Quizás exorcismo, quizás ejercicio de reflexión. De cualquier manera, no son más que palabras que se unen en un lúdico baile (sin pretensiones ni egolatrías).
martes, 20 de diciembre de 2011
La oda de las conspiraciones
Hace días la dejé tirada en un rincón. Su presencia me molestaba, me pesaba como un fardo que lacera el cuerpo y destroza la piel. Me hacía sentir viva. También vulnerable, pequeña, demasiado cercana a la parte humana.
Convencida de que me estaba afectando, le dije adiós. Al menos hasta mayo del 2012. Total, ¿qué falta puede hacer algo que te debilita y te muestra tal como eres? A estas alturas, visto lo evidente, ninguna.
Fue así, con el alma abandonada ya no sé en qué lugar, que comencé a conspirar. De repente me aburrí, me cansé de todo lo que me circundaba. Y decidí hacer lo necesario con tal de lograr mi objetivo.
Cavilé y preparé cada cosa con cuidado. Me anticipé a cada actividad, hice un ejercicio de telepatía y aprendí a descubrir lo que el "amigo" y el "enemigo" dirían. De esta manera, sin lugar a dudas, podría ser siempre certera: cada error de los de ellos sería magnificado mientras que los de los nuestros pasarían desapercibidos.
Confieso que llegar a ese punto fue bastante difícil. Tuve que escudarme en Harry Potter, con todo y Reliquias de la Muerte, para que me diera los secretos que aprendió en Hogwarts. Convencerlo, lo admito, me costó bastante. Sin embargo, como al final mi poder de persuasión es tremendo, resultó ser pan comido.
Con todas las armas a mi favor, comencé a orquestar mi plan. Y está dando resultado. Nunca pensé que me iría tan bien. Todos han caído bajo mi embrujo. Gracias a mí, y esa magia que me hace tan fuerte, se han obnubilado a un punto tal que andan embarcados en una batalla campal.
Aunque el que ellos peleen no era lo que quería (aprendiz de mago siempre se equivoca), al final ha sido lo mejor: eso ha expuesto sus miserias, de uno y otro bando, lo que hace más fácil que podamos reconocer cuáles son los buenos y cuáles los malos. Es, en pocas palabras, la fórmula perfecta para descubrir quién será nuestro villano favorito.
Hasta el momento siempre había sido el gobierno. No por color ni por idiología sino por mero olvido (en el que nos tienen). ¿Cómo no tildar de villano a quien no ofrece a todos los ciudadanos las condiciones mínimas para vivir con dignidad?
Sé que es pecado capital que lo diga. Se ve mal. Porque soy periodista. Nunca debo admitir que puedo parcializarme. Mucho menos que creo en las conspiraciones. Pero hoy quiero decirlo. He conspirado. Conspiré contra la falta de inversión en la educación, contra los hospitales sin equipos, las calles destruidas, los campos abandonados, la miseria, la falta de oportunidades, la mentira, la injusticia social... sí, me he parcializado. Nunca, sin embargo, con matices ni tintes políticos.
Hoy me acusan de muchas cosas. No es la primera vez. Por eso les cuento todo esto. Al final sé que dirán lo que mejor les parezca. Entonces, ¿por qué no le ponemos nombre a todo esto? Yo le llamaré la "Oda de las conspiraciones". Al final hasta me gusta.
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Creo que el periodismo no existe sin conspiraciones constantes contra lo injusto. Qué es lo injusto? Por suerte tenemos cientos de pactos, declaraciones y leyes que nos indican la respuesta, dejando poco espacio a lo subjetivo.
ResponderEliminarTienes mucha razón... esperemos que algún día esas leyes se cumplan.
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