Los números se me trastornan. También las historias. Ya es poco lo que puedo retener. El horror, el asombro, me aniquilan sin remedio. Pero, ¿cómo permanecer inalterable cuando vemos que casi cada día una mujer muere de la mano de quien está llamado a darle amor y no la muerte?
Son más de 100 en lo que va de año. Son demasiadas. Una que muera es mucho. Superar la centena ya es tragedia. Alguna gente, por momentos, parecería acostumbrarse a escuchar que hubo un feminicidio. Dice, incluso, "ah, uno más". Pero no, no es sólo uno más: cada caso es un llamado a lo que estamos haciendo con nuestra sociedad: reproduciendo soledades, dejando niños huérfanos, y acabando con vidas que no deberían perderse de esa manera.
Cada una de las mujeres que vive bajo el manto de la violencia es una víctima potencial de su tirano. Pero muchas veces no lo vemos así. Nos hacemos de la vista gorda, pensando que él no será capaz porque nunca ha sido tan malo... y entonces pasa. Así tenemos muchas historias.
Hoy ha llegado el momento en que digamos hasta aquí. Tenemos que reclamar nuestro derecho a la vida. Para ello nos convocan el próximo miércoles frente al Congreso Nacional. Bautizada como "Un día de Luto", la jornada surge ante la certeza de que los feminicidios se han convertido en una tragedia y emergencia nacional.
La cita es muy temprano: de 7 a 9 de la mañana. Por eso el eslogan es "temprano contra los feminicidios". La idea es llegar, vestidos de luto (negro, gris o blanco), concentrarse y entregar un documento en el Congreso Nacional. Apoyemos esta iniciativa. Demostremos que estamos cansados de tanto sin sentido.
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