viernes, 24 de agosto de 2012

¡Cuánta mezquindad!

Tengo el alma encogida. Tras horas pensando, tuiteando y hablando sobre Isaac y sus posibles efectos sobre la República Dominicana, duele ver que haya tanta gente vana, miserable y mezquina que hable de la tormenta con sorna, ignorancia y desdén.

Muchos se han "sobrecogido" porque Isaac cambió el rumbo y no nos dará de golpe. Hay quienes se han quejado de que nos hiciera el "desplante" y, al hacerlo, han mostrado con desparpajo toda la ruindad que albergan en su ser.

Risas, burlas y chites irresponsables se reproducen en las redes a una velocidad mayor que la que tiene el propio fenómeno atmosférico. Ellos querían que se rompiera el cielo, desatando sus demonios sobre nosotros... ¿para qué? Tal vez, porque hay demasiado de vagancia y chabacanería en nuestra sociedad, para no trabajar y fajarse a beber. Eso es lo que les molesta: quedarse con las ganas de deshojar un viernes abandonándose a los placeres y eludiendo cualquier responsabilidad.

A todos los que han pensado/actuado de esa manera van estas palabras que, aunque irradien un dejo de ira, buscan llevar algo de conciencia (si es que en ellos la hubiera). Para comenzar, recuerden que en República Dominicana un huracán, por más suave que sea, siempre es motivo de catástrofe: se pierden vidas, casas, cosechas, propiedades y, sobre todo, oportunidades y esperanza.

Los costos económicos de todas las tormentas han sido tremendos. Recuperarnos siempre ha sido un proceso duro, en el que pierden -como de costumbre- los que menos tienen. Pero, ¡qué cómodo es ser espectador, desde la zona de confort, de la desgracia de los demás! ¡Qué poco se piensa en el colectivo, en el país, en los que viven en condiciones de vulnerabilidad... si no me afecta directamente, no sucede!. ¡Así piensan estos imbéciles!

Lo que olvidan es que lo que le pasa al país nos pasa a todos. Usted puede estar holgazaneando cómodamente en su casa pero, a la hora de cubrir los gastos, tendrá que rascarse el bolsillo como todos los demás. No les pediré que piense en los que sufren. Sé que no son capaces de hacerlo.

El sólo hecho de pensar en la desesperación que viven muchos dominicanos me supera. Son millones los que miran con desolación el cielo mientras las nubes se ponen grises y presagian la tormenta. La mayoría lo pasa demasiado mal. ¿Es tan difícil de entender?

Hoy hemos visto el lado más miserable de muchos compatriotas. Sé que no son todos, afortunadamente. Pero molesta reconocer cuánta mezquindad habita entre nosotros. Sólo pensamos en lo que puede lastimar nuestros intereses personales.

En la capital vemos esto más que en otros lugares. De repente se oye que Santo Domingo está a salvo y la gente aplaude y dice: ¿ven, no pasó nada? A quienes lo ven así, les recuerdo que República Dominicana tiene 48,442 kilómetros cuadrados y que, más allá del Distrito Nacional, hay 31 provincias.

Otros andan burlándose de las autoridades. No olviden que un fenómeno atmosférico siempre puede cambiar y que, si bien es cierto que las cosas no han sucedido como se esperaban al principio, aún no podemos descansar (a pesar de que el ojo de Isaac no tocará nuestra tierra sí lo hará su campo nuboso). Toca esperan. Y hacerlo con prudencia, rogando porque esto no vaya a mayores. Hay una alerta de tormenta. Y el sur sufrirá. También será triste lo que suceda en Haití. Aún no se recuperan y otra vez les golpean. Piensen en ellos, además. Sean, por un momento, gente.


1 comentario:

  1. En este país hay que realizar varios muros de la vergüenza de esos que eran tan famoso en la época de Balaguer, para tapar esa realidad que no podemos ignorar, pero si pintar. Creo que aquí hay una especie de ignoracia que va desde la seguridad del casco urbano, de aquellos que se la pasan entre la nuñez y la lincoln, que de ahí no pasa más que solo para ir a la playa, toman el tunel y el elevado y no se ve nada....todo por ahí es bien.

    Pero el país es más que eso, más que la playa, la torre o la casa de zinc. Creo que hay que hacer un tour para el rio ozama y que vean las cualidades inhumanas con las que viven tanto, los que el rio es su patio o aquellos que saben que las inundaciones significan perderlo todo.

    Somos algo más que indolentes, somos mediocres y mentalmente pobre, porque creemos que el país es solo lo que está al frente de nosotros y los poblemas son de los otros, aunque los impuestos, son de todos y ahí si lloramos

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