Quizás exorcismo, quizás ejercicio de reflexión. De cualquier manera, no son más que palabras que se unen en un lúdico baile (sin pretensiones ni egolatrías).
jueves, 25 de abril de 2013
La desesperación de @SandraKurdas
Recuerdo aquellos días en los que les veía de lejos y sonreía. Yo comenzaba mi carrera, en el año 1994, cubriendo las actividades sociales que posteriormente se publicaban en la revista En Sociedad.
Ellos eran una de las parejas de moda por aquellos días. Ella, una rubia estadounidense preciosa, destacaba por su amabilidad, su sonrisa, su saber estar, la elegancia... en fin, esas cosas que resaltan en una mujer de élite. El era el caballero ideal: simpático, agradable, acaudalado y muy educado. Juntos eran el prototipo de matrimonio que cualquiera quisiera protagonizar.
La complicidad, el amor, la compenetración... parecían adivinarse con tan sólo ver cómo se miraban. Eran esa pareja con la que todas (asumo que nosotras lo queremos más que ellos, aunque puedo equivocarme) las mujeres soñamos tener cuando fuimos adolescentes.
Hoy aquella estampa ya no existe. La imagen de aquel dúo perfecto de Frank Jorge Elías y Sandy Kurdas de Jorge se desintegró de la forma más dura y cruda: con una denuncia de violencia de género.
De repente la Sandy de mis recuerdos se transformó en Sandra Kurdas, quien denunciaba en Twitter que su marido, ese caballero que parecía inmaculado, la había agredido. Como prueba, difícilmente irrefutable, las fotos de ella con el ojo izquierdo amoratado.
"@YeniBerenice yo soy #victima de #violencia #domestica de mi #esposo #Frank #Jorge #Elias @IngFrankJorge @FrankaJorge", decía Sandra en su cuenta mostrando su foto.
Poco después que el escándalo estuviera servido, las cuentas de él desaparecieron de Twitter. Ella guardó silencio durante el resto de la tarde pero a las diez de la noche reaparecía agradeciendo a la fiscal Yenni Berenice Reynoso y afirmando que cree en la justicia.
Esta mañana Sandra decía que no es un hacker y, poniendo su cédula como prueba de que es ella, reiteraba que es una víctima de violencia doméstica y que sólo pide justicia y que se cumplan las leyes que protegen a la mujer. Para ello su abogado se reunirá esta tarde con la fiscal.
Leer los tuits de Sandra, quien a lo lejos siempre me pareció una muñequita (en buen todo, que conste) con vida de princesa, ha sido una verdadera sorpresa. Para comenzar me llamó la atención que su flamante marido pudiera ser capaz de tanto cuando su prestigio habla de un hombre completamente diferente. Las marcas en el rostro de su mujer, sin embargo, son una evidencia difícil de rebatir.
Más que descubrir en él a un patán, sin embargo, ha sido muy triste y duro pensar todo lo que ella ha de haber vivido antes de atreverse a subir sus fotos en la red. ¿Cuántas horas de miedo, cuánto dolor, cuánta angustia, cuánta desesperación ha debido sentir, sabe Dios durante cuántos años, antes de decidirse a hacer pública esta situación? Las marcas en su alma, sin lugar a dudas, deben ser más profundas que las de su piel. Y es que, al calor de su desgracia, seguía jugando a ese matrimonio perfecto que todos veíamos y admirábamos.
Muy desesperada tiene que estar para haber tomado este paso porque, al hacerlo, sabe que remueve los cimientos de la "perfecta" alta sociedad de nuestro país. Muchos podrán, incluso, darle la espalda o mirar a un lado a partir de hoy. Esos son temas prohibidos, que no se tocan porque no conviene, cuando se trata de cuidar las muy bien ganadas (o pagadas) reputaciones.
Todavía falta que se formalice la denuncia contra el exministro de Turismo, un hombre de mucho dinero y poder que, está claro, no se quedará tranquilo. La lucha que Sandra ha decidido librar no será fácil. Seguro que ella lo sabe. Por eso es más admirable que lo haga. Su lucha será un espejo para muchas otras mujeres que, como ella, deben vivir un infierno detrás de esos matrimonios de revista que todos "envidiamos". Ojalá todas sean tan valientes como Sandra. Estaremos con ustedes.
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Con lo que voy a opinar quiero por todos los medios ESTAR EQUIVOCADO, mi opinion, el dinero en este pais todo lo puede, ahorita a ese bandido no le haran nada,
ResponderEliminarVUELVO Y DIGO QUIERO EQUIVOCARME Y CONFIAR EN LA JUSTICIA
Si ella no hubiese denunciado su abuso x tuiter y se gubiera dirigido directamente a nuestras autoridades la historia hubiese sido otra y hasta quien sabe que suerte hubiese corrido vida. Soy ciudadana comun y esto me mueve los cimientos y solo espero NUNCA me pase. Muchos sectores de interes de por medio. Por el progama gutierrez me entere y no lo habia escuchado. Sociedad q nos pasa?!
ResponderEliminarme acuerdo cuando esa dama fue elegida miss ambar , era una jovencita , creo menor de edad , los buitres la atraparon.
ResponderEliminarSI TODO ES CIERTO, Y ES COMO DICEN, ESPERO QUE SUS HIJOS LE DEN EL APOYO INCONDICIONAL A SU MADRE EN ESTOS MOMENTOS.
ResponderEliminarNo conozco la señora SK pero me alegro de que haya tenido el valor de denunciar su agresor. Ojalá reciba el apoyo de las autoridades, su familia y sus amigos; ojalá sirva de inspiración a otras mujeres de diferentes estratos sociales que son víctimas silentes, de lo cual sólo nos enteramos cuando ya son parte de las estadísticas!
ResponderEliminarPasan los dias y el tema se va enfriando; el "poder" del Sr. Jorge es inmenso??..... Va a ser dificil para Sandra Kurdas, pero no es imposible, hay que dar seguimiento y apoyarla. Muchas callamos por años, y jamas lo admitimos delante de los hijos, no lo considero error, porque lo hacemos por no dañarlos. Pobre Sandy, todavia recuerdo cuando fue coronada "Miss Ambar" y cuando luego se caso con el, parecian la pareja perfecta, un cuento de hadas..... Nada que ver!!
ResponderEliminarSandra Kurdas mintió a la opinión publica.
ResponderEliminarLa fiscalía metió preso a Frank y luego un tribunal lo sacó, tras 8 audiencias en donde la Sra. dijo que el golpe fué un accidente; en donde se demostró que no hubo violencia económica, ni psicológica ni nada de lo que se le acusaba. Hoy el caso esta entorpecido por los abogados de Kurdas que presentan toyos,, para que el tribunal no conozca las pruebas del Imputado.