viernes, 25 de noviembre de 2011

Un día para los hombres del mundo


Cuando pienso en lo poco que reparamos en ellos me asalta una tristeza tan grande que resulta difícil de esconder. Y entonces surge la pregunta, ¿por qué no darles algo especial?

Mientras nosotras tenemos todas las atenciones del mundo y contamos con dos días para nuestro uso exclusivo (el 8 de marzo nos sabía tan poquito que, a causa de la violencia con la que se nos lastima, también tenemos el 25 de noviembre), los pobres hombres no cuentan con ninguno para sí.

Reparando en ello, se me ocurre proponer que se declare el 20 de julio como Día Mundial del Hombre, en honor a aquella jornada del 1969 en la que Neil Armstrong y Edwin Buzz Aldrin, quienes viajaban en el Apolo 11, alunizaron en el Mar de la Tranquilidad.

Este hito histórico marcó el inicio de la verdadera emancipación masculina: si alguien es capaz de llegar a la luna, ¿qué no puede hacer para lograr sus sueños?

Respecto al Día de la No Violencia contra el Hombre, podría ser el 18 de noviembre, en recuerdo a Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Luis Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz, Huáscar Tejeda Pimentel y Luis Manuel Cáceres Michel (Tunty), fusilados en 1961 por haber ajusticiado a Rafael Leonidas Trujillo, acabando así con una era de terror y dando inicio a una “democracia” que ha estado protagonizada por los hombres.

Con estos dos días instaurados, se homenajearía a los hombres maltratados. Por ejemplo, a los que aguantan escenas de celos, callan el dolor del desdén de unas mujeres que no les atienden, sufren la indiferencia producto de los años o padecen discriminación.

¿Lo apoyan ustedes?

Si te ves en este espejo, muévete ya


Un día quise vestirme de olvido para no sentir. Había llenado páginas enteras contando cómo las lágrimas protagonizaban mis días. No sabía cómo huir de ahí. Después, al hacerlo, quise desterrar todo aquello.

Hoy toca recordar lo vivido. Pero no lo haré desde el espejo de una víctima porque, sin temor a equivocarme, me sienta mejor el papel de una mujer que logró escapar de sí misma y de lo que vivía.

El nunca me golpeó. Jamás lo hubiese hecho. No es ese tipo de hombre. Gentil, simpático y sosegado, es la clase de persona que nunca alza la voz. Bueno, casi nunca.

Su personalidad jamás haría pensar que él podría provocar alguna lágrima. Las primeras, en efecto, llegaron de la mano de la rutina. Entonces él empezó a dejar de ser cariñoso, no quería salir conmigo y por cualquier cosa dejaba de hablarme. A partir de ahí, a golpe de indiferencia, comencé a perderme.

Después surgieron los desencuentros. Sus culpas eran mis culpas. Mis errores se multiplicaban por mil y, con cada uno de ellos, venía un nuevo silencio. Podían ser dos, tres días. Daba igual. No había forma de hablarle ni de que entendiera mis puntos de vista. Yo simplemente no existía.

Una de las pocas veces que dejó ver su enojo elevó la voz. Confieso que sentí miedo. Pensé que me golpearía. Y lo provoqué. No quería que me hiciera nada. Por eso, lejos de humillarme, lo invité a que se desahogara pero le advertí que si lo hacía le iba a ir mal. Silencio. Días sin hablar. Todo volvió a comenzar.

A pesar de que ese pudo ser el fin, las cosas no quedaron ahí. Hubo conversación, reconciliación, días de perfecto estar. El dolor quedaba atrás y nada parecía bajarme de la nube en la que me encontraba. Hasta un día. Poco a poco, no sé cómo, volvieron la rutina, los desplantes... las lágrimas.

Fueron esas lágrimas las que terminaron haciéndome entender que algo no andaba bien. Lo que vivía no era normal. Pero tuve que escucharlo de alguien más. La presión del momento, unida a la complicada situación económica de entonces, no me permitía ver más allá de mis narices.

Cuando vi la realidad mi mundo se desmoronó aún más. No sabía qué hacer. Creía que no tendría más salida. ¿Cómo liberarme si no tenía los medios para ello?...

Quizás esta historia te sea famliar. Si es así, permíteme hacer ahora algunas correcciones. La rutina, por ejemplo, no fue la que llegó primero. Antes de que ella apareciera, cuando aún era dueña de mí, hubo una lucha desmedida por el poder. Cada cual quiso imponer sus condiciones, su forma de entender las cosas, y yo fui reduciéndome sin darme cuenta.

