jueves, 27 de febrero de 2014

El discurso de Reinaldo Pared Pérez

Pueblo Dominicano:

Hoy asistimos al cumplimiento de un aniversario más de la Independencia de nuestro país; pero el aniversario de la república en este año, para recurrir y utilizar una vieja y manoseada expresión popular, nos viene en número redondo. Es decir, hoy 27 de febrero de 2014, se cumplen 170 años de la fundación de nuestro país, la República Dominicana. Ello significa que dentro de justamente 30 años, estaremos celebrando el segundo centenario, o lo que es lo mismo, los doscientos años de la fecha más significativa e importante para una nación libre como es su Independencia.

Es por ello que todo el país celebra hoy, con entusiasmo y emoción, otro aniversario del episodio más hermoso y brillante que registran los acontecimientos históricos, como lo constituye la independencia nacional. Pero además hace solo dos días, se cumplieron 198 años del nacimiento de uno de los forjadores de ese trascendente hecho, como lo fue Matías Ramón Mella, protagonista del famoso y legendario trabucazo y que, dentro de dos años y Dios mediante, estaremos celebrando el segundo centenario de su natalicio.

A propósito de las fechas del nacimiento de Mella y de la Independencia, el periódico El Día en el editorial de su edición correspondiente al martes de esta semana, expresó con mucho acierto y tino lo siguiente: “Mella, junto a Juan Pablo Duarte y Francisco del Rosario Sánchez, forma la tríada gloriosa, a quienes los dominicanos les debemos nuestra identidad, el nombre de una nación y el gentilicio de dominicanos; y Mella, como ningún otro prócer, contribuyó con su valor, poniendo a prueba sus condiciones de militar, político y activista que puso en marcha, con el disparo de su trabuco, la revuelta civil más importante de nuestra historia, ocurrida el 27 de febrero de 1844”. Es por ello que siempre se impondrá a todo buen y sensato dominicano, la veneración y respeto permanente y perenne a los trinitarios del 44.
La presencia de ustedes, prestantes asistentes encabezados por el Honorable Señor Presidente de la República en este augusto salón y en este emblemático y simbólico día, es la consecuencia de las obligaciones que imponen como un imperativo categórico, determinadas disposiciones constitucionales a este respecto, al primer ciudadano de la nación.

Debido a ello y correspondiéndose con lo precedentemente afirmado, el artículo 114 de nuestra Carta Magna proclama con una claridad meridiana, cito: “Es responsabilidad del Presidente de la República rendir cuentas anualmente, ante el Congreso Nacional, de la administración presupuestaria, financiera y de gestión ocurrida en el año anterior, según lo establece el artículo 128, numeral 2, literal f) de esta Constitución, acompañada de un mensaje explicativo de las proyecciones macroeconómicas y fiscales, los resultados económicos, financieros y sociales esperados y las principales prioridades que el gobierno se propone ejecutar dentro de la Ley de Presupuesto General del Estado aprobada para el año en curso”.

Asimismo y al tenor de lo que destaca el artículo 121 de nuestra Ley de Leyes, las cámaras congresionales deberán reunirse conjuntamente, para “Recibir el mensaje y la rendición de cuentas de la o el Presidente de la República y las memorias de los ministerios”.

Es por todo lo anterior Señor Presidente, que el Congreso Nacional constituido en Reunión Conjunta, lo recibe complacido para observar, como Dios y la Carta Magna mandan, las señaladas y repetidas exigencias constitucionales.

Sin embargo y aprovechando este trascendente y oportuno momento, hay dos temas a los que aludiremos, aun fuere brevemente, toda vez que los mismos han merecido la atención de importantes sectores de la sociedad.

Uno de ellos ha sido parte de la agenda nacional por más de una década. Nos referimos al proyecto de ley de partidos políticos, tema que fue incluido en el último mensaje dirigido al país recientemente, por la instancia de mayor jerarquía de la Iglesia Católica, como lo es la Conferencia del Episcopado.

En ese sentido, justo es reconocer, que la primera versión de un proyecto de ley a tales propósitos, con la intención de fortalecer el sistema de partidos en nuestro país, fue sometido al Congreso Nacional por el Ex-Presidente de la República el Dr. Leonel Fernández, a finales de su primer período de gobierno durante el cuatrienio 1996-2000.

A partir de entonces, diversas versiones se han presentado a las cámaras congresionales para regular a los partidos políticos en la República Dominicana por variados actores, incluida la Junta Central Electoral, y que han centrado la atención de los legisladores y legisladoras por más de un período legislativo.

Sectores de opinión e interesados en la existencia de una norma legislativa como la que venimos comentando en este momento, han pretendido unos y otros lo han afirmado, de culpar a los congresistas de ser los responsables de la no vigencia de una ley a los fines antes citados.

