Al fin y al cabo, como inicia el estribillo de "Todos tenemos cicatrices", todos tenemos un pasado y, si hemos vivido, es porque mucho hemos llorado, tal como nos dice textualmente Santiago Cruz en su última canción.
"Todos tenemos cicatrices" es mucho más que una oda al amor: es un pacto de redención, un llamado a perdonarnos y dejar atrás ese pasado que solemos cargar como un lastre y que, en más de una ocasión, nos ha hecho fracasar.
Cuando escuché al tío Santi decir que la quiere toda, con su equipaje y su memoria muda (ufff, lo que encierra ese silencio), con sus aciertos y deslices, recordé aquellos días en los que no me atreví a defender lo que era -y había sido- con tal de no ser juzgada, algo que de cualquier manera sucedió.¡De nada sirve caminar con pies de barro (siempre se deshacen al final)!
Encontrar alguien que nos quiera con nuestros desastres, sin importar las veces que maldecimos o callamos, es posible. Por ello, no podemos conformarnos con uno de esos amores tóxicos que se niegan a aceptar que "todos tenemos cicatrices" y que nos piden que seamos lo que ellos quieren.
"No te avergüences, todos tenemos cicatrices", nos repite Santi una y otra vez. Al hacerlo, nos da las alas para volar y reencontrarnos con esas heridas que ya hemos sanado pero también con las que aún no han cicatrizado.
Hoy, tomando como pie de amigo esta canción, te pregunto si hay herdidas sin cerrar o cicatrices por las que aún no te has perdonado. En caso de no haberlo hecho, ya toca: la vida es muy corta para seguir sufriendo por ese equipaje que, aunque es parte de nuestra vida, no debe limitarnos.
A todos nos han lastimado, al fin y al cabo, y hemos herido a quienes nos hacían felices. Pero eso quedó atrás y, al abrazar esa realidad, podemos seguir caminando. ¡Si ya nos hemos levantado, una vez más, no miremos atrás!
"Todos tenemos cicatrices" me ha tocado infinitamente. Como es usual en esta etapa de la carrera de Santi, trae una canción que se unirá a otras que ya se han erigido como himnos de la buena vida y la felicidad. Esta vez Santi nos invita a estar con alguien con quien vibremos más liviano, ser artesanos del kintsugi y reparar nuestras almas rotas pegando los pezados con el oro del amor.
Gracias, tío Santi, por esta canción... ¡disfrútenla!