Hoy ando pensando en una jugada sucia. Estoy buscando contactos. No sé aún a quién dirigirme pero espero que gracias a estas líneas pueda aparecer alguien. El bajo mundo me seduce. Lo peor de mí está al punto de salir.
Tras ver el ejemplo de Jimmy Bauer me convencí. Da igual lo que pueda pasar. Si me agarran terminaré siendo más heroica que la heroína misma que vaya a llevar allá donde sea necesario. ¡Qué fácil voy a ganarme la vida!
Traficar nunca había entrado en mis planes. De hecho, siendo periodista, es una "profesión" que me está prohibida. Hoy, sin embargo, he empezado a dudar. Las evidencias no llaman a engaño: en este lugar, ese que no puede ser llamado país, vale con hacer las cosas mal para entrar por la puerta grande a la sociedad. ¡Lo oscuro siempre reivindica (desde los políticos hasta los vagos)!
Aunque confieso que me da pena pensar en el actor Philip Seymour Hoffman y en todos los que como él han muerto a causa del abuso de las drogas, no suena nada mal la idea de ganarse unos buenos pesos por entregarle un paquete a alguien (jamás la llevaría en el cuerpo, no me pase lo que a Jimmy, pero sí en unas sandalias como las de Martha Heredia) y, si te agarran, pasar dos o tres años presos y salir cual estrella de cine dando gracias y siendo el centro de la atención.
Hoy he vuelto a pensar en lo equivocada que he estado todo este tiempo. Hacer las cosas bien e ir por el camino correcto es una verdadera tontería. ¡Con lo incómodo que es seguir las reglas y lo que cuesta sobrevivir trabajando de verdad!
Al ver las reacciones ante la liberación del pobre Jimmy, ese chico arrepentido que sólo cumplió tres de sus seis años de pena, me he convencido de que se te abren muchas más puertas cuando "tropiezas" -queriendo o "sin querer"- que cuando haces las cosas bien. El mismo Jimmy es un ejemplo: antes de que cayera preso su carrera no era gran cosa. Por la falta de dinero, incluso, fue que se vio tentando a hacer de mula: le iban a pagar 6 mil de los grandes, lo que no está nada mal.
Hoy Jimmy Bauer es muchísimo más famoso que ayer. Todos los ojos estaban sobre él cuando decidieron darle la libertad. Mucha gente se ha pronunciado, feliz, porque creen que está arrepentido y que merece otra oportunidad. El que esté arrepentido nunca lo dudaré: las consecuencias de sus actos fueron terribles, ya que estuvo al punto de morir cuando se le explotaron dos de las bolsas de heroína que llevaba dentro. Ahora bien, ¿realmente se merece la liberación alguien que está dispuesto a entregar la muerte de muchos a alguien que se lucrará con ello? Aún busco esa respuesta.
Sobeida Félix también se hizo famosa gracias a su relación con el narco. Cuando salga, al cumplir los escasos 5 años que le dieron (a ella le han negado la libertad condicional más veces que lo que se le niega la visa a un insolvente), será un todo un ídolo, un ejemplo a seguir para muchas chicas que aspiran a vivir con el mismo boato que ella sin hacer demasiado para ganarlo.
A Sobeida la han defendido hasta los indefendibles, algo increíble cuando se habla de quién era ella en el entramado de Figueroa Agosto. Ella, sin embargo, no ha logrado sensibilizar a ningún juez. Tal vez sea cosa de tiempo. Ya lo veremos.
Como ellos, Martha Heredia ha sido otro as en el mundillo de la vorágine mediática. Adorada, acabada y vuelta a adorar, se ha reiventado tantas veces que ya no sabemos si es víctima o victimaria. Cualquiera de los papeles, sin embargo, le va de maravilla: en ambos ha sabido llamar la atención y ha sido eso, más que su voz, lo que ha dado de qué hablar. Un ejemplo más de que para sonar sólo hay que saber hacerlo mal.
La verdad es que pensar en estas cosas da lástima. Es demasiado triste ver cómo dedicamos tanto tiempo y espacio a gente que debería estar en la oscuridad. Pero no. Nos interesa más, acaso por el morbo, hablar de quien lo hace todo mal. Yo, incluso, acabo de caer en ello. Pobre de mí, que me pierdo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario