lunes, 9 de julio de 2012

No olvidemos a Josefina

Escribo estas líneas con rabia y dolor. La voz de Josefina, aunque nunca la escuché, aún retumba en mi cabeza: "Orlando no me mates, si tú quieres yo me voy de la casa”, le imploró antes de que él le diera los dos primeros tiros de los 4 que tendría reservados para ella aquel martes 4 de julio.

La historia de Josefina es desgarradora. Como la de tantas otras, es la verdadera crónica de una muerte que ha sido demasiadas veces anunciada. Vale saber que en diciembre pasado Orlando (que en realidad se llama Epifanio Pereyra), de 50 años, intentó ahorcar a Josefina de los Santos Guillén, de 34, y fue denunciado ante la fiscalía de San Cristóbal.

¿Por qué no estaba preso? Porque la madre de ella, Eladia Guillén, le pidió que quitara la denuncia. “Él duró dos días preso porque le dio una golpiza que casi la mata; pero cuando lo iban a trasladar a la cárcel de Najayo yo le dije que retirara la denuncia y que se separara de él. Orlando pagó una multa de 25 mil pesos y obtuvo su libertad y le dictaron orden de alejamiento de mi hija”, dijo la señora.

Poco después vinieron la reconciliación y el embarazo. Pero él, sin embargo, nunca aceptó que el hijo fuera suyo (no es coincidencia que los dos primeros tiros se los diera en la barriga, el tercero en la frente y el último en una pierna). Y ella, aunque tenía otra mujer, se quedó con él a pesar de todos los desplantes que le hacía y lo mucho que la maltrataba.

Con escenas constantes de celos, su calvario terminó como era de esperarse: en tragedia. ¿El detonante? Un tropezón. “Él se molestó con ella porque trasladó una nevera del cuartito de atrás para la casa, con la cual él se tropezó al entrar. Entonces le preguntó por qué la había movido. Cuando ella trató de explicarle él le dio un palo y la tiró al suelo. Entonces la sobrina de ella, Dahiana, nos vino a buscar aquí atrás, cuando me desperté fui y le pedí el revólver, pero él me dijo que si no me quitaba hasta a mí me iba a matar”, contó Junior Frías, de 12 años, quien lo vio todo.

Como Josefina son muchas las mujeres que apuestan a aguantar. Al hacerlo, olvidan que hacerlo o no es la diferencia entre vivir o morir. Visto desde fuera, es fácil concluirlo. Pero, ¿por qué ellas no lo ven? ¿Es la necesidad más fuerte que la prudencia? ¿Creen que no les pasará a ellas? ¿Asumen que el maltrato es parte de una relación? ¿Entienden que no hay más salida?

Las preguntas se suceden. Cada vez más mujeres mueren y las autoridades parecen no entender que la situación se agrava más y más. La apatía nos corroe como sociedad y apenas, a veces, vemos declaraciones de condena. ¡¿Es que nadie piensa hacer nada?! Ver, leer cosas como esta, duele demasiado. Evitemos que haya más josefinas. Hagamos algo... pero ya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario