Aún es pronto para saber qué esperar. Nunca, hasta que los hechos no demuestran las cosas por sí mismo, podemos hacer una afirmación categórica.
La espera será larga. Con dos mil y tantos cables por salir, es difícil predecir lo que traerán mares de WikiLeaks. Lo que fuere, sin embargo, algo dejará.
Son muchas las interrogantes que se tejen en torno a lo que ha salido. A pesar de que conocíamos bastantes de las informaciones que se han publicado, hay otras que surgen ahora, de repente, y llaman a preocupación.
Una de ellas tiene que ver con el presidente Leonel Fernández y establece que él sabe hasta qué punto llega la corrupción de las Fuerzas Armadas pero que no se ha atrevido a mover 100 de los 200 hombres que deberían salir de ahí porque hasta su puesto peligra. Así las cosas, ¿cómo podemos esperar que esto cambie?
Es difícil acabar con la corrupción cuando el mandatario se rinde ante ella. Peor aún es saber que existen funcionarios y ex funcionarios de dudosa reputación que forman parte del círculo selecto del partido de gobierno. Lo mismo veremos, sin embargo, con el PRD.
Amén de qué partido sean los cables, lo importante de esto es que esa información debe servir para algo más que para alimentar el rumor popular: debe ser el punto de partida para que el Ministerio Público comience a investigar los hechos que ahí se imputan.
Es mucho lo que en este país queda sin castigo. Ya está bueno de que sea así. Que WikiLeaks sirva para remover nuestros cimientos. Que el culpable pague, al menos, con nuestro olvido.
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