jueves, 29 de marzo de 2012

No, no estamos conformes


Por momentos me confundo. Al escucharlo, me parece vivir en un mundo paralelo. Sus afirmaciones, llenas de optimismo, no me alcanzan. ¿Será que soy demasiado pesimista? Tal vez es que no lo comprendo.

He llegado a pensar que vivo tras una burbuja de cristal que, gris en exceso, no me permite ver las extremas bondades de las que suele hablar el presidente Leonel Fernández. Por ejemplo, difiero de él en torno a la afirmación de que la ciudadanía le reconoce y favorece el desempeño de su gestión en el tema de la educación.

Si bien es cierto que ha construido obras en el sector, el tema de la inversión en el sector educativo nos obliga a echar por tierra esa afirmación. También el que la mayor parte de las iniciativas que ha promovido para elevar la calidad de la educación no han sido más que un mero enunciado: ninguna se ha desarrollado, paradojas del discurso, por falta de recursos económicos.

Pero comencemos por lo primero. Hablemos con números y hechos porque, por aquello de que pueden pensar que se trata de un mero bla, bla, bla, es bueno decir las cosas con propiedad. ¿Por qué no estamos conformes con la inversión? Porque en 1997, durante su propio gobierno, el Congreso aprobó la Ley General de Educación 66'97 que, promulgada por el presidente Fernández, establece que el Estado debe invertir en el Ministerio de Educación (no el sector educativo, ojo) el 16% del presupuesto general de la Nación o el 4% del Producto Interno Bruto (PIB), el que fuera más alto de los dos, algo que nunca se ha cumplido.

Revisando la inversión en los últimos años, tenemos que desde el 2004 hasta el 2011 nunca se alcanzado el 2% PIB, lo que indica que ni siquiera se ha llegado a la mitad de lo que establece la ley.

Los porcentajes que ha recibido la cartera en los últimos años, de acuerdo a un documento proporcionado por el Ministerio, son estos: en el 2004, un 1.40% del PIB; 2005, un 1.68%; 2006, 1.67%; 2007, 1.87%; 2008, 1.86%; y en el 2009, 1.92%. Las cifras del 2010 y 2011 no están en es documento pero fueron de 1.83% y 1.82% del PIB, respectivamente.

Estas sumas distan mucho de lo que establece el Plan Decenal de Educación 2008-2018, que se realizó tras llegar a un consenso durante la realización del congreso del Foro Presidencial por la Excelencia Educativa, un cónclave de dos días que se realizó en el Hotel Lina en enero del 2007 con la idea de crear un gran proyecto para mejorar el sistema educativo.

Sobre el congreso, por demás, hay algo que apuntar: a pesar de que se realizó el 18 y 19 de enero del 2007, había sido lanzado el 31 de enero del año 2005 durante un acto a toda emoción realizado en el Club Mauricio Báez. No fue hasta el 10 de noviembre del 2005, sin embargo, que el Presidente juramentó a las comisiones de trabajo de ese Foro. Prácticamente un año después, el 9 de noviembre del 2006, la entonces secretaria de Educación, Alejandrina Germán, anunció la realización del congreso.

El que las comisiones duraran todo un año trabajando no fue casual: en cada nivel del sistema educativo -inicial, básico y medio (SEE), así como de formación y empleo (SEESCYT e INFOTEP)- se hizo un completo análisis por áreas y se determinó las soluciones que requerían. De ahí salió un plan decenal para cada sector educativo. Esos planes incluían el nivel de inversión.

Con todo el trabajo que costó el Foro (en tiempo y dinero), lo mínimo que debió hacer el gobierno era cumplirlo a pies juntillas. Pero no. Nunca ha invertido lo que el plan establece, que para todos los años disponía más de un 3% del PIB. Este año ya tenía que ser un 4.09%.

Hecho el Foro, promocionado con mucho interés, pasó todo. No fue hasta enero del año 2009, con la Cumbre Por la Unidad Nacional para enfrentar la crisis mundial, que el tema de la educación volvió a tomar vigencia gubernamental: en ella se habló de varias estrategias para mejorar el sistema. Nada de ello vio la luz.

Posteriormente, a finales del 2009 y en medio de la agitación creada con motivo del reclamo del 4% del PIB para Educación, el gobierno escuchó con beneplácito la propuesta del Consejo Nacional de la Empresa Privada, que propugnaba por un “Pacto Social por la Calidad de la Educación”. Eso, como todo, quedó en palabras.

También quedó en el enunciado aquel hermoso proyecto que, bajo la dirección de Melanio Paredes, se llamó Patria Letrada y buscaba erradicar el analfabetismo en el 2012. El 12 llegó y seguimos con un 10% de analfabetismo.

Tal vez algunos pregunten por qué hablar de todas estas cosas. Simple: si bien es cierto que el Presidente está presto a hablar de educación y a convocar pactos y seminarios, jamás hace nada con los resultados de ello.

