“Hay gente que quiere modificar todo a uno, hasta cómo sentarse. Tendré que sentarme como un mariconcito”, dijo Hipólito Mejía con sorna y desdén, como si al actuar como una persona gay se redujera o se comportara de una forma indebida. Lo peor es que agregó lo siguiente: "No, yo quiero ser como soy, al pan pan, y al vino, vino… Mucha gente dice ‘tú no deberías decir eso'. Lo digo y qué".
¿Y qué? Pues resulta que decirlo le pone en evidencia y nos demuestra qué diferente sería si actuara (en lugar de sentarse) como un "mariconcito" porque entonces jamás se le habría ocurrido decir algo así porque sería una persona sensible, a la que le importe lo que sienten los demás. Nunca se burlaría de nadie por sus diferencias ni haría chistes de ese tipo.
Si usted actuara como un "mariconcito" dejaría a un lado ese machismo oprobioso que, precisamente, le hace referirse a los gays como "mariconcitos" y le lleva a irrespetarlos constantemente, negándoles incluso el derecho a ser felices y a amar, algo que al parecer está reservado para el resto de los mortales.
Si usted actuara como un "mariconcito" no se habría disculpado como se disculpó porque se habría dado cuenta de que era una metida de pata más grande que la anterior, ya que dijo que usó un término coloquial que se interpretó mal. Pero, ¿ha olvidado que ese es un término coloquial usado sólo por quienes denostan a los homosexuales? Si nadie se lo ha dicho, tome nota de ello.
Usted dice que siempre ha respetado y defendido los derechos de cada quien y que respeta las diferencias. Lamento decirle que no es cierto porque de ser así no habría reiterado nueva vez que está en desacuerdo con el matrimonio gay porque lo prohíbe la Constitución y no va con los principios cristianos que usted dice practicar.
“Yo no he pretendido en ningún momento burlarme ni ser despectivo contra unos seres humanos que han sido marginados y vejados. Si eso fue mal interpretado como una ofensa, no tengo ningún problema en ofrecerles mis disculpas y reiterarles que esa no fue, ni es, si será mi intención; no es mi conducta”, dice usted. Que se disculpe está muy bien. Siempre es bueno hacerlo. Sin embargo, es bueno recordarle que la palabra maricón siempre será peyorativa y que, aunque la use en diminutivo, con ella ofenderá a la gente. Nunca olvide eso. Las palabras ofenden. Da igual que se digan en chercha o sin ánimos de insultar: cada significante trae consigo un significado que, como en este caso, puede lastimar.
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