viernes, 22 de mayo de 2015

Cuando suponer es perder

Cuando vi el mensaje no lo podía creer. Me acusaban, de repente, de algo que jamás cruzó por mi mente. Mi reacción inicial fue el asombro. Luego me incomodé, brevemente, y al final lo olvidé. ¿Vale la pena que te sacudan falsas acusaciones? No, me dije, y zanjé el tema conmigo misma. Discutir es perder, me convencí, y lo dejé así.

Hoy decido escribir estas líneas, a pesar de que parezca una forma de responder, porque al reparar en el error de esa persona pensé en la cantidad de veces que uno supone cosas y las da por hecho sin ir más allá de lo que se ve a simple vista. Generalmente, hay que admitirlo, pecamos por no razonar sólo un poquito porque, de hacerlo, entenderíamos que nos hemos equivocado al sacar las conclusiones.

En una infinidad de ocasiones, aunque tal vez creamos que no, los demás toman decisiones que no tienen nada que ver directamente con nosotros. ¿Por qué pensar, cual si fuésemos el centro del universo, que siempre el otro nos quiere joder?

Puede que el narcisismo o el ego sean más fuertes que la razón. Sólo así se entiende que haya individuos con un delirio de persecución tan fuerte que anden pensando que la gente siempre va a por ellos. ¡Generalmente no es así, toca entenderlo!

Da risa ver que hay quienes creen que uno anda con una daga para clavársela en el momento menos esperado, cuando la verdad es que uno ni siquiera está pensando en ellos. Pobre de esos que dejan de vivir por estar pendientes de cuidar sus espaldas, ¡qué forma de desperdiciar el tiempo!

Vivir pensando en una eterna conspiración es no tener paz. ¡Qué triste ha de ser! ¡Cuántas cosas se han de perder por estar buscando despropósitos en todo lo que el otro hace! ¡Qué miserable es estar pendiente de la vida de otra persona, con la que no se tiene ninguna relación, para definir la de uno!

Ojalá no me tocaran casos así. Sin embargo, amén de que para que haya universo tiene que haber de todo, asumo que si me toca es para que aprenda qué no debo hacer. Esta ha sido una buena lección: rápida, sin dolor, me ha recordado que suponer puede ser perder. ¡No vale la pena hacerlo! Siempre es mejor hablar, preguntar y despejar todas las dudas. Es como decía abuela Celia: mientras mayor claridad, mayor amistad.

jueves, 21 de mayo de 2015

Ante la imposición oficial del aumento salarial

Cual diálogo de sordos, la última reunión del Comité Nacional de Salarios (CNS) terminó como si los protagonistas nunca se hubiesen sentado en la mesa: el sector oficial impuso el aumento de un 14%, a pesar de que no fue aceptado por el sector sindical, dando por zanjado este tema.

El aumento, que entrará en vigencia a partir del primero de junio según consta en una nota de prensa enviada ayer por el Ministerio de Trabajo, podría traer fatales consecuencias: ¿cómo aprobar, casi de facto, un aumento después de seis horas de inútiles (para los trabajadores) negociaciones?

Las informaciones acerca de este tema son un poco grises. Sabemos que los empleadores ofrecieron un pírrico aumento del 11% que fue rechazado de plano por los sindicalistas, quienes ya habían bajado su reclamo del 30 al 20%. Así las cosas, el responsable del CNS decidió ofrecer un 14% (aunque era más lógico que fuera un 15%) y, tras argumentar que ambas partes aceptaron ese porcentaje, dieron el aumento como válido.

Para tomar esa decisión, el Comité obvió dos puntos fundamentales: que los sindicalistas habían condicionado ese 14% (que aún es muy bajo) a que fuera retroactivo, es decir, que cubriera los seis meses que ha durado la discusión del salario -algo que como era de esperarse no fue aceptado por los patronos-; y que los empresarios pidieron que se les reclasificara para aceptar ese monto.

En una jugada que pudo haber sido un tanto desesperada, Trabajo decidió obviar las condiciones que se pretendían lograr (barajando así el consenso) e impuso el aumento. Al hacerlo, asumo, habrá pensado que todos iban a quedarse callados, como siempre, y aguantar su tablazo sin más discusión. Total, como en otros temas la gente sufre calladita y no dice nada, esta podría ser igual.