Ni siquiera cumple sus propias promesas. Tras todos los escándalos por 4%, a finales del año 2011 Leonel Fernández se comprometió a dar RD$4,700 millones en el presupuesto complementario del 2011. Nunca se entregaron. Tampoco se ejecutaron 2,000 millones que estaban en el presupuesto original. Así, ¿podemos estar conformes?

martes, 27 de marzo de 2012

¡Por algo será!


Las discusiones, con frecuencia, devienen en algo más. Desde el insulto velado hasta la predisposición y la duda... todo se cierne en meras palabras que, al final, pueden provocar los más terribles desatinos.

Acalorarse es absurdo. Pero sucede. Y decimos cosas que, tal vez, no debemos. Algunas de ellas pueden ser en tono de sorna. Pero generan reacciones. Incluso, inesperadas. Por aquello de que la ironía no se establece através de las letras, si hablamos en la red, la cosas pueden desmadrarse.

Eso me ha sucedido un par de veces. Los efectos han sido demoledores. Aunque uno lo disimule, por aquello del orugullo y hasta la vanidad (eso de mostrarse vencido en público no es bonito), cuando te dicen cosas que hieren queda una mancha indeleble en el alma. Sobre todo, por supuesto, si quien te lastima es alguien cercano.

Seguramente has de preguntarte por qué digo esto. Es un desahogo, quizás estéril, que sólo busca despejar algunas emociones insanas. Hablar, decir lo que uno siente, hace que la carga sea mucho más liviana. Por eso contaré la historia que da título a estas líneas.

Todo comenzó por la denuncia de una donación de medicinas que, hechas por el partido de oposición, fueron devueltas por el hospital de Elías Piña. Yo estaba indignada porque, no importa quién las entregue, es inconcebible que se le niegue algo a quien lo necesita.

Varias personas empezaron a cuestionar el hecho. Otras a justificarlo y a decir que era necesario escuchar la otra campana. Algunos querían que, en nombre del beneficio de la duda, no se hablara más del tema. Entonces salió a colación que gente de uno y otro partido (los mayoritarios) se han comportado indebidamente en la campaña. Mi posición al respecto es clara: el que todos lo hagan no lo justifica y, en cualquier caso, hay que denunciar lo que no es correcto.

Fue en ese momento que me dijeron lo siguiente: "cuidado con eso, a ellos no les gusta". Yo respondí que "total, como quiera me acusan". Acto seguido surgió la respuesta lapidaria: "¡por algo será!". En ese momento no pude más que, con la disculpa de mi madre que no es responsable de lo que hago, declararme como una hija de la gran puta.

Ahí quedó la cosa. Pronto vino una despedida y acabó la discusión. Pero no olvidé el "¡por algo será!. Pensar en las acusaciones que me hacen, de cuando en cuando, no me preocupa demasiado. Lo triste es que quien valide esas acusaciones sea alguien que me conoce desde siempre y, por tanto, no debería tener razones para hacerlo.

El que muchos se confundan es normal. En tiempos de política es más fácil recurrir a la descalificación que sentarse a pensar en la veracidad o coherencia de lo que alguien, que piensa distinto, está diciendo.

Entre los aparcelados se ha puesto de moda decir que quienes nos "vestimos" de imparcialidad (palabras suyas) ocultamos detrás un color y/o simpatía partidarios. Pero se equivocan. Quizás por desconocimiento o imbecilidad -aquella que no les permite ver más allá de su horizonte- olvidan que hemos sido muchos los que hemos mantenido la misma posición desde que iniciamos nuestras carreras. Hablo, específicamente, de gente del mundo la prensa.

Si bien es cierto que hay quienes cobran por todo lo que dicen o hablan en función de lo que cobrarán si gana el PRD, hay quienes jamás hemos recibido un centavo por lo que hemos dicho y tampoco aspiramos a ello. Cuestionamos, todo lo cuestionable, con la única intención de que este país mejore y sea algo parecido a lo que nos merecemos.

Durante los cuatro años de Hipólito Mejía, por allá por el 2000-2004, dije todo lo que correspondía en ese momento. Reseñé cientos de cosas, critiqué lo que me pareció mal y, afortunadamente, mis crónicas y columnas están ahí para hablar por mí. Entonces, ¿por qué el Gobierno y los adeptos del PLD esperaban que hiciera algo distinto con ellos?

Es probable que al 2004, después de las tantas cosas que dije de Hipólito, los peleístas (grandes amigos y allegados, por demás) entendieran que era una de ellos. Con el tiempo, a golpe de denunciar los yerros de este gobierno, habrán de pensar que les he traicionado. Lamento decirles que yo no he cambiado. Lo hicieron ustedes que, a pesar de que han hecho muchas cosas parecidas y algunas hasta peores, olvidaron que predicaban hacer lo correcto antes de ser gobierno.

