jueves, 11 de octubre de 2012

Del lujo al error... una historia que se repite siempre

Cada una es peor que la anterior. Página a página uno siente cómo aumenta la indignación, a golpe de unas letras que a veces suenan inconexas y que nos gritan que somos los perfectos idiotas llamados a aguantar lo que nos lo quieran imponer.

Cuarenta y ocho páginas de una condena que sabe a traición me valieron para confirmar, porque no quería creerlo, que la diferencia entre ellos y estos no es más que un barniz que pronto caerá.

Como siempre, cual si Leonel Fernández pululara por el Palacio Nacional, nos encontramos con una reforma fiscal (con un ampuloso y tan largo nombre que me lo ahorraré) que nos quiere gravar hasta el futuro, si es que llegamos a tenerlo. Pero, ¿y qué de los gastos del Gobierno? Como si de una querida se tratase, aún no sabemos los detalles.

Hasta ahora lo único que nos queda claro es que el Gobierno no sabe lo que tiene entre manos. Es por eso que, tras presentar el proyecto, ha terminado desmintiéndose: era tan abusivo lo que pretendían hacer que, al menos, sacaron algunos alimentos del listado de los que serán gravados. La mayoría, sin embargo, ahí está. Y es que comer, al menos razonablemente bien, es todo un lujo según el Gobierno.

Enumerar los productos que serán gravados duele. Tanto como el que graven el alquiler y el ahorro, haciendo aún más caro el vivir bajo techo y alejando más la posibilidad de tener uno propio.

Lo triste es que nos quiten dinero hasta del doble sueldo para cubrir los desaciertos y dispendios del Gobierno anterior. También para tapar el hoyo de la campaña. Pero hay que hacerlo en nombre de la Patria. Pero, ¿de cuál?

PD: Pongo la foto de unos garbanzos porque, tras la reforma, serán un producto de lujo.

domingo, 7 de octubre de 2012

Ese lujo al que le llaman comer...

Desde el jueves pasado estoy inquieta. De repente descubrí que cada día cometo el pecado de la humildad cuando me siento a la mesa. Mi ropa, demasiado normal, no está acorde con el lujo que me rodea.

No sé si salir a comprar una brillante boa de plumas color rosa (¿se verá mejor negra o, quizás, roja?), un vestido de lentejuelas, un esmoquin -el que tengo no ha de servirme, hace tiempo que no lo uso- o simplemente algunas blusas de seda que hagan juego con el decorado de mi comedor o, según lo que vaya a comer, con los platos que estén sobre la mesa.

Ahora sé, gracias al proyecto de reforma fiscal presentado por el Gobierno, que siempre he estado equivocada: aunque no lo había visto, el exceso me ha circundado toda la vida. Oh, de las lentejas que he comido, exentas de todo impuesto y pensando que eran lo más corriente del mundo.

La lista los artículos que comenzarán a pagar el Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS) me ha golpeado en la cara. Es un grito al descontrol en el que todos hemos vivido: ¡si hasta el entrecijo ha de gravarse, cómo podemos sentir la conciencia tranquila! ¡Con cuánto dispendio hemos crecido!

Para comenzar, el Gobierno nos recuerda que comer cualquier tipo de pan que no sea de agua, sobado o baguette (normal, no integral) es un lujo, así como el cazabe y todo tipo de galletas (incluidos los conconetes, mantecados, "lengüitas" y masitas), turcos, arepas, pasteles, pastelitos, harinas... en fin, usted se imagina cualquier cosa que pueda encontrar en una panadería, por más simple que sea, y eso también pagará impuestos. Ay, ese gofio que de niños disfrutamos y tanto desperdiciamos.

Aunque yo no las consumo, porque no me gustan, ahora sé que cuando mis padres me querían obligar a comer maicena, harina de negrito o avena me estaban dando alimentos de excepción y yo, de ingrata, los maldecía. Hoy, sin embargo, sé que todos los cereales y sus derivados (salvo el arroz, al menos) son exquisitos comestibles.

Lo mismo se puede decir de los garbanzos, habas, arvejas o cualquier otra leguminosa, salvo las habichuelas y guandules, que son las únicas que se podrán comprar con exención fiscal.

Pero donde la puerca de verdad retuerce el rabo (oh, bueno, si hasta la puerca y el rabo son ahora "finolis") es con las vísceras. Como todos los animales (vivos) y las carnes ahora serán objeto de impuestos -sólo nos dan la opción de comer pollo, con todas sus partes, y las carnes corrientes de res y cerdo... para todo lo demás, existe Mastercard-, resulta que un mondongo, una tripita, un bofe, una lengua (de res, cerdo...), hígado, corazón, pata, riñón, asadura, hueso o hasta piltrafa ahora adquiere categoría de artículo de lujo.