Forzar la jugada, sin embargo, pocas veces funciona con los sindicalistas y esta no ha sido la excepción. Por ello, tras sentir que les están provocando, ya han anunciado que se retirarán de las discusiones del Código Laboral, así como de cualquier otra comisión tripartita en la que participen junto a los empresarios y el Gobierno.

No sé a qué genio se le ha ocurrido jugar con la paciencia de los sindicalistas y, en consecuencia, de la población. El Gobierno y los empresarios parecen olvidar que los sindicalistas apenas son la cara visible de una extensa población que espera con ansias un aumento que le ayude a paliar la difícil situación económica que viven.

La gente, no deben olvidarlo, esperaba algo más de lo que al final les tocará. Reducir sus esperanzas puede, a largo plazo, tener consecuencias inesperadas. La paciencia, es importante que lo recuerden, no suele ser nada abundante cuando los bolsillos están vacíos. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, dice un refrán. Esperemos que el nuestro no se rompa. De ser así, se podría despertar un monstruo que termine con esa divina paz que tanto ama el Gobierno.

jueves, 14 de mayo de 2015

Dejemos a @SandraKurdas en paz

Aunque la había visto infinidad de veces en el pasado, la conocí el 14 de agosto del 2014. Ella llegó al periódico Hoy vestida de azul turquesa, con una sonrisa que se desdibujaba de tanto en tanto mientras su mirada se perdía, y lucía serena a pesar de que estaba viviendo un calvario desde hacía un año y cuatro meses, cuando se decidió a denunciar a su esposo por violencia de género.

Verla era extraño. Poco quedaba, acaso la elegancia, de aquella Sandy de Jorge que había visto tantas veces en los años 90's. Sin el traje de la esposa del empresario Frank Jorge Elías cubriéndole la espalda, era una mujer distinta. Enfrentada a quien la había protegido durante 32 años, la vida ya no era fácil ni cómoda. Luchar, eso que antes no le tocaba, era ahora una necesidad. Su alma jamás sería la misma y eso se percibía.

El camino que había recorrido antes de que la conociera fue tortuoso. Acostumbrada a lavar los trapos en casa, como hacen casi todas mujeres de alta sociedad, no fue fácil despojarse de su apellido de casada para convertirse en la Sandra Kurdas que muchos cuestionaban. Y es que, a pesar de que decía a gritos que la lastimaban, muchos decidieron ponerse en contra de ella bajo el argumento de que lo que quería era dinero (estrategia con la que buscaban descalificarla).

A pesar de ser maltratada una y otra vez, ella no se rindió. Más allá de su imagen de mujer dulce y quizás débil, Sandra demostró una fortaleza única. Reclamando justicia donde quiera que la quisieran escuchar, se quejó infinidad de veces de que en los tribunales le ponían las cosas cada vez más difíciles, cual si fuera culpable en lugar de una víctima. El proceso, que se alargaba cada vez más, duró dos años en total.

El día que la entrevisté Sandra se quejaba de que sus derechos eran violados una y otra vez en los tribunales. Y decía lo siguiente: "Vivo un abuso cada día. Yo siento que mis derechos humanos se están violando como mujer y como víctima. Yo quiero buscar justicia para poder vivir una vida tranquila, sin violaciones, porque toda mujer tiene ese derecho: vivir libre”.

Hoy, finalmente, Sandra Kurdas tiene el derecho de vivir libre. Para ello, sin embargo, llegó a un acuerdo con su (¿ex?, no sé si finalmente el proceso de divorcio ha terminado) esposo Frank Jorge Elías en el que se acordó suspender condicionalmente el proceso penal que se le seguía por violar el artículo 309, numerales 1 y 2, de la Ley 24-97 sobre Violencia de Género e Intrafamiliar.

La decisión de la suspensión del proceso está contenida en la resolución número 089-2015 del Quinto Juzgado de la Instrucción del Distrito Nacional, en la que se establece claramente que Francisco Antonio Jorge Elías "ha admitido los hechos que se le atribuyen, aun cuando ha señalado que desconocía que tal actuación violaba la ley", es decir, que él reconoció que era culpable de haber agredido a su esposa (aunque al hacerlo, vaya, no sabía que violaba la ley).