Ayer todos ustedes me alababan por lo que escribía. Disfrutaban viéndome destrozar a Hipólito. Pero hoy soy una arpía porque me meto con Leonel, su gran señor, ese ser tan perfecto que nadie puede menoscabar. Ese, asumo, ha sido mi pecado.

Son muchas, muchísimas, las cosas que podría decirles. Pero esto es lo último que les diré: si cuestionar lo que está mal me hace digna de acusaciones, acúsenme tranquilamente. Yo no pienso dejar de hablar. Digan que estoy vendida, parcializada, comprada, cegada, alterada, amargada... lo que les dé la gana. Yo estaré tranquila, mucho, y me reiré cuando alguien vuelva a decirme ¡por algo será! Sabré que es porque no soy como ellos: alguien que, por lograr su objetivo que no es más que alcanzar el poder, es capaz de llevarse a cualquiera por delante. A ustedes, los que tanto me quieren joder, les dedico esta foto que me hizo mi amiga Maya Oviedo. No merecen más: una sonrisa complacida, porque soy feliz, acompañada del gesto que mejor les va.

Aquí, la vida no vale nada...


"La vida no vale nada
si no es para perecer
porque otros puedan tener
lo que uno disfruta y ama".


Así, tarareando a Pablo Milanés, me encuentro ahora. Aunque con una intención distinta a la de la canción, hoy afirmo con dolor que la vida no vale nada. Pero no vale nada en el lugar (o sitio, como diría Bego) en el que vivo.

El caso de Edwin Esteban López Burgos, de 33 años, bien lo confirma. Su muerte, absurda, nos grita a la cara que en este mamotreto de Nación la muerte encuentra las maneras más bizarras (sí, sí, a pesar de la RAE esa es la palabra que quiero usar) de alcanzarnos.

Vale decir que no sé a qué velocidad transitaba López Burgos por la avenida Expreso V Centenario cuando se estrelló con el muro del puente que está sobre la calle Marcos Ruiz (conocida como la 20). La razón del accidente, sin embargo, llama a la indignación. Y es que, como dijeron los vecinos del lugar, él perdió el control del vehículo después que se le explotara la goma delantera del lado izquierdo al caer en uno de los hoyos que están frente a las instalaciones de Televida.

El hoyo, a pesar de lo que escribí originalmente, nada tiene que ver con la pavimentación. La culpa es de uno de esos tantos rateros que se llevan las tapas del alcantarillado dejando en su lugar un hueco que, definitivamente, puede causar muchísimos problemas.

Que alguien muera de esa forma es irracional. ¿Cuánto puede costar tapar un hoyo de estos? Ese es el precio de la vida de un muchacho que trabajaba en Bávaro para mantener a su familia. Hoy deja a una niña huérfana.

Mientras esto sucede uno se detiene a pensar en quién se hará responsable de este tema. El Gobierno, demasiado ocupado con invertir en el bacheo y repavimentación de calles, seguramente no tendrá tiempo de ocuparse de este tipo de cosas tan nimias. Total, es el robo de la tapa de una alcantarilla.

Seguramente tampoco habrá de pensar en ello el Ayuntamiento, el verdadero responsable de esto, porque es más necesario darle forma a las isletas de los rincones más escondidos de la ciudad (poniendo el letrero con la imagen del síndico diciendo que está trabajando) que reponer unas tapas. Y dirán... no es nuestra culpa que se las roben.

Tampoco será culpa de nadie que existan calles y avenidas que se hayan bacheado tantas veces (como la Tiradentes, la Lincoln o la Churchill... esas transitadas por lo "mejor" de la ciudad) que también tienen hoyos porque las alcantarillas quedan bastate abajo.

Ver noticias como la muerte de este joven debería avergonzar al Ayuntamiento y al Gobierno. Un Estado que no pueda garantizar la vida de los ciudadanos no merece llamarse como tal. Mucho menos cuando la garantía de vida se reduce a tener calles transitables.

¡Cuánto gastar en campaña, yéndose a los confines más lejanos del país, y no aparece dinero para la tapa de un burdo agujero! Hoy sabemos que hacerlo va más allá de cuidar nuestros bolsillos (muchos, en algún momento, hemos tenido que gastar en gomas, amortiguadores y demás menesteres por culpa de alguno de los tantos hoyos que hay en la ciudad): puede ser la diferencia entre la vida o la muerte.

Asumo que pronto taparán este hoyo. Pero nadie le devolverá la vida a ese muchacho. Tampoco será posible explicarle a su hija, cuando crezca, que su padre murió por culpa de un hoyo. Eso, ¿cómo alguien puede entenderlo? Sólo quien vive, como nosotros, en un "antipaís".

sábado, 24 de marzo de 2012

Ese instante en el que se acerca y tiemblas


Al verle me intrigué. No sabía qué hacía allí. Cuando se acercó, comencé a temblar. Las dudas me estremecieron. No podía más que pensar en qué podría suceder. ¿Se instalaría la indiferencia o cambiaría mi vida para siempre? ¿Me tomaría o me dejaría ir?