Como congresista no evado la responsabilidad que me corresponde en mi desempeño como tal, ni como connotado dirigente político. Sin embargo y sin que ello implique procurar algún tipo de justificación de la actitud y proceder de los legisladores por la no existencia de la señalada ley, es de razón y de justicia precisar, que las respectivas dirigencias de los partidos políticos reconocidos del país, han dificultado una aprobación oportuna de dicho instrumento, al no ponerse de acuerdo sobre parte del contenido de su texto, como lo constituye por ejemplo, el tema referente a la celebración de manera simultánea y en una misma fecha, de las primarias de las organizaciones partidarias para escoger sus candidatos y candidatas a posiciones electivas.

También es de justicia reconocer que, independientemente del llamado de atención hecho hace días por la Conferencia del Episcopado sobre este particular, la actual composición de la Junta Central Electoral con su Presidente a la cabeza, el Dr. Roberto Rosario Márquez, ha más que insistido en múltiples y variadas oportunidades, para que una legislación de esta naturaleza sea una realidad.

Es por lo anteriormente expresado, que habiéndose iniciado en el día de hoy la primera legislatura ordinaria correspondiente el presente año 2014, y apelando a nuestra condición de dirigente político y Senador de la República, que no existe excusa alguna que pueda validar ya la no aprobación de una ley a los fines antes indicados, por lo que se impone un acuerdo concluyente y definitivo entre todas las organizaciones partidarias.

Existe otro tema que dominó y domina gran parte de la agenda nacional y que, partiendo del hecho que la Constitución de la República le reconoce al Congreso Nacional la facultad de “Establecer las normas relativas a la migración y el régimen de extranjería”, no podemos obviar ni dejar de lado. Nos referimos a la Sentencia No. 168-13, de fecha 23 de septiembre de 2013, dictada por el Tribunal Constitucional.

Resulta y viene a ser, que una de las novedades que trajo consigo la Constitución del 26 de enero del año 2010, fue la creación del Tribunal Constitucional y al establecerlo como parte de su texto, nuestra Ley Sustantiva consagró en su artículo 184, sin lugar a equívocos y dudas, que las decisiones del mismo “son definitivas e irrevocables y constituyen precedentes vinculantespara los poderes públicos y todos los órganos del Estado”.

Ello quiere decir, que las sentencias emitidas por el Tribunal Constitucional y las que pudieren ser dictadas en el futuro, por aplicación del repetido artículo 184, se imponen a todos los Poderes del Estado, por cuyo motivo al proceder como ha venido actuando el Poder Ejecutivo, teniéndolo a Usted Señor Presidente como su principal interlocutor, lo que ha hecho es actuar conforme las disposiciones constitucionales antes señaladas.

Existen sectores nacionales y extranjeros que han arremetido contra la indicada sentencia, sin antes detenerse a analizar el contenido y el propósito de la misma. El problema migratorio y su regulación en la República Dominicana, ha sido una grave dificultad que hemos padecido durante décadas y nosotros entendemos que lo dispuesto por la sentencia aludida, va en la dirección de constituir un esfuerzo responsable y serio por tratar de ordenar y de regular la migración ilegal en nuestro país.

La mejor demostración de lo acabado de afirmar en el párrafo anterior de que es un esfuerzo responsable y serio por tratar de ordenar y de regular la migración ilegal en nuestro país, lo constituye el contenido y el texto de los ordinales quinto, sexto y séptimo del dispositivo de la sentencia de que se trata, cuando dispone, entre otras cosas, la identificación y conformación de los “extranjeros inscritos en los libros-registros de nacimientos del Registro Civil de la República Dominicana”; la creación de una “Lista de extranjeros irregularmente inscritos en el Registro Civil de la República Dominicana”; la formación de “libros-registro especial anuales de nacimientos de extranjeros”; y la elaboración e implementación del “Plan nacional de regularización de extranjeros ilegales radicados en el país”, todo lo cual recae en cuanto a su cumplimiento y observación se refiere, sobre los hombros de la Junta Central Electoral y del Ministerio de Interior y Policía.

Finalmente, propicio es este día en que celebramos la Independencia Nacional, para destacar y reconocer en su más amplia dimensión, lo siguiente. Usted, Señor Presidente, en días recientes estuvo representando al país en un evento regional celebrado en La Habana, Cuba, y el papel desempeñado en dicho evento por Usted no tuvo el más mínimo desperdicio; con ese proceder y esa valerosa conducta rayando en la gallardía y parecida a la actitud que hubiera adoptado el inmenso Juan Bosch en una situación similar, nos hizo sentir a todos los dominicanos y las dominicanas, orgullosos no solo de compartir la nacionalidad con Usted, sino de tenerlo dirigiendo los destinos del país en su condición de estadista, lo que demuestra el acierto del pueblo dominicano al elegirlo Presidente de la República.

Todo el país fue testigo de primera mano, del patriótico, viril, valiente y digno rol jugado por Usted en ese evento, frente a la actitud temeraria en exceso y las provocaciones y majaderías de un atrevido e impertinente señor, que parece desconocer ex profeso su papel como representante de un Estado vecino y que ignora hasta mas no poder el significado de la palabra soberanía.

¡VIVAN LOS TRINITARIOS Y FEBRERISTAS DE 1844!
¡VIVAN DUARTE, SANCHEZ Y MELLA!
¡VIVA LA REPUBLICA DOMINICANA!

Muchas Gracias.

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