jueves, 7 de abril de 2011

Celebrando por cada tramo superado


Cuando recibí la invitación me emocioné. Di un brinco, incluso, porque pensé que mis problemas habían acabado. Entonces Fior Gil me quitó la nube de los pies, cual alfombra, obligándome a aterrizar en el suelo abruptamente: lo que el gobierno inauguraría el martes era, apenas, sólo un túnel del Corredor Duarte.

Al ver la carpa en medio de la calle, mientras se armaba tremendo tapón aunque era de noche, me puse a pensar en lo que sucedería si nosotros hiciéramos igual que el gobierno.

Partiendo de que cada tramo de una obra es un éxito a celebrar y no hay que esperar que esté lista para hacerlo, podríamos celebrar cada mes al que arribamos. Al final, ¿hay una obra más importante que la vida? En función de ello, viviremos a diario celebrando por los padres, hermanos, tíos, vecinos… que la vida será una juerga sin tiempo para aburrirse.

Pero, si a golpe de impaciencia andamos, también podríamos pedirle al presidente Leonel Fernández que así como “inaugura” por tramos nos rinda cuentas mensuales en lugar de hacerlo una vez al año. ¿Que es una práctica menos demagógica y no le suma votos? Ciertamente.

Llevando esta práctica a lo existencial, podríamos crear una cultura de celebrar cada intervalo de las etapas de nuestras vidas. Siendo triviales, y haciendo de la vida una fiesta, podremos celebrar por cada tarea o proyecto terminado, cuando regresa la luz a casa, al pagar los créditos… en fin, cada día encontraremos una pequeña victoria que nos recuerde que vencimos un obstáculo. Esto, quizás, hasta nos venga bien. ¿Lo intentamos?

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