Con el corazón agitado, como aquel que padece, me quedé tranquila para no provocarle. No quería parecer aguerrida. Intimidarlo, lo sé, podría hacer que la jugada me saliera muy mal. Hacerme la invisible era más factible.

Fueron sólo unos segundos. Y respiré. Ni siquiera reparó demasiado en mí. Al acercarse y descubrir que era una mujer, el agente decidió cambiar la señal: en lugar de obligarme a parar a un lado de la vía, me dejó ir. Yo, aliviada, lo agradecí.

Esta anécdota, que pudo haberles hecho pensar mil cosas, sucedió algunas noches atrás. Al principio no le di mayor importancia. Pensé, como era de esperarse, que eran histerias de una casi cuarentona que ya delira a golpe de prudencia.

Hoy he de lamentar que esos temores no son infundados ni desacertados. Al ver el caso de un muchacho al que asesinó una patrulla de la Policía la noche del viernes porque no se detuvo en un puesto de chequeo en la autopista Duarte, he de comprobar que no he enloquecido. Mis reservas están más que justificadas.

Esta vez quien murió fue Osvaldo Fernández Hernández, de 19 años. Las circunstancias son parecidas a las que rodearon la muerte de Wander Ramírez Suárez, de 21 años, asesinado en julio del año pasado en medio de un operativo preventivo (sólo por citar un caso, que hay más).

Cuando uno escucha esto no puede más que recordar aquella campaña de "No me mate, yo me paro ahora", que tanto se promocionó en julio del 2010 a raíz de un caso como estos. Hoy toca volver a pronunciar esas palabras. También a temer cuando la Policía se acerca. ¿Hasta cuándo tendremos un cuartel de asesinos dispersos en las calles? Ya está bueno. Están para cuidarnos, no para matarnos. Exijámoslo.

jueves, 22 de marzo de 2012

Una historia de muerte y dolor para reflexionar


Nunca pensé que escribir su nombre tendría que lastimar. Pensando en él, en todos los momentos compartidos, me cuesta creer que haya engrosado la lista de los hombres que han acabado con la vida de sus ex parejas. Juan Pablo Zabala trabajó durante algunos años en Hoy.

Quienes lo tratamos jamás hubiéramos pensado que él protagonizaría una de esas crónicas rojas que tanto duelen. Su carácter afable, su educación, su tranquilidad, su cara de bonachón... es difícil reconocer en él a un asesino. Tampoco es fácil imaginarlo como ese hombre celoso que le hizo la vida tan miserable a su esposa, Juana Galbert, que ella decidió dejarlo apenas 15 días después de haberse casado.

Así lo aseguraron familiares y amigas de ella, algunas de las cuales ni siquiera quisieron ir a la boda porque decían que él tenía fama de malo. Tras escuchar el testimonio de él, quien dijo que cometió el hecho por orgullo y dignidad debido a los comentarios que hacía gente del barrio que le decían que ella andaba con otros hombres, no queda más que concluir que ellas tenían toda la razón.

Ver este caso nos obliga a pensar en esos hombres que, buenos en apariencia, esconden a un monstruo capaz de matar por celos injustificados (si ella se fue, ya no es su asunto). También en que educamos tan mal que la dignidad hace que haya gente que se crea con el derecho de acabar con la vida de su pareja o su ex. Como sociedad tenemos que revisarnos. El que cada vez haya más verdugos debe obligarnos a hacer algo. La indiferencia ha costado muchas vidas. ¿Cuántas más deberán perderse en lo adelante?

martes, 20 de marzo de 2012

La campaña... un culto a Satanás


Los insultos parecen reproducirse a cada instante. De tan seguidos, daría la impresión de que han robado unas alas para poder ir y venir sin ningún problema. Todos los reciben y, aunque se molestan, los lanzan de nuevo hacia adelante para crear una interminable cadena de blasfemias.

La campaña electoral parece estar guiada por el mismísimo Satanás, ese del que tanto se habla y se duda, puesto que unos y otros se empeñan en mostrar lo peor que llevan dentro: desde la mezquindad hasta el odio, hemos visto todas las manifestaciones del mal.

De ahí que veamos cómo los pecados capitales se pasean orondos por un país que sufre y llora por la apetencia desmedida de unos políticos que no nos dan brecha ni para respirar. Tal es el afán por asirse al poder que son capaces de absolutamente todo.

Cual si fuera una doncella con la que desean cohabitar, muchos ven el poder con una lujuria tan desmedida que nos hacen dudar: ¿puede gobernar bien quien está obsesionado por gobernar? Ellos compran, venden, destruyen (honores, vidas, carreras, fortunas... se lo llevan todo por delante con tal de lograr lo que desean), chantajean; en fin, es poco lo que les falta por hacer.

