jueves, 11 de noviembre de 2010

La educación: profundo problema

Mi mamá me mima”, decía una de aquellas famosas estrofas del Libro Nacho con el que generaciones de dominicanos aprendimos a leer. Posteriormente, mientras dejamos a un lado el ritmo de esas fáciles sílabas, vimos cómo los profesores se empeñaban en darnos clases de lectura comprensiva.

Por aquel entonces creía que era una necedad que preguntaran tantas veces qué quería decir el autor de tal o cual texto. Era obvio, pensaba mientras callaba y respondía. Hoy veo que esa práctica no era tan absurda como parecía.

Comprobarlo fue tan simple como darle un mandato a un pasante: al pasarle una nota, de pocos párrafos y que no parecía llamar a confusión, descubrí que había distorsionado la realidad a un punto tal que era obvio que había leído mal.

Producto de ello, de repente el presidente Leonel Fernández aparecía inaugurando un congreso en el que nunca estuvo. ¿Qué decía el párrafo en cuestión? “La apertura del congreso, que fue declarado de “utilidad nacional” por el presidente de la República, Leonel Fernández, fue encabezada por los ingenieros…”.

En otro párrafo se hablaba de que el Presidente instruyó a las instituciones gubernamentales que tienen que ver con el agua a que apoyen el Congreso Interamericano de Ingeniería Sanitaria y Ambiental.

Ver esto me llenó de preocupación. ¿Cómo alguien que cursó las educaciones básica, media y universitaria puede tener tantas lagunas? Peor aún es saber que no se trata de un caso aislado, digno de pena, sino de una realidad que se ve multiplicada en todas las áreas.

A pesar de ello, el Gobierno se niega a cumplir con la Ley 66-97 que establece que se invierta el 4% del PIB o el 16% del Presupuesto a Educación. ¡Como si no hiciera falta!

jueves, 4 de noviembre de 2010

RD: una gran pasarela


Con luces multicolores, brillantes, la pasarela espera ser ocupada. Ella sabe que pronto vendrá alguien que se pasee sobre su piel con donaire. Nunca la dejan sola mucho tiempo. Esa es su gran apuesta.
Hoy es la corrupción la que se pone los tacones y desfila con un traje de ocasión. Al hacerlo, obliga a todos a hablar sobre sus vestidos, su maquillaje, sus movimientos... en fin, todos sus matices.
Aunque mañana es muy probable que nadie recuerde los espectaculares garbeos que ella se está dando, hoy la gente se deja seducir a un punto tal que parecería hipnotizada.
El que más ha sucumbido ante sus movimientos es el presidente Leonel Fernández, un zar de la moda que suele dictar las pautas de lo que se habrá de llevar pero que a veces pierde el sentido de la realidad por culpa de ella.
Eso, precisamente, es lo que le ha sucedido con la corrupción. Al verla tan despampanante, ocupando todos los espacios, se convenció de que debía elevar una consigna y llevarla consigo.
Y entonces se hicieron el desfile y la fiesta. Por eso ayer el Presidente hablaba de tomar medidas para transparentar las compras y contrataciones. También decía que el gobierno cumplirá con los acuerdos que se concretaron en la mesa de transparencia organizada por la Iniciativa Anticorrupción.
Todo esto sólo da risa. Leonel sabe, como lo sabemos todos, que en muchos ministerios ningún contrato se hace ni se paga si no se deja un por ciento en el escritorio o la finca del ministro. Por eso, a pesar de que los salarios son altos pero no deslumbran, las mansiones sobran. ¿Por qué no atajar eso? No, mejor subir a la pasarela y hacer el show. A ver cuál es la próxima lucha que se pone de moda.


La corrupción dominicana se asemeja a este traje de Johnn Galliano para Christian Dior: es vaporosa y espectacular.

Jimmy Bauer y la insoportable levedad del ser


Una sola mirada y uno cree asegurar de qué va. Intuye, quizás por arrogancia o comodidad, que las cosas son tal como las suponemos y nada más.

Pero no. Lejos del blanco o del negro hay una serie de grises que sólo conocen quienes se han manejado en los bandos medios de la vida. Son, sin caer en la bondad o la maldad, aquellos que aprenden a sobrellevar todas las situaciones.

Así, como si fuera alguien que jugaba al equilibrio y de repente cae, parece haber vivido Jimmy Bauer, un joven bachatero que casi pierde la vida intentando sacar un kilo de heroína oculto en su estómago.

Viendo su foto, y descubriendo sus videos como si hubiera salido al mercado ahora, me preguntaba cómo un muchacho con su talento llega a tal extremo de estupidez.

Quizás la culpa sea de una industria que no le dio el apoyo que merecía. Tal vez la responsabilidad es de un individuo que no supo esperar su momento. Al verlo, sin embargo, uno no puede más que sentir rabia: ¿cómo alguien con un futuro prometedor hipoteca su vida de una forma tan absurda?

La respuesta viene de la mano de un título de Milán Kundera: “la insoportable levedad del ser”. Sólo así, por lo leves que podemos llegar a ser, se entiende que alguien cometa un error de ese tamaño. El deseo de tener más dinero, influencia y hasta éxito puede obnubilar a la gente de forma tal que sea capaz de sobrepasar las fronteras del bien y del mal. Es triste ver que eso estamos propiciando. Una sociedad en la que el dinero pesa más que el corazón no puede esperar otra cosa. Por eso caerán más.