A pesar de mi prejuicio cuando se trata del cine local, sobre todo cuando si hablamos de comedias, acudí a la cita vistiéndome de neutralidad. Iría a ver qué tal se sentía, por primera vez, ver una película de Roberto Angel Salcedo (en lo adelante Robertico, que es como uno le recuerda, con cariño, de la época en la que hacía comedias con su papá). Se trata de Profe por accidente, que se estrenó hoy.
La película comienza mostrando a Francisco (Robertico) como un chofer del trencito del zoológico, que es un típico tíguere de barrio y está más interesado en dormir que en mantener su trabajo. Las ocurrencias, una apología a la vagancia, son una suerte de descaro que a mucha gente le hace reír.
En el otro extremo está Mon (Fausto Mata), vecino y amigo, quien da clases de deporte en un colegio. Con alma de mala paga y dejos de chulo trasnochado, hace reír con ganas, a pesar de que muchas veces uno se siente culpable y hasta perverso por ello. Y es que el humor, en demasiadas ocasiones, está vinculado a la burla hacia la novia de Mon, Miguelina (Adria Carrasco) a causa de su sobrepeso -si a usted le molestan los relajos de ese tipo no vaya a ver la película, que se infartará-.
El caso de Miguelina llama la atención, incluso, fuera de la pantalla: no se imaginan lo que tardé en encontrar el nombre de Adria puesto que no la conocía y no quería dejar de mencionarla. La suya no sólo es una de las actuaciones centrales, sino de las mejores. Pese a ello, tristemente, su nombre casi nunca sale en los anuncios, promociones o crónicas de la película. Ponen a los famosos, incluso a Irving Alberti que hace un papel bastante insulso (no sé si por el guión o por él).
Pero si el tema de Miguelina es recurrente a lo largo de la película, no podía faltar la fijación hacia las mujeres que están buenas (a Carmen Manrique y a Juliana las retratan al completo en un plano en el que casi se adivina el morbo), las que evidentemente salen en pantaloncitos cortos, licras o micro minis. En ese punto está la parte más criticable de la película: mientras la Manrique es una rica (Lucía) que jamás podría fijarse en un pobre porque es evidente que eso no sucedería jamás (lo recalcan varias veces en la película); la Juliana es la chica de servicio de su casa, una mujer de "No money, lindo, no mami", como le dijo ella cuando Mon perdió su trabajo y lo mandó al carajo.
Esa escena, que es hasta graciosa por la forma en que ella lo dice, nos presenta a un mujer interesada en la que el peso pesa más que nada. En caso de que la película fuera exclusivamente para adultos no diría demasiado al respecto y lo dejaría como una mera anécdota machista (que muestra, ojo, un prototipo de mujer que existe). Sin embargo, está destinada para toda la familia. Y, ¿eso es lo que queremos venderle a los niños? Tampoco está bien que Mon ilusionara a una mujer que no lo le gusta sólo por conseguir un trabajo y que en un momento de la cinta estuviera dispuesto a robar para saldar una deuda. No lo hizo porque no encontró nada. Además es reprochable que Miguelina llegara a mentir descarademente para conseguirle el puesto a Francisco y que el protagonista infantil sea tan malcriado y descarado. Son cosas que, amén de que resultan demasiado inusitadas, se muestran como si fuera algo normal: las consecuencias son mínimas.
En resumen, la película retrata el humor de barrio, ese que tanto se dibuja en la televisión y con el que Robertico creció. Pero a la gente, aunque a veces represente esquemas que no deberíamos reproducir, le gusta. Sorprende, incluso, que el público se ría a morir con cosas que no dan risa. Tanto sorprende que uno, irónicamente, también termina riéndose.
Así vemos que muchos se ríen a carcajadas porque un perro mea unos zapatos, Mon se cae o se golpea contra un poste de luz... trillado pero, al parecer, da demasiado resultado como para abandonarlo. No money, no movie, podríamos decir acerca de esta cinta: será un fenómeno recaudatorio, como todas las demás, pero no más. Favor se haría Robertico si se despoja del comediante que lleva adentro antes de pensar en un nuevo proyecto. O que se asesore con otros. Tal vez eso de ser guionista, director y protagonista es demasiado.
En cuanto a los puntos buenos, que los hay, la cinta tiene una fotografía bien cuidada, buena edición y personajes que están bien logrados. Incluso Robertico se ve mucho mejor (aunque no debe llorar porque eso no se le da). Vale la pena ver a Jatnna Tavárez, Vivian Fatule y a la mayoría de los niños -salvo al que hace de Cavada, cuya imitación es bastante mala; y el protagonista, que por momentos se cae-.
Además me gustó la parte en que, por impulso de Lucía, Francisco cambia, estudia y hace todo lo necesario para merecerse el trabajo que había logrado por accidente. Lo único malo es que en la transición la película se alarga y aburre un poco, amén de que es demasiado previsible. El final es bonitoso y agradable.
Vistos los hechos, usted decide si va o no a ver la película. Si le gustan las comedias de la televisión adaptadas al cine, vaya. Si es de un humor ligero y se ríe de cualquier cosa, tiene que ir. ¿Gozaba con Roberto Salcedo? Vaya, ya que muchos gestos de Robertico se lo recordarán en un interesante deja vú.
Finalmente, si usted es medio aburrido como yo, no vaya si no está en disposición de hacer un ejercicio de tolerancia. Si lo hace se reirá por momentos. Pero no pida más.
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