Saciarse, nunca lo hacen. No importa lo mucho o poco que tengan. Siempre quieren más. A veces, incluso, sin hacer demasiado esfuerzo: desean que todo llegue a ellos, como caído del cielo, sólo por mero hecho de creer que son tan buenos que tienen que merecerlo. He ahí las reminiscencias de la gula (sentido figurado) y la pereza, que parece ser el alma de unos tantos.

Pero si de pecados hablamos la avaricia es la reina de este cuento. Demasiados buscan enriquecerse, lograr los millones ocultos detrás del mal pero deseado Gobierno que se instalará después del 16 de agosto: hay quienes, incluso, lo dicen sin pudor. Cualquier parecido a los que se irán millonarios es, lo juro, una maldita coincidencia.

Aún no sabemos qué será de nosotros dentro de poco menos de dos meses. Pero desde ya se sienten los dejos de la envidia que corroe a algunos grupos. Su peste, que todo lo alcanza, se hace tan latente que de verdad molesta.

Sé que nadie querrá reconocerse en estas líneas. La soberbia no les permitirá verse en el espejo de esos seres miserables en los que se han convertido. Personas, si es que una vez lo fueron, capaces de vender hasta a los suyos por conseguir lo que desean.

He ahí cuando viene a cuento aquella manida expresión de que "el fin justifica los medios". Oh, de gente tan ciega que no ve que está perdiendo lo más importante en medio de una batalla que probablemente pierdan. ¿Qué harán si no logran alcanzar su meta? Seguramente, tomarán de la mano a la ira y entonces, complacido y orondo, Satanás reirá. El último de los pecados estará servido.

lunes, 19 de marzo de 2012

Lo hecho y por hacer... a golpe de demagogia


Cuando lo leí no podía creerlo. O no quería. Un mes bastaba para construir la carretera de Guaco, un lugar que desconocíamos hasta el domingo pasado pero que fue puesto en nuestro mapa gracias al presidente Leonel Fernández, quien aseguró que en 30 días entregará esta obra.

Si bien es cierto que me alegra infinitamente que la comunidad tenga una carretera que ha reclamado desde hace 25 años, duele ver que lo logre a golpe de demagogia y búsqueda de votos.

Más aún lastima pensar en todas aquellas obras que han dejado de hacerse por falta de interés, como esta misma carretera, cuando sólo han estado a la distancia de la voluntad presidencial. Si Leonel desea algo, se logra... en apenas un mes.

Un mes puede saber a poco para mucha gente. Pero para las elecciones falta poco más de dos, tiempo suficiente para prometer y hacer muchísimas cosas. No es casualidad que el Presidente recorra barrios y pueblos lejanos, que escuche gente y haga un programa para vendernos todas maravillas que ha logrado este gobierno. Pero no. No se usan los recursos del Estado en campaña.

Me encantaría que el partido oficial se limitara a ofrecernos las declaraciones, los actos e intenciones de Danilo Medina. Sería genial que el Presidente se dedique a terminar su mandato y deje de gastar su tiempo y nuestros recursos en una campaña electoral que no le corresponde hacer. ¿Por qué se empeña en ello? ¿No quiere ceder el protagonismo? ¿Teme acaso que Danilo no pueda hacerlo solo? ¿Necesita demostrarse y demostrar que aún es popular?... cualquier respuesta, lo sé, suena mal.

viernes, 16 de marzo de 2012

Un plagio... ¿por amor a qué?


Las letras bailan en una sinfonía especial. En lugar de jugar sobre el papel, lo hacen en el alma de una chica que ha decidido beberse las letras para hacer de ellas algo distinto: un instrumento para refrescar su vida.

Las imágenes no dejan lugar a dudas. Son una invitación a empaparnos con los libros, a hacer de ellos algo tan nuestro como el alimento de cada día... y lo hacen de una forma tan chula que, al descubrirla, aquí decidimos hacernos con ellas y tomarlas para el anuncio de la Feria del Libro.

Fue así como el martes pasado (13 por coincidencia) el Ministerio de Cultura tuiteó y subió a Facebook un comercial que, filmado en un vagón del Metro, mostraba a una muchacha sorbiendo letras de un libro. Al final, nos dice: "no sabes lo que refresca un libro". El video, muy bien hecho, fue subido también por la productora que lo hizo, Bluepoem Films, que se dedica a hacer videos de boda y es propiedad de los hijos del ministro de Cultura.

Hasta ayer todo fue muy bien. Elogios, cheverismo y un anuncio divino para la Feria. Pero todo pasa. Cuando las cosas no se hacen bien, la gloria nunca se alcanza. Eso fue lo que sucedió cuando se descubrió que el video puesto a circular el martes anterior no era más que un plagio casi perfecto del anuncio de la Feria del Libro de Bogotá del año 2010.

