viernes, 18 de marzo de 2011

A usted, ¿qué le dijo Leonel?


Lo vi gastado. Parecía mayor. Exrañé esa energía vibrante de otras ocasiones. Por momentos ni siquiera parecía él.

Habló quedo, casi despacio, y sin emoción. Su mirada se veía apagada y sus ademanes carecían de vida. De pronto, quizás por la preocupación, se asemejaba a alguien mayor.

Pero ahí estaba, dándonos lecciones de economía y enseñándonos los efectos de una crisis que conocemos mejor que él. Nuestros bolsillos, al final, están mucho más lastimados que los suyos.

Leonel Fernández no sabe lo que es correr cada viernes huyéndole a los aumentos de la gasolina (como si al final no nos fueran a alcanzar, qué ilusos somos). El ni siquiera ha de suponer quién es que llena el depósito de su flamante carro. Quizás es alguien desconocido, un empleado al que jamás le ha visto la cara. Tal vez su chofer, ese que va y viene con él y que, a pesar de la cercanía, ha de tener mil problemass que él desconoce. ¿Le habrá preguntado alguna vez si teme no tener qué comer?

A él, ese chofer desconocido, Leonel no le dijo nada ayer. A mí tampoco. A pesar de que a veces me apasionan los números y por cientos, sobre todo si se trata de reclamar leyes olvidadas, las cifras que me ofreció no me dijeron nada.

Por ejemplo, el Presidente nos dijo que en las avenidas y calles que desembocan en las ocho intersecciones viales que integran el proyecto del Corredor Duarte circulan diariamente "unos 996 mil vehículos".

El mío es uno de esos carros. Por ello, me cuesta una hora llegar al trabajo cada día, si salgo antes de las 7:00 de la mañana; y hasta hora y media si se me hace tarde y me marcho de casa después de las 7 y 15.

A pesar de mis esfuerzos, es difícil reducir el tiempo que tardo en llegar a la oficina. Y entonces el Presidente me dice que, si soy parte del 30% de las personas que logra reducir tres minutos en llegar a su destino, ayudaré al país a economizar anualmente unos 24.8 millones de galones de combustible (equivalente a un poco más de 590 mil barriles durante un año).

¿Cómo disminuir los tres minutos? Esperando que el Corredor Duarte esté listo, es decir, quién sabe cuándo. Mientras, tocará gastar el dinero y la paciencia en unos tapones interminables.

Y es que, aunque el Presidente aseguró que el Gobierno "puso en marcha un programa de eficiencia energética en los semáforos de los principales cascos urbanos del país, especialmente en el Gran Santo Domingo y Santiago", se le olvidó decir que muchos de ellos no funcionan o, como son "inteligentes", se vuelven un desastre en cuanto se marcha la energía y se vuelven a encender. Ah, por cierto, ¿qué pasó con aquella sincronización de semáforos anunciada en ocasiones anteriores? Esta vez se le olvidó.

Pero sigamos. Hay otro asunto más importante y menos personal. Se trata del gasto público, ese que Leonel dijo que rebajaría en un 12%. El anuncio suena bonito. Pero, ¿cómo lo hará? Me quedé esperando cuál será la fórmula.

Hablemos de los vehículos, que ahora pasarán a ser de gas natural o de diesel. "El proyecto de conversión a gas natural de, por lo menos, 20 mil vehículos del transporte público, que actualmente utilizan GLP como combustible generará un ahorro de 553 millones de pesos anuales por concepto de eliminación del programa Bonogas", dijo Fernández.

Al oír esto, me sentí bien. Luego, sin embargo, él anunció que crearía el Bonodiesel. Entonces, de un plumazo, se esfumó la ilusión de que dejaríamos de subsidiar a los genios del transporte que lo único que hacen es abusar de los usuarios con alzas en los pasajes.

Pero también nos tocará pagar los programas sociales, las canastas de las embarazadas y demás hierbas aromáticas. Ah, ¿pero y qué me toca a mí después de desembolsar? Con suerte ir a una plaza agropecuaria. Y punto final.

Todo esto me dejó un sabor amargo. Me hablaron de unidades del transporte que saldrán, cree el Presidente, un día sí y un día no. También de incentivos industriales y de licencias para vender gas natural en las estaciones de servicio (bien, ANADEGAS volvió a ganar). Pero a mí, ¿qué me darán? Nada.

Me faltó oír cómo se combatirá el alza en los precios de los carburantes, esos que debo gastar. Cómo lograré que mi cuenta del supermercado baje o, al menos, quién me ayudará a lograr un aumento de salario. Para mí, como cuidadana, no hay una sola medida. Sólo soy el bolsillo que sustenta el mundo que él diseña. ¿Y usted?

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