Quizás exorcismo, quizás ejercicio de reflexión. De cualquier manera, no son más que palabras que se unen en un lúdico baile (sin pretensiones ni egolatrías).
viernes, 22 de febrero de 2013
Martha Heredia o el reflejo de nuestro espejo
La veía sonriente y me preguntaba qué estaba pensando. Ella posaba,tranquila, como si asistiera a una entrevista y no a un interrogatorio. Su imagen lejos estaba de lo que era: una chica de 22 años que había sido atrapada mientras intentaba sacar casi dos kilos de heroína por el Aeropuerto Cibao.
Puede que a estas alturas ella aún no sepa lo que ha hecho, si lo hizo, o no entienda las consecuencias tan graves que enfrenta si se le encuentra culpable. Nadie le ha dicho, al parecer, que si corre con suerte le darían 10 años de cárcel. De lo contrario, serían 20.
Aunque no somos nadie para declararla inocente o culpable, todo parece indicar que es responsable de la droga que apareció escondida en los tacones de sus zapatos. En ningún momento ha dicho que es inocente ni se le ha visto afligida, ansiosa o preocupada, algo que sin lugar a dudas demostraría alguien a quien responsabilizan de algo que no ha hecho.
Yo no sé si es que Martha Heredia cree que ahora le irá tan bien como cuando atropelló a aquel chico haitiano en un accidente de tránsito. En aquella ocasión, además del mal rato, las consecuencias sólo fueron económicas. Quien enfrenta un cargo por narcotráfico, sin embargo, nunca sale airoso. Mucho menos, como en su caso, si lo que pretende sacar es una de las drogas pesadas. Traficar con heroína no se perdona.
Amén del desenlace de esta historia, que lo más probable devenga en cárcel, vale la pena repasar este caso porque nos muestra hasta qué punto hemos fracasado. Primero, a juzgar por los tantos comentarios, burlas, reclamos y decalificaciones que se han hecho al hablar de Martha, es evidente que tenemos que revisarnos como personas. Nos hemos convertido, en conjunto, en seres crueles, que juegan a juzgar, cuestionar, descreditar y sobre todo, cebarse contra quienes se equivocan, sobre todo si son famosos. Abrirles la herida, haciéndoles daño, nos emociona tanto que es hora de cuestionarnos.
No sé si debo decir que somos insensibles o tengo que pasar directamente, y perdonando la expresión, al mote de hijos de puta. Es imperdonable, lo bauticemos como lo bauticemos, que hagamos un circo de la desgracia de alguien. No entiendo cómo tanta gente parece disfrutar de lo que, a evidencias vistas, esconde problemas muy delicados y de los que nadie está a salvo.
En lugar de desacreditar a Martha o mofarse de ella debemos sentir pena. Pena de quien estaba llamada a ser un ídolo (parafraseando el concurso que ganó) pero no supo lidiar con la fama y las aspiraciones simplemente porque cuando llegó a American Idol ya tenía un fuerte bagaje existencial. Cada cual es producto de su vida, sus circunstancias y su pasado. Nada pasa porque sí.
Pero Martha también es el resultado de una sociedad que nos pide que vivamos del y para el dinero, la apariencia y el qué dirán. No es casualidad que, poco después de hacerse una cirugía estética, tuviera la intención de irse a Nueva York y, de ser culpable, se la jugara de esa manera. Demasiados riesgos para alguien que estaba cambiando su apariencia para estar a tono con el relanzamiento que estaba preparando.
Martha es un reflejo de lo que viven muchos jóvenes en la República Dominicana. Aunque no sabemos cuántas mulas salen del país cada día, sí tenemos claro que la mayoría de los presos del sistema penitenciario dominicano han sido acusados/condenados por violar la Ley de Drogas.
La pobreza causa estragos en nuestro país. Algunos pecan para salir de la miseria y otros porque la llevan en el alma. Sea material, moral o espiritual, ella es la responsable de todo lo que acontece. Luchar contra ella requiere de inversión y mucha paciencia. También de familias y personas que se encarguen de educar a los más pequeños para que no caigan en el futuro.
Martha Heredia es la hechura de nuestra sociedad. Es un espejo en el que todos debemos vernos. No la veamos como algo aislado. Pensemos en ella para evitar que más gente desperdicie su talento y su vida. Que sus errores, al final, nos sirvan para crecer.
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No puedo sentir pena por una traficante de drogas que se ha burlado de una sociedad.
ResponderEliminarMe da mucha pena la situacion por la que esta pasando. Ver su talento desperdiciado y tirado por el suelo por ella misma y encima pisoteado por todo el publico da pena. Por un lado espero que page su culpa y que cumpla los años que la condenen y por el otro, espero que ella no sea el reflejo de nuestro espejo, me gusta pensar que todavia en mi pais existe gente seria y con principios.
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