viernes, 28 de marzo de 2014

"La luz de un cigarrillo" contra la homofobia

Todo comienza con la luz de un cigarrillo. De repente, al verla, uno se pregunta: ¿es de verdad o miente? El olor no deja lugar a engaños. Es real. Como la sala de Las Máscaras, aunque pequeña, vive y se hace sentir. ¿Por qué un cigarrillo?, te preguntas entonces. No, no importa. Ya lo sabrás. Y claro que lo sabrás. Pero lo sabrás al final, así, como tiene que ser cualquier obra.

Ella comienza a hablar. Es la vecina con acento de mexicana campesina que la obliga dejar atrás sus pensamientos y volver a la realidad. Hablan del hijo de Luz (Aleja Jhonson), la protagonista de la historia, que irá a visitar. La historia inicia con un mar de dudas...

El chico llega. Se llama Julio César (Brian Payano). Al verle interarctar con su madre descubrimos a una Luz intensa, casi castradora, que lastima de tanto amar. Es la maternidad en su plenitud agotadora, dura, y que ha logrado reproducirse a lo largo de los años: la madre que cree que los hijos son una extensión suya y tienen derecho a hacer de ellos y con ellos lo que deseen (sin olvidar que entienden que los hijos se deben a ellas).

Como contrapeso está la tía Divina (Hanely del Rosario), que es magnífica, comprensiva y está lista para dar consejos, apoyo y, por supuesto, diversión. Ella es todo lo apuesto a su hermana: lo ve todo brillante y no gris, vive intensamente y se entrega sin pensar en los tropiezos de una vida que, sin hacer mucho esfuerzo, le ha traído una de las peores tragedias que puede vivir alguien: la pérdida de un hijo.

Es alrededor del dolor de la tía Divina que se desnuda la realidad de Julio César, un muchacho que dejó a su madre en la gran manzana -oh, lo siento, que la trama se da en los países- para irse a Texas para alcanzar su gran sueño: ser actor y, además, poder amar sin que sentirse mal. Y es que, al ser gay, sabe bien que su madre no lo aprobará: de tan católica y machista, es imposible pensar que lo acepte.

La obra tiene muchos momentos duros. Hay confrontaciones y escenas que llevan a las lágrimas. Pero el mensaje es perfecto. Y llega, cala hondo, porque las actuaciones son impecables: uno quisiera que la obra jamás se terminara.

Son demasiadas las cosas que podría decir de la "Luz de un cigarrillo". Pero entonces les estropearía el gusto de verla. Vayan este fin de semana que aún se presenta en el teatro Las Máscaras, que está en la Arzobispo Portes 56. El precio de las boletas son RD$400. Les aseguro que no se van a arrepentir. Por algo esta obra ganó tres Soberano: a la mejor obra de teatro, la mejor atriz y a la mejor dirección. La hora de la presentación es a las 8:30 pm.

2 comentarios:

  1. La vi cerca de doce veces y cada vez me gustaba mas, cada vez podía sentir mis ojos humedecidos cuando se acercaba el final, ese final, ese inolvidable final.

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  2. El final es espectacular... la obra es perfecta.

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