jueves, 21 de julio de 2011

Mejor una letra, una vida nueva, que un museo


Lo toma entre las manos. Mas no le dice nada. Sus colores, los dibujos, le llevan a soñar; las letras, esas que quisiera entender, no son más que un enigma que aspira descifrar.

Tiene diez años pero aún no va a la escuela. El trabajo, la vida, la familia... el peso de la pobreza no se lo ha permitido. El sólo puede recorrer las calles, con su caja de limpiabotas a cuestas, y pensar en que algún día quizás pueda estudiar.

Mientras sueña con ello, tal vez camine frente al Centro Cultural de las Telecomunicaciones (CCT), un museo que costó RD$400 millones. Al verlo, él no sabrá lo injusto de esa infraestructura. Y es que, ¿cómo un niño puede imaginar que con el dinero que costó dar vida a ese museo se pueden construir 40 escuelas?

Amén de lo relevante o no de la obra, o lo muy visitada que pueda ser, duele ver que en un país de tan pocas oportunidades y tantas injusticias se tire el dinero en cosas tan absurdas. Aquellas que, por demás, representan un gasto que se traduce en que los ciudadanos nos ajustemos cada vez más los delgados bolsillos.

Si a este gasto le sumamos el de los mil millones del parqueo de la UASD, algo incomprensible en una estructura como esa, tendremos que el Gobierno dominicano pudo haber construido 140 nuevas escuelas con ese dinero. Otra opción pudo haber sido desarrollar un programa de alfabetización o destinar esos recursos a la capacitación de mejores maestros. Muchas son las cosas que se pudieron haber hecho. Todas más prioritarias que un museo o un parqueo. Darle educación a alguien, aunque no se vea, es más importante: se llama darle un futuro, a través de un presente mejor.

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