerlo si no tiene dinero para cumplir con los Objetivos del Milenio?

Con esos ires y venires, el Presidente nos dice que la crisis es apenas un as que él maneja según el escenario. Por eso nos cuesta creerle. De cualquier manera, sin embargo, debo confesar que me encanta verlo cuando está en el exterior, ya que aquí tenemos casi que rezar para escucharle hablar. Menos mal que sale del país prácticamente una vez al mes -lleva 14 viajes en los últimos 12 meses-, ya que sino habríamos olvidado su voz.