viernes, 8 de julio de 2011

Incendiemos la conciencia nacional


La ciudad despertará en calma. Como cualquier día, abriremos los ojos y veremos el sol saludándonos con dulzura. Será lunes, haremos nuestro mejor esfuerzo por sonreír y nos dispondremos a iniciar la semana.

Al mirarnos al espejo, al recordar que es 11 de julio, tocará pensar qué hacer. ¿Apoyamos el paro general o continuamos con la rutina del día, ignorando el llamado, como si no pasara nada?

Con la duda servida, y la imagen de lo que viviremos, toca preguntar: ¿hay una verdadera razón para irse a huelga? Analicemos en frío, tranquilamente, para ver a qué conclusión llegamos.

Quizás nuestra propia rutina puede servinos para ello. Comencemos por la ducha, que es la forma de iniciar cada día. Puede que el lunes, como alguna que otra jornada sucede, no tengas energía eléctrica y te toque una tanda de cubitos. Ese instante, ¿qué implica?

Con todo y el piquecito que tendrás te dispondrás a salir. El Conep, los legisladores, los funcionarios y algún que otro sindicalista te convencieron de que no es oportuno irse a un paro de labores. Te vestirás, sudando, pero irás al trabajo de todas formas.

Al salir de casa puede que descubras que hay tres nuevos hoyos en el camino. Con suerte, no caerás en ninguno. De lo contrario, podría tocar cambiar alguna pieza del carro. Pero no pasa nada. Eso se sumará a los costos de los combustibles que suelen subir cada semana, por lo que hay que tomarlo con tranquilidad.

Por suerte ahora no hay clases y llegas más rápido al trabajo, piensas al tiempo que echas una maldición. Rayos, si la colegiatura aumentó un 20% este año. Y no hay más remedio: se paga o se paga. La educación pública en este país no es una opción. Por tanto, ajo y agua (el Consejo Nacional de Educación se pronunció contra el alza sólo si los colegios no pueden justificarla).

Te pones a escuchar música. No vale la pena amargarse por cosas inevitables. Trabajas, haces todo lo que está de tu parte y sales, con dolor, al supermercado. ¡Cuántas cosas han subido! ¡Hasta el pollo, que es lo más corriente! ¡Maldito paquetazo! No es posible seguir así. Tenemos que hacer algo. ¿Nos seguirán fastidiando? A la par que te preguntas todo eso te dices, ¿hoy no era el día para hacerlo?

Esas y otras muchas razones hay para apoyar el paro del lunes. Por todo el endeudamiento y el estilo de vida de unos funcionarios que trabajan para sí y se olvidan de nosotros. Es hora de que le digamos al Presidente que estamos contra su política económica y que nos hemos cansado de que pierda el tiempo viajando. Que entienda que queremos soluciones, no más excusas.

En un país con tantos problemas hay mil razones para protestar. Pero aún no nos damos cuenta. Por eso tantos se quedan tranquilos, como si el problema fuera de unos pocos. No entiendo que el dolor de todos sólo le llegue a unos tantos.

Sé que muchos piensan que una huelga es quemar neumáticos, enfrentarse a la policía y hacer desastres. No me refiero a hacer eso. Hablo de cruzar los brazos, quedarse en casa y detener el país por un día. Entiendo que es la conciencia nacional lo que tenemos que incendiar: hacer que la gente entienda que es hora de decir basta, está bueno. Todos debemos hacer algo para cambiar esto.

No es provocando desórdenes sino generando otra visión. Es concientizando y elevando el nivel de los ciudadanos. Es lograr que seamos más críticos y menos conformistas. Es que seamos más dominicanos y menos pendejos.

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