De repente ya no sabemos hacia dónde mirar. El circo se hace cada vez más grande y República Dominicana muestra que es cualquier cosa menos un país. Tal vez aspira a sitio pero, ante el desorden y la confusión que reinan, terminará siendo una batalla campal.
Los hechos de la última semana no pueden más que preocupar. Se aprueba una reforma fiscal a la carrera y en unos cuantos minutos, la gente va en masa a reclamar por ello y, al final, sale a dar las explicaciones el expresidente Leonel Fernández mientras el presidente Danilo Medina decide callar porque, después de todo, el lío lo encontró (aún esperamos que nos explique la situación real).
Mientras eso sucede vemos que la indignación llega a un punto tal que la vida parecería centrarse en la caza de Leonel Fernández. Al mismo tiempo, saltan sus acólitos a defenderlo con frenesí.
En otra esquina, mientras la mayoría se divide en atacar o justificar a Leonel, el Congreso Nacional discute una modificación del Código Penal que es todo lo lesiva posible a la libertad de expresión y a los derechos de la mujer.
Aunque en torno a la penalización de los delitos de prensa parece haber cierto consenso para cambiar el proyecto, poco se dice respecto al tema de las mujeres, a pesar de que se eliminaría la sanción a la violencia de género y se consideraría que la violencia intrafamiliar sólo es grave si muere la víctima o le causa incapacidad permanente o por más de 90 días.
El Código también reduce la pena al acoso sexual, encubre una violación sexual a una menor de edad, sanciona el feminicidio sólo cuando es cometido por la pareja o el ex y sanciona la interrupción del embarazo en todas las circunstancias. Con esto el Congreso aniquilaría nuestros derechos. ¿Lo permitiremos?
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