lunes, 11 de junio de 2012

Un puente, un atentado


Cuando le veo recuerdo muchas historias de ayer. El fue testigo de gran parte de nuestros ires y venires. Casi cada semana le atravesábamos. Unas veces más cerca y otras más lejos, el puente Duarte siempre fue testigo de nuestras andanzas familiares.

Sobre él, en tapones que solía haber, sentí miedo por primera vez. El puente se movía, en una noche de lluvia de los 70's, y de repente nos asaltó el temor de caer. Quizás nunca corrimos peligro. Pero jamás lo olvidé.

Son muchas las historias que guarda este puente. Algunas son fantásticas; otras, un tanto dolorosas. Pese a ello, ahora vemos cómo hay gente que se mancilla contra él. Y al hacerlo, en un arrebato de burdo hurto, nos ponen a todos en peligro.

Nunca antes habíamos visto que en un país se robaran los cables de un puente. Pero somos dominicanos. Aquí, donde la realidad se convierte en farsa y muchos ríen aunque deben llorar, todo sucede. Es por ello que ladrones con dejos terroristas se burlan de las autoridades a un punto tal que, a pesar de que hay un destacamento cerca, dos días después de robarse los cables volvió un ladrón que posteriormente se le escapó a los policías.

La Policía, al parecer, sólo tiene fuerzas para matar delincuentes de vez en cuando. Mientras, el gobierno mira hacia arriba y propicia que los rateros hagan cosas tan atroces como debilitar el puente. ¿Cómo se explica que la RD sea gran exportador de metales que no produce? Eso no le importa a nadie. Tampoco que se invierta tanto dinero en los bienes públicos (alcantarillas, puentes, bancos...) para que terminen fundiéndose.

Quejémonos. Hagamos algo. No permitamos que sigan atentando contra todos. Hasta ahora había sido contra esas gomas que se pinchaban al caer en una alcantarilla sin tapa. Hoy es contra la vida de quienes cruzan el puente cada día. ¿Esperaremos que haya una desgracia?

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