jueves, 15 de enero de 2015

En el 2015, ¡destruyamos nuestro mundo!

Quince - corregido porque antes decía seis, ocho, trece...- de enero. Después de barajar y barajar me he dicho "basta ya: siéntese a escribir, carajo, que el año pasado le creaste un monumento a la vagancia y este no puedes seguir igual (el 2014 fue más improductivo que el 13, que ya había sido super patético)"... entonces heme aquí, intentando cazar un par de palabras y darles cierto sentido para transmitirles algo de cheverismo antes de que entremos más de lleno en el 2015 (por el paso que va -y lo que hemos visto en sólo quince días- viene a arrollarnos).

Tras varios silencios, de días, horas, párrafos, he de confesar que se me hace cuesta arriba escribir algo bonito. Tal vez la culpa sea de París, que desde hace días sufre y se ha llevado consigo la emoción y el deseo de decir cosas lindas. ¿Cómo se puede pensar en algo personal cuando una parte del mundo ha vivido tales tragedias ? Mucho menos cuando una parte las víctimas son compañeros de oficio, gente que hace y vive lo mismo que uno: decir las cosas y denunciarlas (amén de la manera).

A pesar del baraje, sin embargo, he decidido escribir. ¿Cómo, si no lo hago yo, puedo pedirle a los demás que venzan la pereza y hagan lo que corresponde en el momento indicado? ¿Cómo aspirar a poner las cosas en su lugar si uno va dejando que todo "fluya" sólo por evitarse la molestia de detenerse y hacer algo?

Hoy, como hace cuatro, cinco o seis u ocho días, no sé, me he detenido a pensar en qué debo hacer. Confieso que estoy bastante perdida y no tengo idea de cuál será el camino y muchos menos el destino al que habré de llegar. Sin embargo, hay algo que tengo muy claro: es el momento de quebrarlo todo, despedazarlo y construir algo diferente. ¿Qué? Nueva vez tengo que decir que no sé.

Con la certeza de que dejarme llevar ya no es suficiente y debo salir de mi zona de confort, ¿cómo rayos se hace eso?, ahora toca hacer lo que me recomendó un amigo hace unos días: tomar el timón de mi vida. Y es que, tal como me señaló, el punto no es luchar contra la corriente sino ser quien conduzca el barco.

Asumir ese "manejao" es complicado. Para comenzar, hay que definir qué quiero, qué me importa y qué rayos mandaré a la mierda. También tengo que dejar de perder el tiempo intentando demostrarle a los demás qué soy, qué valgo, qué pienso, por qué lo pienso, por qué tomo tal o cuál decisión... de verdad, ¡no tiene sentido porque sólo desgasta (y todos lo hacemos en mayor o menor medida)!

Aunque es probable que a estas alturas estés pensando que debería hacer uno de esos famosos listados en los que anotamos mil metas, lamento decirte que esa es otra de las cosas que no tienen sentido: siempre he pensado que esas listas no sirven de nada porque generalmente nunca las llevamos a cabo (si tienes que obligarte a escribir lo que te "propones" no es real; ¡el día que sean tus verdaderos objetivos saldrás a por ellos sin que ninguna libretita te lo recuerde!).

Volviendo al 2015, espero que este sea un año de menos clichés. Por eso no te desearé que encuentres el amor, que te aumenten el sueldo, que te saques la loto o cualquiera de esas cosas que la gente desea porque algo hay que desear: conque te encuentres a ti mismo será suficiente puesto que entonces harás eso que te haga feliz y no lo que la sociedad cree que estás llamado a hacer.

Pensándolo bien, ya sé cuál es mi camino en el 2015. Debo ir hacia mí misma. La ruta, lo más probable, es que sea larga. Puede que sea lo mejor. Con casi cuarenta y dos años encima creo que por primera vez he empezado a cuestionarme acerca de mi vida. ¿Soy feliz? ¿Estoy donde que quiero?... en honor a las respuestas, que no compartiré, sólo les diré que este es el año de encontrarnos. ¡Destruyamos nuestro mundo! ¡Seamos dueños de nosotros!

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