Desagradables, en más de una ocasión nos han provocado disgustos. Un susto aquí, un apuro allá, instantes de puro asco… sus efectos, la verdad, son múltiples. Nunca, sin embargo, pensé que serían capaces de provocar tristeza.
Sólo después de la visita de Rihanna a la República Dominicana comprendí que las cucarachas son tan mágicas que develan todo tipo de sentimientos y actitudes. Y es que, tras el desafortunado tuit de la cantante, muchos hemos sacado a flote la miseria que llevamos dentro.
A pesar de que el comentario de Rihanna no me gustó por la puntillita de “only in DR”, las reacciones ante su queja por encontrar una cucaracha, un grillo y un murciélago (¿de veras un murciélago) en su habitación han sido desproporcionadas: la han insultado hasta la saciedad, haciendo de las burlas y la exageración una fiesta de mal gusto.
Lo que le duele a algunos de los que hoy agreden a Rihanna es que es famosa y tiene muchos seguidores. Cualquier dominicano que vaya a un hotel y se encuentre bichos en la habitación lo tuitearía y, lo más probable, pondría el mismo "only in DR". Entonces habrían acabado al hotel (de 5 estrellas, es de suponer), en lugar de a la pobre chica que se asustó con unos intrusos que jamás debieron estar allí.
Amén de que esto habla muy mal de lo que somos, también nos dice que estamos muy mal porque, mientras dedicamos energías a ese tema, dejamos de lado las cosas que sí importan, es decir, las verdaderas cucharas de nuestra sociedad: las denuncias por corrupción que no prosperan, un presupuesto 2014 que no convence por el desatino de las partidas, un ineficiente sistema de salud, una economía que sólo es buena para ricos y funcionarios y unos legisladores que prohíben las hookah pero no tienen tiempo para los proyectos importantes.
Son muchas las cosas que merecen atención. Como la lucha contra el cáncer de mama, que pierde su ímpetu cuando muere octubre; o la falta de educación cívica, algo que demostramos con demasiada frecuencia. Rihanna ha metido el dedo en la llaga. Ella nos ha vuelto a recordar lo que somos. ¡Qué tristeza!
No hay comentarios:
Publicar un comentario