Desde ese instante pasé a ser culpable de lo que salía mal. Aunque no era la causante de todo lo que pasaba, él siempre buscaba un hilo conductor (a veces de lo más peregrino). Cada episodio traía consigo un nuevo silencio.

Sacudirse no fue fácil. Necesité ayuda. Y la tuve. Con decir lo que pasaba la nube comenzó a disiparse. En cuanto terminamos los trozos de mí que fueron quedando atrás comenzaron a fundirse de nuevo. Me recuperé, seguí adelante y todo fluyó. Hoy soy feliz.

¿Por qué digo todo esto? Más que un exhorcismo, porque ese ya lo hice hace tiempo, lo que quiero es ser una voz que te demuestre que es posible caer pero, más importante aún, levantarse. Si hoy lloras por culpa del "amor", no calles: busca ayuda. Tu familia, tus amigos, las instituciones que velan por las mujeres... hay lugares a los que acudir. Eso te puede devolver la sonrisa si, como en mi caso, se trata de alguien que no golpearía a nadie. En caso de que sí sea capaz de hacerlo, podría salvarte la vida. Todas las mujeres que han muerto a manos de sus parejas o ex parejas han vivido antes una situación como la que acabo de describir. Si te ves en ese espejo, piensa en el mañana. ¿Quieres disfrutarlo? Muévete ya.

PD: Si quieres leer más sobre el tema, este es un excelente blog que habla sobre la violencia de género: http://maltratoalamujer096.blogspot.com/

jueves, 24 de noviembre de 2011

Un peluche por una educación de calidad



Un monito con una enorme sonrisa llega a modo de invitación. Es pequeño, de peluche, y viene con una solicitud muy especial: que compremos a alguno de sus "hermanos", que viven en Ikea, para así ayudar a elevar la educación.
Es que, a través del "Movimiento Peluche a favor de la educación", la tienda donará 1€ al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y Save the Children. ¿La intención? Mejorar la calidad de vida, mediante el financiamiento de proyectos educativos, de los niños que viven en los países más necesitados.
Pero esta campaña, que terminará el 8 de enero del próximo año, también busca llevar alegría al Hogar Escuela Doña Chucha. Para ello, pide a los clientes que donen los peluches que compren en la tienda. Posteriormente, serán llevados al hogar.
El Hogar Escuela Doña Chucha, tal como recuerda el establecimiento en un folleto en el que describe el Movimiento Peluche, provee alojamiento, educación, protección y terapia psicológica a niñas que no gozan de privilegios y han sido víctima de maltrato.
El Movimiento Peluche, que surgió en el año 2003 con la idea de que los niños tengan acceso a una educación de calidad y cuenten con juguete en Navidad, ha recaudado un total de 35.2 millones de euros, lo que ha contribuido a mejorar la vida de ocho millones de niños de 45 países. Actualmente la tienda está en 38 países. En todos se desarrollará la campaña.

Un triste día en honor a las que no están


El día será gris. No importa cuántas alegrías o victorias personales llevemos sobre la espalda. Mañana todas serán olvido. Las lágrimas ocuparán su lugar, indefectiblemente, porque el recuerdo no dará cabida a nada más.

Muchos nombres vendrán a nuestra memoria. Primero serán los de Minerva, Patria y María Teresa Mirabal. Luego llegarán otros totalmente anónimos, como el de Glenny Taveras, Rosa Elena Durán Díaz, Ingrid Manuela Mejía Encarnación… y cada una de las 211 mujeres que han fallecido en el 2011 a manos de sus parejas o ex compañeros sentimentales.

Hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una triste fecha en la que las copas habrán de caer en señal de duelo. Y es que cada año mueren más mujeres por culpa de aquellos a quienes una vez amaron.

Con el alma a media asta toca recordar cómo la fecha del asesinato de las hermanas Mirabal ha terminado siendo el símbolo de una de las plagas más terribles que estamos enfrentando: la violencia de género.

Es duro pensar que entre los años 2005-2010 fueron asesinadas mil 153 mujeres. Peor es escuchar que sólo en el Distrito Nacional se presentaron 4,774 denuncias por violencia intrafamiliar (desde enero hasta agosto de este año).

Los números, fríos y crueles, tienen que hacernos reflexionar. Nuestra sociedad está permeada por un machismo lacerante que se traduce en posesividad, celos, manipulación, violencia (física y psicológica), hostigamiento… una dosis que, al mezclarse, termina siempre en tragedia.

Para luchar contra este mal debemos comenzar educando: a los hombres para amar y respetar; a las mujeres para saber cuándo huir y salvar la vida.