Es por su culpabilidad, incluso, que para que el proceso se suspenda él tendrá que abstenerse de molestar, intimidar o amenazar por cualquier medio a Sandra Kurdas; visitará al psicólogo para recibir terapias sobre violencia de género durante seis meses, donará RD$300 mil a la Fundación Vida sin Violencia, al Núcleo de Apoyo a la Mujer (NAM) y al Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (Pacam); y tendrá que transmitir varios programas de orientación sobre violencia de género y violencia intrafamiliar a través de su televisora, Súper Canal 33.

Después de conocer el acuerdo, mucha gente se ha dedicado a criticar a Sandra. La han puesto en el paredón, prestos a sacrificarla de nuevo, negándole el derecho a tener esa vida libre por la que ha luchado con tesón durante dos años. ¿Qué esperaban? ¿Qué siga sufriendo el acoso al que la han mantenido durante todo este tiempo? ¿Qué viva en una injusta incertidumbre para postergar un proceso judicial que le traerá más dolores de cabeza que otra cosa? Si él se reconoció culpable, y con eso ella puede sellar su tranquilidad, ¿qué importan los términos del acuerdo al que hayan podido llegar? Ella duró más de treinta años casada con él. En caso de que se haya beneficiado económicamente, tampoco estaría mal: ¿algunos de nosotros la piensa mantener?

Es mezquino acabar con Sandra Kurdas por el hecho de que haya decidido no sufrir más y llevar la paz al seno de su familia. Frank y ella tienen hijos y un nieto en común. Sus vidas estarán mezcladas para siempre. ¿Les vamos a pedir que sigan matándose? No, ninguno de nosotros querría eso si estuviera en su lugar. ¿Por qué pedírselo a ella? Con el simple hecho de lograr que él haya admitido que es culpable, en una sociedad en la que los ricos pueden hacer con su mujer lo que les dé la gana, Sandra ha ganado la batalla. Da igual que él haya pasado poco tiempo preso: el que la sociedad lo señale, con lo mucho que le importa su imagen, es bastante castigo.

También es importante que Sandra le ha dado una gran lección a muchas mujeres que ahora podrán verse en su espejo y sacar el coraje para denunciar a sus maridos. Siempre vale la pena hacerlo. Es complicado, las cosas serán difíciles, pero al final lograrán dejar de vivir bajo un yugo que las lastima.

En el caso de esos muchos otros Franks que andan por ahí abusando de sus esposas, este caso les demuestra que el dinero, aunque puede alargar los procesos y evitarles algún tiempo en prisión, no les ayudará a que los hechos queden impunes. Algún castigo tendrán. Frank Jorge Elías lo ha vivido en primera persona. Pensó que se saldría con la suya pero al final no le quedó más remedio que aceptar su culpa para poder terminar con un proceso que sólo podía incidentar.

Los aprendizajes que este caso nos ha dejado son muchos. Al margen de Sandra y de Jorge, que pasarán al olvido dentro de un tiempo, nos ha mostrado además cómo se mueven los hilos de la manipulación. Desde ayer, por ejemplo, vemos que se reproduce una versión interesada y retorcida en la que se da cuenta de que Sandra se había retractado y dijo en los tribunales que el golpe en su casa fue un accidente (versión que esgrimió al principio Frank Jorge Elías).

Ningún medio tradicional reprodujo esa información. Con el dispositivo en la mano, todos sabemos que eso no es cierto. No sucedió lo mismo con algunos portales que se limitan a copiar y pegar las informaciones sin tomarse la tarea de confirmar nada: ahí están, con la mentira colgada en sus páginas y provocando que la gente cuestione a Sandra y crea que ella ha cambiado su versión por unos tantos pesos. ¡Cuánto daño hace la falta de rigor!

Muchos hemos tenido que salir en defensa de Sandra. Ella calla. Asumo que está harta de defenderse y sólo quiere olvidar. A estas alturas no es justo que se le señale y se le golpee más. Ya es hora de que la dejemos tranquila. Ella merece ser feliz. ¿Por qué no la ayudamos? Dejémosla en paz. Es lo mínimo que merece.