Al descubrirse la copia, que sólo obvia la frase final puesto que dice que "aquí hay libros para todos" (lo que recordaría a la campaña de Hipólito Mejía), el Ministerio de Cultura se despachó diciendo textualmente lo siguiente:

"El Equipo de Dirección de la Feria del Libro de Santo Domingo informa que en el proceso de preparación del comercial promocional de la próxima edición de la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2012, ponderó varias propuestas, entre ellas, un comercial que la Feria Internacional del Libro de Colombia había preparado para su edición del 2010.

En ese tenor, el Equipo consideró tres (3) versiones de comerciales para la Feria, sentro de las que se encontraba el referido spot. Por un desliz del Departamento de Comunicación y Audiovisuales, una versión no oficial que no había sido la aprobada por el Equipo, fue subida a la red.

Para la mejor ejecución de una de estas tres ideas de comerciales, se pidió el apoyo gratuito de los servicios técnicos de una empresa que no se dedica a la publicidad, sino a la filmación de eventos privados. El apoyo, sin costo alguno para el Ministerio, consistió en el préstamo de las cámaras y ayuda en la edición de video. Para la realización de ese comercial específico, se contrataron dos talentos, así como los servicios de un experto que hizo los efectos especiales, únicos costos en los que incurriría el Ministerio por dicho concepto, cuyo monto no supera los setenta mil pesos.

Dicho acercamiento se realizó en función de los escasos recursos con que cuenta la Feria del Libro para la producción de comerciales. Es usual que la institución solicite la ayuda de empresas para la producción y colocación de los comerciales en los medios de comunicación.

El comercial preliminar de la Feria del Libro tiene tres semanas en el aire, en los medios que nos apoyan gratuitamente, de modo que el que ha circulado sin autorización no es el aprobado. Este spot preliminar fue realizado por la Dirección de Comunicación y Audiovisuales del Ministerio.

La Dirección de la Feria del Libro de Santo Domingo pide disculpas por los inconvenientes que la divulgación desautorizada de una de las versiones del comercial haya provocado. Y deja formalmente establecido que cualquier medio de comunicación está autorizado a conocer los detalles de cómo se organiza el evento ferial y la transparente administración de los recursos que ha sido, y es, uno de los puntos fuertes de la presente gestión cultural".


Pedir disculpas está muy bien. Hacerlo mintiendo, sin embargo, es terrible. ¿Por qué digo que mienten? Para comenzar, recordemos que no sólo Cultura subió el video a las redes sino que también lo hizo la productora, lo que demuestra que fue filmado con fines de reproducción. Nadie en un departamento de Comunicaciones va a reproducir un video sin autorización. Eso lo sabemos bien todos los periodistas.


Amén de ello, hay otras cosas cuestionables. Por ejemplo, que filmaran el video sin autorización de Nacho Martínez, presidente de la Agencia Detonante de Emociones de Colombia, que realizó el comercial original de la Feria del Libro de Bogotá.

Entrevistado por Huchi Lora en su programa de radio ayer en la tarde, Martínez explicó que en Cultura no le pidieron autorización para grabar este anuncio pero que lo llamaron ayer (alrededor de las 5:30 de la tarde) para preguntarle cuánto cobraba la agencia por la idea. Nunca le dijeron, sin embargo, que ya el comercial estaba grabado. Por ello, Martínez dijo que consultará con sus abogados.

Momentos después Huchi entrevistó al director de la Feria del Libro, Pedro Valdez, quien confirmó el plagio y dijo que filmaron el video para "ver cómo quedaba". Posteriormente, Valdez confirmó que la copia del spot la hizo la agencia de María Lantigua, hija del ministro de Cultura, pero "fue gratis". ¿Lo mejor? Valdez dijo que, ante la falta de presupuesto de la Dirección de la Feria del Libro, "Bluepoem hizo la copia del spot gratis, como un acto de amor de la hija del ministro".

No sé qué tan fácil será explicar en un tribunal, si la agencia de Colombia demanda, cómo un acto de amor se traduce en plagio o como un plagio se define como acto de amor. Verdadero acto de amor habría sido que hicieran un comercial propio, gratuito, y nos hubiesen evitado el bochorno de ser oficialmente plagiadores.

Es difícil saber en qué terminará este asunto. Pero los plagios, y es bueno que se sepa, no quedan sólo en el video de la Feria: el logo, con libros como reciclándose, es copiado de un anuncio de la librería Ana, una tienda que vende libros de segunda mano en Singapur. El afiche fue hecho por Leo Burnett Singapur también en el 2010.

Así las cosas, tenemos que es el Ministerio de Cultura el que parece sentir amor por los plagios -con nepotismo incluido- en lugar de apostar por la creatividad local. Qué triste ver que una institución que promueve la creatividad y la cultura apueste por lo foráneo y la mentira. ¡Qué ejemplo!

martes, 13 de marzo de 2012

Un día a sangre y dolor


Ayer fue un día escrito con sangre en el calendario. Murió gente, demasiada, de forma trágica, insensata... tanto fue lo que vimos que hubo un momento en el que no teníamos claro que si estábamos despiertos o en medio de una pesadilla.

