Nunca hubo intención real. Eso está claro. Por más declaraciones y afirmaciones frente a terceros, a lo interno nunca quisieron. Ni uno ni otro. Tal parece que, temores al margen, no querían someterse a la presión de un interrogatorio cara a cara.
Como ven por la fecha de "publicación", que no es más que aquella en la que comencé a escribir, hace días que pensaba en lo oportuno o no de decir unas tantas cosas sobre el debate. Tras el artículo de Juan Bolívar de hoy (domingo 22 de abril), , se disipan estas dudas.
Antes que nada, es oportuno decir que habría sido una gran cosa que se lograra el debate. Amén de la novedad, nos habría dado la oportunidad de ver si los candidatos eran capaces de confrontar sus ideas y cómo lo hacían.
La idea, por lo que vimos, parecía no agradarle a ninguno de los dos. Escudados en diversas excusas, uno y otro lo hicieron todo para no ponerse de acuerdo. Y Anje, que organizaba, no hizo que las cosas fueran más fáciles.
Para comenzar, surgió la sombra de que fueran los periodistas nacionales los que dirigieran y participaran en el debate (aunque igual tenía más que ver con el Grupo Corripio, que estaba entre los organizadores) porque, tal como dijo Danilo Medina, "en el país todo el mundo está identificado".
No sólo Danilo favorecía que CNN también moderada el debate. Y se decidió que así fuera. Pero entonces llegó una nueva pieza al zapato: tanto Hipólito Mejía como CNN decían que el debate tenía que ser con todos los candidatos, algo que no quería Danilo pero que tampoco está en los reglamentos de Anje, que establece que los partidos haber sacado al menos un 5% en las elecciones para ir al debate.
Así las cosas, Hipólito nunca confirmó el debate y Danilo lo hizo después que se había dicho que no había consenso. Al final, todos pecadores o todos santos, los que perdimos fuimos los ciudadanos. Tendremos que esperar, con suerte, que el 2016 se estrene como el año del primer debate presidencial.
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