A escasas jornadas para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Luis Abinader posa sonriente con un grupo de prestantes hombres de la sociedad entre los que se destaca Leonardo Matos Berrido, quien asesinó a su esposa Edith Gómez el 31 de octubre de 1982. El terrible crimen, como era usual en la época, quedó impute.
Ver a Luis recibir ese apoyo duele tanto como haber visto al presidente del Partido Revolucionario Moderno (PRM), José Ignacio Paliza, junto a otros prestantes de la talla de Vinicio Marino Castillo o Elías Wessin Chávez -que representan lo más atrasado de la sociedad-, así como del reformismo y el leonelismo, que han sido acusados por el mismo Abinader por sus devaneos a nivel ético.
No sé si es que la memoria no les da para recordar el pasado palerista de Vincho, el expediente de Wessin en Bienes Nacionales, el escándalo de Federico Antún Batlle en el Banco Nacional de la Vivienda (BNV) y la forma en que Leonel Fernández se hizo el sueco con Víctor Díaz Rúa o Félix Bautista, por no olvidar cuando le gritaban “ladrón, ladrón, ladronazo” frente a Funglode por el hoyo fiscal que dejó en su mandato.
¿Cómo es posible que esos hombres que repudiaban hasta ayer hoy sean sus aliados? Al hacerlo, en el PRM demuestran que no creen que la gente honesta quiere ese cambio que ellos venden.
Pero, ¿qué opción hay? ¿Se puede creer en Gonzalo Castillo cuando aprobó contratos dudosos por RD$11,500 millones en solo siete meses y trae consigo las usanzas del Gobierno? ¿Y los demás? Por más que miremos, no tienen opción. En RD estamos, para votar, muy fregados.
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