De pronto una brisa fría inunda el lugar. El tiempo se detiene. La noticia es brutal. El Senado de la República, como era de esperar, aprobó ayer el Presupuesto Nacional, de urgencia y en dos sesiones consecutivas para remitirlo a la Cámara de Diputados y así, sancochándolo, evitar que se intente colar el tema del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) para el Ministerio de Educación.
Si eso sucede, y ambas cámaras aprueban el presupuesto como fue enviado por el Poder Ejecutivo, tendremos que la República Dominicana invertirá un 2.46% del PIB a la educación básica, lo que le ratificará como uno de los países del mundo que menos invierte en ese sector.
Mientras lo hace, nuestro gobierno es el anfitrión del Foro de Competitividad de las Américas, donde firmará el “Consenso de Santo Domingo”, un documento en el que se compromete a promover una educación de alta calidad.
Pero, ¿cómo se consigue una educación de alta calidad, que propicie la competitividad, si no se invierte en los sistemas educativos (pre-universitario y universitario) ni siquiera lo que establecen las leyes? ¿Será que el gobierno entiende que el Plan Decenal, que tanto esfuerzo costó, es un libro para adornadar una estantería? Para cumplirlo, según lo establecido, el Estado debería invertir el próximo año 4.09% del PIB.
De hacerlo, aún quedaría muy lejos de la mayoría de los países de la región que están cerca o superan el 5%. Pero aquí la imagen es lo que cuenta. Por eso nuestro mandatario habla con orgullo de lo mucho que para su gobierno significa la educación. Pena que no lo demuestra.
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