martes, 13 de diciembre de 2011

Aspiremos a que la ley pese más que el poder

Las caricias echaron a volar. Nada quedó de aquello que fue perfecto. Con el respeto tirado en un rincón, lo que una vez fue amor se convirtió en tortura. Ahí comenzó su calvario. Y es que él, de tan conocido en el tinglado político, pensó que estaba por encima del bien y del mal.

Escuchar el testimonio de Arianny Lara es desgarrador. Sentir su dolor, la impotencia que la embargaba al sentirse abusada y sin protección de la justicia, encogía hasta el alma. Pese a denunciar a su marido, José Acevedo Trinidad, poco había logrado. Y es que, como ex diputado y viceministro de Industria y Comercio, estaba protegido bajo el manto de la jurisdicción privilegiada.

Ver este caso nos obliga a voltear la mirada. Nos lleva a reparar en lo que sucede en los tribunales, un espacio en el que a veces se entretejen las complicidades y resulta muy difícil alcanzar eso que se llama justicia.

Arianny lo sabe muy bien. Fue mucho lo que tuvo que luchar para que la escucharan.

Él tenía más peso, más dinero... poder. De no ser por los medios, quizás, ella jamás hubiese podido lograr que el caso prosperara. Pero, ¿cuántas mujeres más habrá que no pueden castigar a sus verdugos porque alguien, como Don Dinero, les protege?

No sé de qué manera lograremos que la justicia dominicana sea lo suficientemente independiente como para que el “prestigio” y el nombre no pesen más que los hechos. Cuándo veremos que los banquillos sean ese lugar que espera a todos aquellos que han violado cualquier ley, por tonta que esta fuere. Yo aspiro a ver ese día. A no tener más Ariannys y a que la ley pese más que el poder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario