La tengo frente a mí y me parece verla llorar. Con apenas un año, cual si fuera una niña indefensa, ha recibido los golpes más duros que podrían propinarle. Y ha sido su padre, paradójicamente, quien le dado cada uno de ellos.
Aunque fue su hija natural, concebida a espaldas a lo que la sociedad estableció, la Constitución de la República Dominicana fue el bebé probeta con el que el presidente Leonel Fernández soñó.
Por eso sorprende que, en beneficio de intereses particulares, sea él quien la pisotee y luego le dé la espalda. Y es que, ¿cómo podemos definir lo que ha sucedido con las leyes orgánicas del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) y el Tribunal Constitucional (TC)?
Ambas leyes fueron observadas. Y las dos, por lo que se puede ver, serán aprobadas de la misma manera: con una mayoría simple, en violación a lo que establecen los artículos 102 y 112 de la Constitución.
Amén de que las observaciones que hace el presidente Leonel Fernández al TC son oportunas, el precedente sentado en el caso del CNM hace que salten las alarmas. ¿Estamos ante una fórmula de imposición de la voluntad presidencial?
Con la interpretación del artículo 102, que según algunos sólo establece la aprobación de las dos terceras partes de los legisladores presentes si están contra las observaciones del Presidente, observar puede convertirse en sinónimo de ajustar las leyes a lo que quiera el mandatario.
Con legisladores que se dedican a hacer más campaña que leyes, y por demás recogen firmas reeleccionistas, es extremadamente peligroso que esto suceda. Sé que puedo pecar de histérica pero, honestamente, me parece que todo obedece a un plan diseñado. Ojalá que no.
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