El fin de semana no había sido simple. También habían muerto mujeres a manos de sus parejas y la policía asesinó a Freddy Florián Martínez, de 28, quien no se detuvo cuando lo mandaron a detener en Los Minas. Los familiares de la víctima contaron que la Policía persiguió a su pariente porque creían que el carro en que se desplazaba era robado. Durante el incidente resultaron heridas la esposa del joven, Berenice Machado, a quien le dispararon en la mano a pesar de estar de estar embarazada, y la madre de ella, Wilma Adonis Machado.

El domingo no quedó exento de tragedia. Para comenzar murió Santa Inés Verónica García Arias, de 42 años, a consecuencia de las heridas punzo cortantes que, en el pecho y la espalda, le infringió su compañero Mariano Cisneros Capellán, de 34 años.

Por otro lado, u joven de apenas 26 años, Francisco Caamaño Vélez,fue asesinado de un tiro en la cabeza mientras compartía en un colmadón de Baní. La bala no iba dirigida a él. Pese a ello, tuvo la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento errado.

Aún no nos recuperábamos de todo esto cuando ayer un hombre fue asesinado y una joven herida en un hecho acontecido entre la Facultad de Economía y el edificio administrativo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Joel Gerffrand, de 48 años y de nacionalidad Haitiana, recibió un tiro a la cabeza, mientras que la joven Bianca Durán fue herida en el hombro. Aunque se dice que él tendría vínculos con el narcotráfico de su país, es inconcebible que algo así suceda en el interior de una universidad.

Ese mismo día una joven de 20 años, Alicia María Ureña, fue asesinada de un balazo en el pecho que le ocasionó su exconcubino.

Así, en sólo horas, corrió la sangre y la indignación. Al ver el panorama, uno se pregunta, ¿cómo rayos llegamos hasta aquí? Es incomprensible, indeseable, lo que está sucediendo en nuestro país, donde la vida parece valer menos que la mismísima nada.

Cada día un nuevo caso y más silencio. A nadie parece importarle o, lo que es peor, nos hemos acostumbrado tanto a ello que ya son meras noticias de esas que se pasan sin más. Oh, de nuestro país que se desangra a golpe de indiferencia.

lunes, 12 de marzo de 2012

Una carretera... de ¡30!



Y Guaco ha de estar feliz. Nadie sabía de él, pocos habían reparado en su existencia, pero ya tiene promesa de una carretera. En un mes, o en poco menos, estará lista. Todo por el Presidente. Todo por la campaña que, a veces, sirve para alcanzar sueños vestidos de cotidianidad.

No sé cómo se hará el Presidente para cumplir con todo lo que se ha propuesto. Tampoco sé de dónde sacará los recursos o si, para nuestra desgracia, cada una de las obras que está haciendo ahora a toda marcha surgirán de esos tantos préstamos que se aprueban al vapor en el Congreso Nacional.

Leonel Fernández, de repente, se ha vuelto servil y eficiente. Con sólo imaginar los deseos de los demás, se convierte en el mago que todo lo puede y lo convierte en realidad. ¡Qué bonito es marcharse del Gobierno!

Desde carreteras que tenían años esperando hasta puentes y escuelas. Por donde quiera que va Leonel ofrece, a manos llenas, como si fuera un genio metido en una botella de cristal. Bueno... si lo pensamos pensamos bien al final el Presidente se ha convertido precisamente en eso: en un "complacedor" que, a golpe de un clic, parecería tener todas las soluciones.

Sobre lo de la botella no quiero hablar. De tanto hacer política Leonel parecería tener una botella en el Palacio Nacional. Bueno, tal vez exagero. Pero es que molesta que él se dedique a hacer todo aquello que no debe. Porque, ¿qué hace el Presidente en una campaña que no le corresponde? Esa pregunta, ¿me la pueden contestar? No, nadie lo hará. Todos están felices con el frente de tres. ¡Qué importa que se usen los recursos del Estado en campaña! Ganar... eso es lo que de verdad importa. Por eso Leonel ofrece carreteras que se construyen en 30 días y llena de "felicidad" a una comunidad que seguro votará morado el 20 de mayo. Así es muy fácil.

viernes, 2 de marzo de 2012

De Najayo a Florián y otras minucias


Sólo él podía hacerlo. Su mirada, la forma en que lloraba, el dejo de su voz vencida o triunfal y hasta las maneras despiadadas en que se hacía del mundo... viéndolo, no hay manera de salir inmutable.

La conexión es tan fuerte que a veces da, incluso, rabia. No llega a ser del todo cómodo ver cómo uno se siente cada vez más cerca de ese hombre que encarna todo lo que es un hijo de puta pero que, al mismo tiempo, se presenta como si dentro de sí hubiese una persona. El mal con su lado amable, si es que realmente lo hay...