Ni hablar de los jamones, chuletas, casi todos los quesos (se salvan el amarillo, el blanco corriente y el de freír), salchichas, pescados (menos la pica-pica, que esa prende, carajo), yogures, aceites... en fin que, a juzgar por el listado de los productos gravados en la "Propuesta para discusión Componente Fortalecimiento de la
Capacidad Recaudatoria del Estado para el Desarrollo Sostenido" (menudo título para una reforma impositiva), República Dominicana es un lugar donde sólo se puede comer la bandera nacional. Al terminar, no consuma café porque ese, si no lo sabe, también vendrá, además, con sus tasas incluidas.

Aunque me propuse poner acá todos los productos que serán objeto de impuestos, he de reconocer que me deprimí a un punto tal que decidí no seguir. Ya no sé si todo es broma o si el Gobierno enloqueció. Quizás es una treta para ver nuestra reacción y, al final, quitar estos impuestos y dejar todos los demás. Así, aunque sólo respetarían nuestro derecho a comer y nos meterán los enemas en todas las otras áreas, parecerá que nos hacen un favor.

Hoy confieso que me duele el bolsillo más que nunca. Y me duele porque es duro saber que tendré que pagar lo que se derrochó en la campaña electoral, así como lo que se robaron los que se autoliquidaron y pensionaron. Además lo que se ha quedado en las cuentas de ahorro, los proyectos de inversión y las oficinas personales de grandes funcionarios y ex funcionarios que hoy se pasean por la ciudad como grandes señores.

Lo peor es que mientras me dicen que tengo que ser tan idiota para dejar de comer por culpa del clientelismo, la politiquería y la corrupción, ninguno de los turpenes se ha rebajado su sueldo de lujo. Tampoco vemos que los legisladores hayan renunciado a sus barriles, cofres y exoneraciones.

Todo eso sucede a la par de que a mí me gravarán los ahorros, pagaré más por el alquiler, la gasolina será insorpotable y tendré que ver cómo penalizan hasta las vísceras de los animales.

Ah, pero al Gobierno no se le ocurre decir nada en torno a la reducción del gasto y sigue derrochando en el servicio exterior y en muchísimos empleos que no tienen cómo sustentar. No, es que para ellos no hay límites. ¿Asfixiar? Eso sólo nos toca a nosotros, los del Club de los Idiotas que no tenemos otra función que pagar. Honestamente, ¿permitiremos que nos jodan a este nivel?


PD: Como veran, dado el proyecto, una fritura de Villa Mella como la que ven en la foto (que encontré en la red) será un espacio de gran tributación.

viernes, 5 de octubre de 2012

Esa historia que se esconde tras el caso de Félix

Echados a dormir, como si al cerrar los ojos la realidad se esfumara, hemos pasado años ignorando todo lo importante. Por eso ahora, cuando comienzan a decirse en voz alta algunas de las cosas que decidimos no ver, hay quienes se resisten a creer que realmente son ciertas.

Como ejemplo vale el caso del senador Félix Bautista, archivado por la justicia sin darle más importancia que la de un papel barato a pesar de que durante su gestión al frente de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) se erogaron RD$14 mil millones cuyo destino es bastante dudoso (hubo pagos y avances por RD$8 mil 469 millones y enmiendas a los presupuestos originales por RD$6 mil millones).

A pesar de que la duda está ahí, hay quienes no creen oportuno que el caso se ventile porque lo ven como un posible intento de querer sentar al ex presidente Leonel Fernández en el banquillo de los acusados.

Al escucharles uno se pregunta, ¿hay alguna razón por la que la justicia, si lo entendiera prudente, no puede citar a Leonel? ¿El que el ex presidente pudiera tener algo que ver nos obliga a eximirnos de saber qué hizo Bautista al frente de la OISOE? Sólo pensarlo es un desatino.

A estas alturas, en las que ser funcionario ha sido sinónimo de hacerse millonario, no es sólo a Félix Bautista que hay que investigar: demasiados patrimonios se han amasado sin que entendamos cómo. El verdadero obstáculo para indagarlo no es Leonel Fernández, estoy segura, sino la espiral que puede desatarse si investigan cada fortuna: todos son cuadros del PLD y el partido, no lo olviden, es Gobierno. Eso es todo.