viernes, 11 de abril de 2014

La venus de las pieles... ¡un mundo convulso!

Sobrecogedora. Hilarante. Intensa. Con palabras y sensaciones que vienen y van. Un mundo que cae, sube, emerge y se diluye. Emociones que se quedan cortas, truncas, cuando al final se apaga la luz. El telón es invisible, como los límites de la vida, y nos obliga a soñar, a cuestionarnos y a olvidar: ¡todo junto y sin avisar!

Así es la "La venus de las pieles", una obra de teatro que nos ofrece tanto que es difícil describir. Hay que verla, por fuerza, para entender hasta qué punto esta creación puede tocarnos. Y es que, inspirada en la novela que escribió Leopold Von Sacher-Masoch en 1870, tiene demasiado de mundana y terrenal: nos destruye evocando la parte oscura que todos tenemos o hemos vivido.

La obra, escrita por el dramaturgo norteamericano David Ives, se desarrolla en el plató de un teatro. La protagonista es una espontánea y resuelta chica que acude a una audición para elegir a la que será la protagonista de la adaptación de la obra "La venus de las pieles" y, aunque llega tarde, cautiva al que dramaturgo que hizo el guión.

Es así como los dos personajes se suceden entre la vida y la interpretación de los personajes que han de interpretar. La actriz, que en la obra aspira a ser actriz, da vida a una mujer llamada Vanda que, paradojas o no, se llama igual que la protagonista de la novela escrita por Sacher-Masch. Interpretada por Laura Lebrón, conquista desde el primer momento que entra a escena.

Vanda está acompañada por Thomas que, interpretado por Josué Guerrero, se debate entre la mujer que acaba de conocer y la que forma parte de su vida. Los escarceos entre ellos son lúdicos, especiales... sobre todo cuando Thomas deja de ser él para convertirse en Severin von Kusiemski, el protagonista de la novela que está obsesionado con Vanda (la de la novela, no la aspirante a actriz) y la convence de esclavizarlo, humillarlo y hacer de él lo que ella quiere. ¡Oh, cuánta intensidad se vive en esa relación de amor, desprecio, ironías y fetiches!

Dirigida por Mario Lebrón, la obra transcurre en dos planos que caminan a la par, sin estorbarse, y son el deleite del público. Es una relación de sumisión y poder, de entrega, celos y arrebatos; es un mundo cargado de erotismo pero matizado con un humor negro que obliga a reír en los momentos en los que menos uno lo espera. También que nos hace reparar en cuán humanos somos.

Vanda y Thomas; Vanda y Severin. Qué buen momento se pasa sumergiéndose en sus vidas durante las casi dos horas que transcurre la obra (sin intermedios y sin aburrir). La obra, de la no quiero decir más para que la vean, continúa en escena este fin de semana: hoy y mañana se presenta a las 8:30 de la noche y el domingo a las 6:30 de la tarde. ¿Dónde? En la sala Ravelo del Teatro Nacional.

martes, 8 de abril de 2014

Y el #bienporti, ¿se ha olvidado?

El sábado, como casi cada día, fui a su búsqueda. El me esperaba con los brazos abiertos. Sus árboles, sus pájaros trinando, las fuentes, los niños jugando... cada detalle del Parque Iberoamérica es una eterna invitación al retorno.

La jornada, sin embargo, no sería tan placentera como otras veces. La Vicepresidencia, que tiene su Casita de Lectura en una isleta ubicada en el lateral derecho (si se ve de norte a sur), organizaba una tarde de juegos y decidió montar una carpa en medio de una de las vías que se utilizan para hacer ejercicios; y unos juegos de obstáculos en la otra, por lo que el área en el que están ubicados quedó prácticamente cerrada: había que salirse del camino, lo que para una persona normal no significa nada pero puede ser un problema para los señores mayores que van a hacer ejercicios al lugar.

Sorteados esos inconvenientes, tras pensar que no es nada que tomen el espacio por un día, olvidé el asunto. Total, ¿a cuántos niños no habrán hecho felices con los juegos infables y todo lo que montaron en esa parte del parque? En nombre de ellos, respiré hondo y olvidé el asunto.

El domingo, sin embargo, me sorprendió ver que las carpas seguían en el mismo lugar, por lo que había una de las vías intransitables, y que había basura por todos los alrededores. ¡Qué pena me dio! ¿Cómo una dependencia del Estado, dirigida por una
persona que promociona los valores y la buena conducta, deja un parque lleno de basura? Aunque me indignó, me dije: "ah, dale un chance que es domingo: no han quitado las carpas; seguro que mañana vienen y se lo llevan todo" (incluidas las dos botellas de cerveza que alguien dejó junto a la casita).

El lunes en la noche regresé, inevitablemente, a la Casita de Lectura (al darle la vuelta al parque tienes que pasar por ahí obligatoriamente). A la distancia vi, con alegría, que las carpas ya no estaban ahí: ¡han limpiado!, dije alegre. Cuando pasé por al lado del lugar, sin embargo, descubrí con tristeza que sí, que habían limpiado pero solamente el área que está dentro de la isleta que ocupa la Vicepresidencia: el resto de la zona, aunque está frente al espacio que utliza la Vicepresidencia, fue dejada justo como se ve en la imagen que encabeza estas líneas. Al ver eso, la indignación fue completa: ¿con qué derecho hacen una actividad en el parque, que siempre está limpio, y dejan toda su basura tirada allí? Y es que la basura no sólo está acumulada junto a un árbol que hasta el sábado estaba limpio: los vasos, fundas de palomitas, plásticos y botellas pupulan por los alrededores con total desvergüenza.

Sé que la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández no estuvo en esa fiesta que fue organizada con motivo del Día del Periodista. Por tanto, ella no tiene la culpa de lo que ha hecho su personal. Sin embargo, sería bueno que les enseñe algo de lo que tanto promueve: los valores deben comenzar por los de casa para que así, con el ejemplo, ellos puedan multiplicarlos.

Habla muy mal del personal de la Vicepresidencia que organice una actividad e irrespete el lugar en el que lo hace. Ningún ciudadano tiene derecho a ensuciar los espacios públicos. Mucho menos si se trata de gente que trabaja, según las promociones de su campaña "Bien por ti", recuperando los valores que se han perdido en la sociedad.

"Ante la creciente pérdida de valores, la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, ha decidido emprender una ardua labor para que junt@s construyamos una sociedad en valores", reza la descripción de Bien Por ti. Pero, ¿puede funcionar algo que no se practica desde dentro? ¿Cómo cambiar a los demás cuando no reparas en que los que están junto a ti son muestra fehaciente de esa creciente pérdida de valores?

Espero que eso de "Bien por ti" no sea más que una pantalla. El proyecto suena bien, bonito y oportuno (aunque empezó hace bastante tiempo sigue siendo necesario, tal como lo demuestra la Vicepresidencia misma). Ojalá que Margarita hable con los suyos. Que les recuerde que respetar y preservar la Naturaleza es uno de los valores que toca mantener.