Así vemos a un Rolando Florián Feliz que dista mucho, por instantes, de ese narcotraficante despreciable que veíamos durante el juicio que se le siguió en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, donde dejó una estela de recuerdos imperecederos.

Pero Manny Pérez es así. De tan actor, tan persona y tan él, es capaz de vendernos a quien se proponga. Y esta vez se propuso hacer de la vida de Florián un espectáculo que toca todas las fibras de quien decide ir a conocer "El rey de Najayo", una película en la que no sabemos cuánto hay de verdad y cuánto de ficción.

Pese a los sentimientos encontrados, que salen a flote desde que inicia la película y se ve cómo fue la última noche de Florián en Najayo, bien vale la pena descubrir detalles de la vida de quien en la pantalla se llama Julián López y dista bastante (físicamente) de aquel Florián que veíamos siempre.

La historia sobrecoge desde el primer momento. Las escenas en la cárcel están muy bien logradas y son tan fuertes que a partir de ese momento no hay forma de quedarse tranquilo en el asiento.

Son los recuerdos de Julián, herido de muerte, los que nos llevan a través de la vida del narcotraficante. Muchos de esos recuerdos pertenecen a Florián. También esa personalidad recia que muestra Manny Pérez, quien parecería haberse metido en la piel del propio Florián para interpretar lo que fue.

Tanta es la fuerza de Manny Pérez que salva los momentos lúgubres de la cinta. Por ejemplo, los diálogos pasados de cursilería y sin nada de emoción que pronuncia Luz García en su personaje de Laura, una mujer que no transmite absolutamente nada durante la película. Pérdida de tiempo, sin más.

Así como cansa Laura (que no debió existir o debió ser una estrella fugaz que apenas cruzara por el set) aburre también una escena eterna que tiene lugar en Barahona y da pie a toda la historia: dos pescadores encuentran droga y deciden qué hacer con ella. La conversación, a pesar de que busca mostrar la integridad del padre de Julián, debió ser dos o tres veces más corta.

A pesar de ello, bien vale la pena ir a ver este film. Ver gente como Juan María Almonte, de quien se habla poco a pesar de que siempre ha sido un buen actor, es un verdadero placer. También descubrir que, quizás porque el papel que representa se le parece demasiado, Sergio Carlo sorprende mostrándose en la pantalla (prejuicios incluidos, sí, lo siento).

Pero si alguien que vale cada segundo, amén del Rey, es Vladimir Acevedo, quien encarna a Rufino, que es la mano derecha de Julián en el negocio. Un muchacho con futuro en la actuación, sin lugar a dudas. También me encantó, aunque para muchos resulte sobre actuada, Laura Gartcía Godoy, que da vida a La Flaca, la sicario que ajusta todas las cuentas de Julián. Cualquier parecido con la de Florián no es mera coincidencia.

De contarles más quizás digo demasiado. Sólo resta aplaudir. Esta película es una gran esperanza. Y es que, con ella, confirmamos que en la República Dominicana se puede hacer cine. Sólo con eso estamos pagados.

jueves, 1 de marzo de 2012

Oh, Nueva York, ¿dónde estás?... aún no te veo


La tarde plomiza era un presagio. La lluvia, nostálgica y plena, hablaba de lo peor. Calles convertidas en lagunas, tapones y la incertidumbre colándose bajo los techos de zinc de las casas de quienes viven en las riberas de los ríos Ozama e Isabela.

Al pensar en ello, me pregunto si en Nueva York viven la misma pesadilla con algo tan trivial como la lluvia. También si, a la par de su Metro, conviven con las voladoras, se irrespetan las leyes de tránsito, hay hoyos en las calles... en fin, esas cotidianidades que por acá, en este Nueva York chiquito que el presidente Leonel Fernández ha construido para nosotros.

Tal vez no haber visto la ciudad desde un helicóptero hace que mi visión de Santo Domingo esté distorsionada. Por eso me cuesta reconocer la imagen del río Hudson en el Ozama o la estatua de la Libertad en el mancillado Montesinos que, a pesar de sus gritos, nunca terminan de rescatar.

Peor aún es imaginarse al Central Park vestido con esa noches de aciago, oscuridad y tenebrosidad que tiene el Mirador Sur; o pensar en la situación de algunos de nuestros museos y compararlos con el Metropolitan... son tantas las cosas que nos faltan (desde la cultura al estilo de vivir y de pensar) que es casi como un insulto compararnos.

Con esto no quiero decir que ser un país pequeño, subdesarrollado y con miles de problemas sea un pecado. Pecado es no aceptarlo, pretendiendo decirnos que todo está bien, y tomarnos el pelo de esa manera. Sólo nos falta que, gracias a un decreto presidencial, nos digan que a partir del próximo invierno tendremos nieve. ¡Qué bella se verá la ciudad vestida de blanco!